Guion: Candela Sierra.
Dibujo: Candela Sierra.
Páginas: 160.
Precio: 18 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Febrero 2024.
Cuando una obra narrativa se convierte en un espejo de la realidad que enseña aspectos que no son especialmente positivos, la lectura puede ser complicada. Pero Lo sabes aunque no te lo he dicho tiene la virtud de aplacar el golpe de una manera inteligente. Candela Sierra mira a la realidad y nos la pone frente a los ojos para que seamos nosotros quienes la juzguemos. ¿Somos así, tal y como son los personajes de Sierra? ¿Hemos conocido a personas así? La respuesta que demos, que seguramente será positiva por lo menos en parte o en algún momento de nuestra propia experiencia, es la clave para saber cuánto nos va a impactar su obra, pero las cualidades para hacerlo están ahí, en las ideas de la autora, aquellas con las que va construyendo una historia que tiene mucho de auténtica, bastante de real y una pizca de cínica. De hecho, si lo pensamos, si entramos. En Lo sabes aunque nunca te lo he dicho, eliminando la fantasía que tiene, un divertido lenguaje interno y metatextual que aprovecha las posibilidades del cómic como si fueran algo propio de la cotidianidad, es difícil disociar sus episodios, su mirada a la realidad, de lo que podríamos ver a nuestro alrededor si abriéramos los ojos. Porque, como dice el título, lo sabemos, aunque nadie lo haya dicho de manera abierta.
Hay en la propuesta de Sierra características que podemos ver en el cine indie, más bien en el anglosajón, o en el cómic underground, en tanto que quiere mirar a la realidad desde un prisma complicado, coral, muy intenso en lo emocional y sobre todo tratando de que despertemos de manera interna para que veamos lo que hay a nuestro alrededor… o, quién sabe, también en nosotros mismos. Lo sabes aunque no te lo he dicho es un estudio sobre las relaciones sociales en un mundo contemporáneo, se asoma a personajes muy distintos entre sí y quiere enseñarnos situaciones de mucha incomodidad, puede que con la simple intención de que pensemos en nuestra propia reacción o, incluso, en nuestras experiencias vividas. A Sierra no le hacen falta nombres, no tiene por qué ubicar el relato en un lugar conocido, ni siquiera tiene por qué llegar a un final para que el relato funcione de una manera más que interesante. Es verdad que su idea no está pensada especialmente para disfrutar, precisamente porque se asoma a rincones de nuestras habilidades sociales que son muy privados, y eso hace que la lectura del libro necesite de un estado de ánimo proclive a las verdades que cuenta. Sierre exponer una realidad en la que comunicarse abiertamente y con sinceridad es un problema de índole general. Y eso, se mire como se mire, es doloroso de contemplar.
Es interesante que para llegar a rincones tan intensos en lo personal se manifieste en un estilo que juega con la sencillez como mejor baza. Sierra no se complica, utiliza líneas claras y finas, el detalle necesario y nada más para que entendamos la expresión de los personajes, viñetas que se limitan a líneas que apenas son meras separaciones entre cada uno de los pedazos de realidad con los que narra y una reducción de escenarios a lo imprescindible. El color, vivo, muy vivo, pero alejado de artificios de aspecto digital, corona una propuesta gráfica muy intensa, el mismo adjetivo que merece la historia por encima de cualquier otro. ¿Significa esa sencillez que no hay elementos complejos en la narrativa que emplea Sierra? En absoluto. Encontrarse con ellos, de hecho, es uno de los mayores placeres de Lo sabes aunque no te lo he dicho, desde el lenguaje ininteligible ocupando el frente de la historia al desdibujamiento que entrega a esos personajes de los que otros quieren librarse incluso mientras están hablando. El tema fundamental es la incomunicación, y que eso lo veamos precisamente con una artista comunicando es una deliciosa paradoja que explica dónde radica el enorme abierto de su obra.
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