Guion: Al Capp.
Dibujo: Al Capp.
Páginas: 272.
Precio: 64,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Septiembre 2023.
Hay tanto que ver en Li’l Abner, en cualquiera de sus libros, el primero (aquí, su reseña) o de este segundo que tenemos entre las manos que lo primero que hay que valorar es que una sola lectura no parece suficiente. Y una apresurada tampoco, porque Al Capp no para de meter información en esta sátira que va construyendo sobre el eterno choque entre la Norteamérica urbana y la rural. Estamos hablando de unos tebeos de muchas décadas de vida, y aún así en Li’L Abner hay elementos que nos lanzan de lleno a nuestra propia modernidad. Nunca se sabe cuánta ambición tiene un autor en ese sentido, y muy probablemente Capp lo único que quería era que los lectores pasaran un buen rato con su realidad, pero si la historia perdura y lo hace de esta manera tan intensa hay que considerarlo también como un mérito más de un autor que, voluntariamente o no, supo adelantarse al pensamiento de su época con una comedia ácida, cínica por momentos sin perder su etiqueta de para todos los públicos, y siempre con un ingenio fuera de la normal. Por lo menos, de lo normal en una época en la que la comedia era uno de los géneros de referencia de un arte que desde luego todavía no era considerado como tal. De hecho, si nos ponemos quisquillosos, en realidad tendría que hablar de una mejora paulatina en la serie.
Capp, de hecho, despliega una enorme cantidad de artificios narrativos que parecen muy modernos, y que de hecho se han utilizado en series publicadas en décadas posteriores. Eso habla de la enorme riqueza que hay en los planteamientos de Li’l Abner y hace que nos demos cuenta de que su autor demuestre una enorme inteligencia. Más aún, hay una destreza que supera los límites del formato escogido. No olvidemos que estamos hablando de tiras de prensa, que aquí vemos recopiladas en un libro de enormes dimensiones. La inmediatez que pide el lector actual puede llevarnos a pensar que hay demasiado texto, y sin embargo Capp lo que consigue es que no lo parezca, que la lectura sea fluida y que cada diálogo tenga un sentido como parte del retrato social que ya era pero en el que todavía se profundiza todavía más en estas páginas. Ojo, estamos hablando de los años 1937 y 1938, cuando el cómic en muchos sentidos aún estaba en pañales, y aún así las sensaciones que deja Li’l Abner son contundentes a la hora de analizar las relaciones sociales, la misma sociedad en la que se mueven los personajes, los amoríos, los rumores, la alta sociedad… No hay nada que se escapa al certero ojo de Capp.
Tampoco a sus lápices, que se convierten en el motor necesario para entender la obra. Es fascinante cómo aprovecha el medio en el que juega, cómo logra que cuente el escaso espacio que el texto deja para el dibujo de tal manera que se entiendan la historia y la comedia de manera inmediata. Y hay una mezcla deliciosa entre retratos de corte más o menos realista, según los estándares de la época y enfocándose sobre todo a los personajes femeninos, y la caricatura más evidente, que es la que asalta a algunos de los hombres que desfilan por estas páginas. Da igual que hablemos de las tiras en blanco y negro o que lo hagamos con las de color, Capp consigue que haya mucha vida en cada instante, con una expresividad fascinante en los rostros, usando notas manuscritas o periódicos para dinamizar la narración. Nada es superfluo en las páginas de Capp, y por eso Li’l Abner se lee con tanto agrado desde muchos puntos de vista, desde la misma comedia de la que parte hasta la crítica social en la que se centra. Es verdad que estamos hablando de cómics publicados en una época muy concreta, y que es necesario hacer un ejercicio obvio de contextualización para entender el mensaje en su totalidad, pero incluso desde la perspectiva más cautelosa la diversión se va abriendo paso de una manera muy atractiva.
El único contenido extra es una introducción de Bruce Canwell, con fotografías e ilustraciones de la época.
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