Título original: Transformers: Rise of the Beasts.
Director: Steven Caple Jr.
Reparto: Anthony Ramos, Dominique Fishback, Luna Lauren Vélez, Dean Scott Vazquez, Tobe Nwigwe, Sarah Stiles, Leni Parker, Aidan Devine, Lucas Huarancca, Michael Kelly, Peter Cullen, Ron Perlman, Peter Dinklage, Michelle Yeoh, Pete Davidson, Liza Koshy, John DiMaggio, David Sobolov, Michaela Jaé Rodriguez, Colman Domingo, Cristo Fernández as Wheeljack, Tongayi Chirisa.
Guion: Joby Harold, Darnell Metayer, Josh Peters, Erich Hoeber, Jon Hoeber.
Música: Jongnic Bontemps.
Duración: 127 minutos.
Distribuidora: Paramount.
Estreno: 9 de junio de 2023 (España y Estados Unidos).
La vida cinematográfica de Transformers es bastante curiosa. Las más que discutibles interpretaciones de Michael Bay (aquí, crítica de la primera) han marcado un claro camino a seguir por muchos motivos, el fundamental el económico pues cada película lograba reventar las taquillas, y ese ideario todavía preside las películas de la franquicia. Pero algo ha cambiado. Bumblebee (aquí, su crítica) era una suerte de precuela que no tenía en sí demasiado sentido pero que resultaba bastante más entretenida que las grandilocuencias de Bay. El despertar de las bestias, por tanto, sigue el mismo camino. Es tan precuela como aquella, y de hecho hay referencias, tiene tan poco sentido en general como todas las películas de la franquicia… pero resulta lo suficientemente entretenida como para que veamos en ella una pequeña desviación de la guía de Bay que se agradece. Sí, la película tiene los tópicos de siempre, la más que manida historia de superación del componente humano del grupo, el uso de elementos clásicos de la franquicia que saben a poco (si en Bumblebee era la guerra en Cybertron aquí es el personaje de Unicron) y por supuesto la inexplicable batalla final de la que nadie va a pedir cuentas porque se trata únicamente de que seamos capaces de verlo casi todo y lleguemos al resultado que todos esperamos.
Sobra decir que lo más discutible de El despertar de las bestias es su guion. Y lo es, además, de muchas maneras. No hay que perder el tiempo en encontrar sentido al viaje dimensional o al hecho de que la película se desarrolle en 1994 solo para que veamos a las desaparecidas Torres Gemelas de Nueva York en muchas ocasiones. Los mensajes inspiradores no son tampoco nuevos, y la forma en la que este tipo de películas quiere jugar con la muerte de algunos de sus protagonistas es, como poco, tramposa y carente de toda la emoción que supo poner en este sentido la que sigue siendo la mejor película de Transformers, la animada de 1986 (aquí, su crítica)- Pero, claro, si todo esto no tiene el papel necesario, la presencia de Unicron es una oportunidad perdida, y así lo sentirán los seguidores más clásicos de la saga. Como tampoco terminarán de apreciar que nos pasemos más de la mitad de la película sintiendo que Optimus Prime es un personaje que poco tiene que ver con el idolatrado líder de los Autobots, por una inmotivada posición de desprecio hacia la raza humana que contrasta con su más que previsible colaboración con los igualmente inevitables personajes humanos que hay que meter en la trama. Por eso, lo mejor en esta película, aunque aquí lo digamos de una forma amable, es no buscarle tres pies al gato, porque si lo hacemos arruinamos por completo la experiencia de la película.
Y esta, casi habría que decir que contra todo pronóstico, no es nada insatisfactoria. Al contrario. El despertar de las bestias, que no siente la necesidad de equilibrar con precisión la presencia de Transformers y Beast Wars, tiene ritmo, empieza bien y aunque tarda un poco en colocar las piezas humanas después acaba logrando sus objetivos con relativa facilidad. La simplificación del diseño y las transformaciones de los emblemáticos robots ayuda bastante a que su diversión juvenil sea contagiosa, y las coreografías de acción de la película, tengan más o menos sentido, son bastante atractivas. Eso se convierte, de hecho, en lo más destacado de la película, una huida hacia adelante continua para encontrar un artefacto que puede provocar la destrucción de la Tierra y que, insistimos, es tan sencillo que no merece más discusión. Aunque resulte inevitable convertir a algún transformer en un secundario cómico, lo cierto es que las dinámicas entre los personajes no se desarrollan mal. Todo cumple razonablemente bien, y eso, si tenemos en cuenta que estamos ante la séptima película de la franquicia, es bastante elogiable en la película de Steven Caple Jr. Sin grandes nombres en el reparto, sin un director estrella, lo cierto es que Transformers encara bien el futuro, quien sabe si aprovechando lo que enseña en la habitual escena postcréditos.
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