Guion: Kevin Eastman.
Dibujo: Simon Bisley.
Páginas: 112.
Precio: 19,50 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Diciembre 2024.
Es innegable que una de las franquicias que más tonos diferentes ha tocado a lo largo de su historia es la de las Tortugas Ninja, con muy exitosas versiones para niños de corta edad o para los lectores más adultos. Bodycount, que omite el nombre de la serie en su portada, va para estos últimos. Es una de esas historias llenos de macarrismo y acción desbocada que en los años 90 eran la norma en cierto tipo de publicaciones. Así que sí, hablamos de las Tortugas Ninja, pero en un tono muy concreto. Y más que de las Tortugas Ninja, de una de ellas, de Raphael, interactuando con Casey Jones. Eso, obviamente, nos impulsa a volver en el tiempo, a premisas iniciales y muy básicas de la franquicia, algo que también tiene mucho que ver con el hecho de que el escritor de la historia sea uno de los creadores de estos adolescentes mutantes, Kevin Eastman. Que Simon Bisley sea quien da forma a esta historia es lo que nos lleva a la época y al ambiente que reinaba entonces en cierto tipo de cómic. Así que, sí, Bodycount es una buddy movie violenta y salvaje, con una excusa más bien escasa pero que da pie a un viaje muy loco en el que hay disparos, cabezas atravesadas, sangre por todas partes y todo lo que se espera una vez que se aceptan las reglas del juego. Y ojo, que hay alguna que tiene que ver con las armas de fuego que no es tan fácil de asimilar.
Lo que está claro es que Eastman se desata por completo para dar vida a la historia de Bodycount. No es que las Tortugas Ninja se erigieran en su origen con demasiadas restricciones en cuanto a violencia o ideales, pero los límites que se saltaban entonces estaban más en la fantasía, en la imaginación, y no tanto en el uso de la violencia. No es que los personajes fueran hermanitas de la caridad precisamente, pero no eran vigilantes sin escrúpulos como tantos antihéroes de los años 90. Por eso, lo que Eastman muestra en Boydcount puede generar cierto impacto y abrir debates sobre la esencia de los personajes. O, por decirlo de otra manera, en la percepción que cada lector puede tener sobre los lectores. ¿Riesgo? Desde luego, pero hay una intención de que esta historia marque distancias con otras de las Tortugas Ninja. Lo que sí se acerca más a lo que la mayoría de los lectores conocen es esa dinámica entre Raphael y Casey Jones. Cierto es que hay mucho ruido alrededor, que no es esa relación el eje en el que se mueve la historia, pero en los momentos culminantes, sobre todo en el clímax final. Pero que nadie espere un guion complejo porque no lo tiene. Al contrario, es todo de lo más simple y funcional, y con elementos muy arquetípicos, a veces hasta demasiado.
Con los elementos de los que hemos hablado, Bisley se antoja como el tipo ideal para este trabajo. Pasa un poco como con su Lobo (aquí, su reseña), que de alguna manera sus exageraciones gestos, sus dramáticas poses, la manera en la que interpreta la violencia, encaja muy bien con el proyecto, le da ese toque de desenfado y macarra que se entiende casi como necesario para disfrutar al máximo de la experiencia que se nos está proponiendo. En ese sentido, pocas pegas se le pueden poner, porque todo lo que Bisley disfruta, y se nota que lo hace, se traslada a este otro lado de la página con relativa facilidad. Y no necesita más ambición que esa, la de hacer disfruta el lector como lo hace el ilustrador durante el proceso. La versión de Raphael, la única tortuga ninja que vemos, es tan extrema como se puede pensar, pero eso mismo también le da una personalidad muy agradable . Esa es, desde luego, la mejor manera de disfrutar de Bodycount, la de tomarla como una rareza única, lógica expresión de los tiempos en los que nació y con ganas de que estas páginas sean un divertimento puro y duro, sin trampa ni cartón, muy sincero y directo. Y eso, también hay que reconocerlo, le sienta muy bien a las Tortugas Ninja, aunque esta no sea la más pura de sus aventuras que nos podamos encontrar.
El volumen incluye los cuatro números de Bodycount, publicados originalmente por Image Comics entre marzo y junio de 1996. El contenido extra lo forman las cubiertas originales de Simon Bisley y un dossier comentado sobre el proceso de la obra.
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