Cine – ‘Nimona’, de Nick Bruno y Tony Quane

Título original: Nimona.

Director: Nick Bruno, Tony Quane.

Reparto: Ezra Miller, Michael Keaton, Sasha Calle, Michael Shanon, Ron Livingston, Maribel Verdú, Kiersey Clemons, Antje Traue, Ben Affleck.

Guion: Robert L. Baird, Lloyd Taylor.

Música: Christophe Beck.

Duración: 99 minutos.

Plataforma: Netflix.

Estreno: 30 de junio de 2023 (España y Estados Unidos).

Cuando la industria del cine bucea en el mundo del cómic, cuando encuentra tebeos interesantes que llevar a la pantalla y lo hace además con un trabajo de adaptación notable y sobre todo inteligente, no queda más remedio que rendirse a la evidencia. Y como todo eso sucede con Nimona (aquí, su reseña), lo que procede con esta película de dibujos animados es quitarse el sombrero y saludarla como un excepcional trabajo y una muy hábil adaptación. La Nimona de Joelle Stevenson tiene un tono concreto, que es el que se ajusta a lo que necesita el cómic. Y la Nimona animada que vemos en pantalla es distinta, y por eso, contando en el fondo lo mismo, son productos muy diferentes entre sí, aunque por supuesto también son tan complementarios como resulta deseable que lo sean. La película, que es lo que nos ocupa ahora, es una entretenidísima revisión de los cuentos de hadas, una fantástica explotación de un universo retrofuturista y medieval y un análisis sobre los arquetipos del héroe y del villano mucho más profundos de lo que pueda parecer al principio, exactamente igual aunque por distintos motivos que sucedía con el cómic, que a fuerza de moverse de manera inteligente por los temas propuestos nos convencía de tener una serie incluso inesperada. Y sí, es una película que ahora llamaríamos inclusiva porque, sorpresa, hay gays en este universo.

Nimona tiene una solidez notable desde el principio. No se entretiene en ponernos en camino, no tiene pánico alguno en enseñar sus cartas pronto. Y por eso desde el arranque tenemos claro que hay una pareja homosexual en el entorno menos previsible para los sectores más rancios (nada menos que entre los caballeros protectores del reino) y un evento traumático que genera un cisma en el sistema clasista que está a punto de romperse. Sólo con el planteamiento, ya podemos ver que hay temas de enorme resonancia social en la cinta, todas enfocada en un problema actual innegable, el miedo (¿el odio?) al diferente. Que eso se haga en un entorno de fantasía más o menos juvenil, con un monstruo cambiaformas con aspecto de niña o con un caballero que no sabe si es el bueno o el malo de la película, no resta un ápice de trascendencia a los temas que toca. Y viéndolo desde el lado opuesto, esa trascendencia, que la tiene, no limita en nada el endiablado ritmo que tiene la película, o el gran sentido de la comedia que tiene. Si hay algo que sorprende es que la película tiene tiempo para todo, para entretener, para pensar, para reír y para llorar, y hasta para dejarnos ese pequeño final abierto que, ojalá, nos conduzca algún día a una segunda parte, siempre y cuando se haga con la misma inteligencia que esta primera película.

Porque esa es la clave, la inteligencia. La hay en el trabajo de adaptación, porque se renuncia a una literalidad con respecto a la obra original que no tendría sentido en otro medio. La hay en el diseño, porque no hay necesidad de trasladar a la pantalla la forma en la que Stevenson creó a sus personajes, la fidelidad no es necesariamente una fotocopia y entenderlo es capital. La hay en el reparto, encabezado por Chloë Grace Moretz, porque todos se meten en los papeles de una manera muy agradecida. Y también en la historia, en sus temas, en sus metáforas y en sus militancias, que de todo eso hay en el marco de una aventura que funciona de maravilla a un nivel más superficial y también con la profundidad que queramos compartir con sus creadores. Lo bueno de las películas con mensaje es que no tienen que convencernos de que lo tienen, ni publicitarse a través de ello, y eso Nimona lo entiende y maneja de maravilla. Por eso tiene tanta emoción humana con la que es facilísimo conectar, pero también una agilidad visible en lo más inmediato, en unos diálogos brillantes, siempre al borde de la irreverencia, y en una animación fluida y dinámica, que da gusto ver tanto en lo más personal, y hay muchas secuencias que tocan la fibra, como en lo más épico, que también lo tiene. Nimona es un acierto a todos los niveles. Bravo.

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