Cine – ‘La Cocina del Infierno’, de Andrea Berloff

Título original: The Kitchen.

Director: Andrea Berloff.

Reparto: Melissa McCarthy, Tiffany Haddish, Elisabeth Moss, Domhnall Gleeson, James Badge Dale, Brian d’Arcy James, Margo Martindale, Common, Bill Camp, Jeremy Bobb, E.J. Bonilla, Wayne Duvall, Annabella Sciorra, Myk Watford.

Guion: Andrea Berloff.

Música: Bryce Dessner.

Duración: 102 minutos.

Distribuidora: Warner.

Estreno: 25 de octubre de 2019 (España), 9 de agosto de 2019 (Estados Unidos).

Estamos en un momento histórico en el que proliferan las historias de mujeres, las de mujeres que ocupan el lugar que, siempre entre comillas, pertenece a los hombres, y la clave para que estas historias funcionen está en que tengan un sentido real y no solamente la presencia de una cuota que hace tiempo que dejó de ser imprescindible en el terreno de la ficción, donde cada vez hay más y mejores personajes femeninos y autoras que saben interpretarlos. Ya no tenemos la necesidad de destacar una historia de mujeres por el hecho de serlo, y eso eleva la exigencia. Puede que ese sea el gran problema de La Cocina del Infierno, la enésima película que prescinde por completo del título del cómic que adapta en su edición española, creando una disociación que no puede ser buena tampoco. La película de Andrea Berloff adapta el cómic de Ollie Masters y Ming Doyle (aquí, su reseña) entendiendo bien su premisa pero tanto su desarrollo y dejando a sus tres protagonistas más desdibujadas de lo que estaban sobre el papel, dejando que la historia descanse demasiado en su sorpresa final para compensar que el descenso a los infiernos que tendría que narrar siempre parezca algo demasiado amable e incluso lindante con la comedia, cosa que se escapa en realidad de la idea original y, por momentos, de la misma película que nos ocupa.

No se puede decir que la película de Berloff, escrita también por su directora, no consiga entretener durante su algo más de hora y media de duración, pero da la sensación con frecuencia que eso es algo que emana del escenario y, en parte, del reparto que escoge, no tanto de su dirección o del propio devenir de la historia. Es sugerente, sí, que tres mujeres de mafiosos neoyorquinos se sientan con la capacidad de dirigir el negocio criminal de sus maridos cuando estos entran en la cárcel, pero lo cierto es que la película no termina de hacer que conectemos con esa parte del viaje. Importa más lo personal, y por eso decíamos que buena parte de la fuerza que tienen esos instantes nazcan del trabajo de Melissa McCarthy, Tiffany Haddish y Elisabeth Moss, que si bien tienen que lidiar con sus misma impronta, y en el caso de McCarthy ya sabemos que eso nos empuja a la comedia, consigan sacar el máximo partido de lo que les ofrece un guion quizá demasiado esquemático para narrar un descenso a los infiernos del calibre que desea presentar la película, como lo hacía el cómic con algo más de acierto. Es verdad que la ambientación de este Nueva York de hace unas décadas, más sucio y violento, menos cosmopolita, ayuda a que el cuadro general entre más fácilmente por la vista, pero no parece del todo suficiente.

Esto se puede achacar a que no queda del todo claro qué es lo que quiere contarnos La Cocina del Infierno o, mejor aún, en qué terrenos quiere adentrarse. Se acepta que quiera introducir momentos de distensión, incluso de comedia, pero los saltos que hay desde ahí al drama más duro se antojan demasiado amplios, demasiados sintéticos, como si nos faltara información o como si la que recibimos se hubiera simplificado sin más para que la podamos percibir de inmediato. ¿Y esto hasta dónde nos lleva? Pues por desgracia hasta pensar que La Cocina del Infierno es una suerte de oportunidad perdida, una película que nace más de una moda, incluso de una necesidad social de incorporar a la mujer a ámbitos que les estaban vetados hasta hace no tanto tiempo, pero no tanto del deseo de contar una buena historia, aunque en la película estén los mimbres necesarios para hacerlo, los que dieron forma al cómic de Masters y Doyle. No es ni mucho menos una película fallida porque tiene un buen trabajo de ambientación y algunas de las ideas potentes del cómic, pero no da la sensación de que llegue tan lejos como le habría gustado, por mucho que nos adentremos en ella con las ganas de disfrutar que suelen proporcionar todas las películas que hablan de la realidad criminal de una ciudad como Nueva York, mucho más una que nos invita a viajar al pasado.

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