Cine – ‘One Piece Film. Red’, de Gorô Taniguchi

Título original: One Piece Film Red.

Director: Gorô Taniguchi.

Reparto: Yonas Kibreab, Luke Wilson, James Cromwell, David Hornsby, Dolph Adomian, Brian George, Therese McLaughlin, Chris Sullivan, Cynthia McWilliams, Michael Fielding, Natalie Palamides, Reid Scott, Fred Tatasciore, Bumper Robinson, Courtenay Taylor, Issac Robinson-Smith, Roger Craig Smith.

Guion: Tsutomu Kuwoira, Brooklyn El-Omar. Manga: Eiichiro Oda.

Música: Yasutaka Nakata.

Distribuidora: Selecta Vïsion.

Duración: 115 minutos.

Estreno: 6 de agosto de 2022 (Japón), 3 de noviembre de 2022 (España).

Serán muchos los que se hayan adentrado en el universo de One Piece a raíz de su serie de acción real (aquí, su crítica), y quizá por eso es importante señalar que One Piece acumula más de un centenar de volúmenes en su manga y más de veinte temporadas en su anime, además de nada menos que quince largometrajes animados, cinco de ellos ya con la participación de su creador, Eiichiro Oda. Ese es el contexto real de One Piece Film. Red, y no el de la serie de Netflix, a pesar de que ambas casi coincidan en el tiempo y cuenten con el protagonismo de Luffy y su singular banda de piratas. Y dentro de ese contexto, la de One Piece Film. Red es una aventura más, dicho esto abarcando el lado del entusiasmo de sus aficionados por vivir una nueva entrega de estas viajes y también el del profano, que tiene una apetecible aunque no excelsa puerta de entrada a su universo. Hablando ya exclusivamente de Red, cosa que no es del todo fácil en una franquicia tan masiva como esta, la base sobre la que se sostiene todo es que hablamos de una película musical. No en un sentido Disney, en el que los personajes lo dejan todo para cantar y bailar, sino por la profusión de números musicales y el hecho de que su gran añadido a los mitos de One Piece es Uta, una cantante de lo más singular y que conecta además con el pasado de Luffy.

El problema que puede tener la película en ese sentido es que las canciones, por mucho hueco privilegiado que les dé la película, y se lo da tanto por presentación como por animación, no terminan de ser memorables, no se quedan en la memoria de una manera especialmente significativa y no tienen un papel activo en la trama, más allá de definir a la protagonista como una estrella del espectáculo que todo el mundo ahora. Quizá por eso el clímax final no alcance la intensidad que se podría haber logrado, y que es a lo que claramente aspira el film en sus últimos minutos. Hecha esa salvedad, Red se deja ver con mucha facilidad. Se agradece que la vuelta de tuerca sobre el pasado de Luffy se encare con ganas de sumar y no de rebatir, porque una aventura de estas características, en la que el protagonista de la franquicia no tiene que ser el centro en el relato, necesita algo elegante y no rompedor. Es verdad que hay tantos personajes ya en este mundo que resulta inevitable pensar que algunos están en pantalla porque no queda más remedio o para protagonizar un pequeño instante que nos recuerde que siguen ahí, pero es bueno que la película no sea un ejercicio de injustificado equlibrismo que podría haber ralentizado mucho la acción de una película que, en todo caso, tiene buen ritmo.

Lo tiene, además, porque visualmente es un buen espectáculo y está construido para que sintamos una escala notable. Obviamente, hay un continuismo claro, Red tiene el aspecto que One Piece ha tenido siempre, pero adaptándose a los nuevos tiempos y a las nuevas tecnologías. Eso, como decíamos, se vuelca mucho en los números musicales, para dorar a Uta de un movimiento fluido y que impacte, también al combate final, que lógicamente aspira a ser más espectacular que las escaramuzas que hay a lo largo del filme. Resulta evidente que la primera de las canciones, presentación de Uta, se lleva buena parte de los esfuerzos del filme en ese sentido, es lógico, razonable y hasta podríamos decir que eficaz para sostener lo que está por venir. En general, el trabajo de animación es bastante satisfactorio y permite disfrutar del filme de una manera muy agradable. Red es justo eso, un disfrute, un regalo al aficionado, un episodio independiente de una saga de inabarcable longitud, y uno que además se hace sin complejos, sin olvidar todo lo existente pero sin obligar más que en los detalles a que el espectador tenga un conocimiento previo de One Piece. No es que sea redonda, pero es bastante entretenida y se sostiene por sí sola, sumando dos claros valores que nos permiten hablar muy bien de la cinta.

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