‘Quevedo’, de Pablo Durà, Jaime Martínez y Angie Suárez

Editorial: Cascaborra.

Guion: Pablo Durà.

Dibujo: Jaime Martínez.

Páginas: 64.

Precio: 17 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Mayo 2023.

Escritor del Siglo de Oro, caballero de la Orden de Santiago, secretario de Estado del Duque de Sicilia y, entre otras muchas cosas más, enemigo jurado de Luis de Góngora. Ese fue Francisco de Quevedo, uno de los nombres fundamentales de las letras españolas y una figura igualmente destacada por lo que vivió y por lo que escribió. Sirva esto como un dato esencial para entender lo complicado que es trazar una biografía de Quevedo, y más aún cuando esta apenas alcanza las 60 páginas. Eso es lo que intentan Pablo Durà, Jaime Martínez y Angie Suárez en Quevedo, que no necesita más título que el nombre de su protagonista, y el resultado no es nada malo, aunque se tenga la lógica sensación de que se ha tratado de alcanzar toda la dimensión del escritor como personaje de su época incluso aunque eso obligue a sacrificar información que nos serviría para entender mejor la secuencia o incluso el contexto en el que se desarrolla. En otras palabras, Quevedo, el cómic, es un complemento perfecto y muy entretenido para una biografía más académica del autor, para apoyar el estudio del mismo en las aulas o para deleite de quienes ya tengan un conocimiento previo sobre su figura, incluso para descubrirla tras leer estas páginas por lo llamativo de lo que cuentan en ellas Durà, Martínez y Suárez.

El trabajo de Durà es casi titánico por todo lo mencionado. Parece imposible resumir tanto en poco más de medio centenar de páginas, y más cuando su pretensión es empezar por el principio, por su nacimiento y sin dejar de lado su niñez o su juventud, cuando el Quevedo que hemos estudiado todos en los libros de texto todavía no existía. Desde esa perspectiva, el trabajo es encomiable y casi inmejorable, porque consigue abarcar prácticamente todo lo que es significativo en la vida de su protagonista. Y lo que es más complicado, consigue que suene con veracidad. Lo más difícil de mostrar a un personaje del que no hay registros hablados por pura lógica histórica es que tengamos la tranquilidad de sentir que le conocemos, y con este Quevedo sucede. Encaja el niño que es al principio con el adulto que va a mostrarnos y este con el escritor y hombre de su tiempo que por pura necesidad tiene que marcar el devenir de este cómic, del mismo modo que lo hace con cualquiera de las biografías que leamos sobre su figura, sea más breve o más extensa. Y de alguna manera, aunque el contexto como decíamos es lo que más sufre para entender todo lo que estamos leyendo sin más ayuda que la de estas páginas, nos sirve para hacernos también una idea bastante correcta del mundo en el que vivió. Poco más se puede pedir a un escritor con estas limitaciones.

MartÍnez corona bien el trabajo biográfico que supone el cómic porque hace de Quevedo alguien reconocible. Por lo que vemos en estas páginas, sí, porque encaja con la persona a la que conocemos de los retratos que han perdurado del escritor, pero también porque hay una coherencia temporal en lo que nos enseña. El paso del tiempo suele ser un reto para que cualquier ilustrador haga funcionar a sus personajes y en este caso ese reto se puede dar por superado con mucha categoría. De hecho, Quevedo funciona muy bien por la expresividad de sus personajes, como también destaca una ambientación histórica y escenográfica que potencia el color de Suárez. El álbum, por tanto, es todo lo completo que pudiera esperarse, porque sabe sacar partido de todo lo que puede usar y minimiza todo aquello que juega en su contra por simples cuestiones editoriales. Podremos discutir si alguien leería una biografía en cómic de Quevedo que abarcara, digamos, doscientas o trescientes páginas, pero lo que está claro es que esta pide a gritos más espacio. ¿Resta méritos esto al trabajo que finalmente se ha impreso? En absoluto, pero cuando hay autores que están disfrutando con lo que hacen y que están trasladando bien una historia o un mensaje es bueno que puedan hacerlo a lo grande y con absoluta libertad. Con todo, Quevedo es un tebeo más que recomendable.

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