‘El pájaro y la serpiente’, de Borja González

Editorial: Reservoir Books / Penguin Random House.

Guion: Borja González.

Dibujo: Borja González.

Páginas: 192.

Precio: 23,90 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Septiembre 2023.

Tras The Black Holes y Grito nocturno, Borja González cierra El ciclo de las tres noches con El pájaro y la serpiente. Lo hace con una demostración muy poderosa del narrador que es, de la capacidad que tiene para contar mucho aunque diga poco, con un dominio excelso de la narrativa y del poder de la sugestión que le permite ir contando una historia de tradiciones que acaba siendo más turbia de lo que parece al principio. Retorciendo las reglas de la fábula, llevándolas a un terreno femenino cargado de misterio, con pinceladas que por momentos nos llevan a las Leyendas de Gustavo Adolfo. Bécquer y al momento siguiente a una forma de contar dibujando que bien se puede asimilar a la de Mike Mignola, por buscar un referente visual. Esta, no obstante, es una tarea innecesaria porque El pájaro y la serpiente, como todo lo que hace González, tiene una personalidad contundente y deliciosa que hace del autor un narrador de primer nivel. No sólo un historietista, sino un escritor con todas las letras, uno que se defiende con la pluma y con el lápiz. Hay tal poder hipnótico en estas páginas que acaba dando igual si esto forma parte de una trilogía, si hemos leído los dos libros que la completan o si es este nuestro primer acercamiento a la obra de González, hablamos de todas formas de una lectura sugerente y formidable.

El autor juega con nombres ya conocidos y con escenarios distintos, con un deseo irrefrenable de que haya magia, mística, un halo de misterio y quién sabe si incluso un toque de locura. ¿Es un sueño lo que nos cuenta para arrancar este viaje o los que estamos dormidos somos los demás? Una duda más que legítima que tiene una respuesta personal, del autor y de los lectores, lo que da una idea de lo profundo que es este cómic, de las capas que tiene, de las emociones que remueve y, por tanto, de lo bien contado que está, sabiendo dar una dimensión distinta a una narrativa singular y a una historia que gestiona emociones complejas entre sus personajes. A González no le da miedo que sus palabras escaseen o que se multipliquen, tampoco que sus diálogos lleguen a nuestro plano a medias. Fascina que la del hombre sea una figura ausente y que la de la mujer tenga todo el protagonismo desde perfiles además tan opuestos e imprevisibles. Y qué manera de retratar mujeres, sobre todo a su protagonista, sin necesidad de contarnos gran cosa. No con palabras, al menos. El juego que propone González es todo un reto, porque después de un comienzo casi onírico puede dejar la sensación de que nos falta información, pero hay tanta sensibilidad que podemos agarraron a lo intangible sin miedo a estar perdiéndonos nada. Por eso funciona su historia de la manera tan brillante.

Por eso pero también porque visualmente impresiona de una manera bárbara. Es un mérito incuestionable que hablen tanto unos personajes que no tienen rostro, sin ver más detalles hasta que dejan de estar en su lugar natural, en otro mensaje claro de la narrativa de González. O que lo hagan de una manera tan atronadora desde el silencio, por obra y gracia de un autor que domina la ausencia de palabras de una forma increíble. Pasa lo mismo con las tintas, con las sombras, con la oscuridad que da forma a la noche, siendo su principal escenario natural, o a interiores pensados para que jueguen un papel muy psicológico en la historia. Y el movimiento, líquido, fluido, hermoso en definitiva, que sirve para que las acciones más llamativas tengan un dinamismo que parece tan atronador como los silencios de los que hablábamos, dando sentido, sonido y movimiento a imágenes que nuestro cerebro sabe que están fijas en una página impresa. Fascina la redefinición que hace del cuento clásico, llevándolo a terrenos más propios de dramaturgos españoles que supieron asomarse a la feminidad con ideas modernas, pero incluso si eso no se produjera tiene una factura visual tan impecable que el paseo por El pájaro y la serpiente no decepciona en absoluto. Es un cómic espléndido, a la altura de su creador.

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