Guion: Al Feldstein, Jerry de Fuccio.
Dibujo: Wally Wood, Al Williamson, Frank Frazetta, Roy Krenkel, Jerry de Fuccio, Bill Elder, Joe Orlando, Jack Kamen, Bernie Krigstein.
Páginas: 64.
Precio: 37,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Mayo 2023.
Todo viaje tiene un final, y el de Weird Science está en este cuarto volumen. Y en la despedida, las sensaciones son obviamente agridulces. Queremos más, porque todo lo que hemos visto ha sido gozoso, cada una de las pequeñas aventuras que han ido conformando esta colección (aquí, reseña de su primer volumen) ha ido creando un universo espléndido e imaginativo, cada una de ellas con sus propias normas e ideas, pero a la vez dejando la muy agradable sensación de que un nexo invisible les daba una cohesión envidiable. Y eso, todo eso, es lo que nos lleva a la parte más dulce de Weird Science. El salto al pasado que experimentamos en sus páginas es algo que no tiene precio. A veces pensamos que la nostalgia es el motor de este revival tan gigantesco que vivimos en nuestros días, que la sensación de que todo tiempo pasado fue mejor, que es algo artificial, es lo que nos mueve en el disfrute de estas historias. Pero no es cierto. La verdad es que Weird Science recopila historias maravillosas, seguramente más apreciables hoy que en su día, cuando se pensaba que estos cómics eran poco menos que un divertimento menor y pasajero. ¿Pero qué haría el nombre de Ray Bradbury por aquí si eso fuera así? Las adaptaciones de sus relatos, que ya hemos visto en volúmenes anteriores, no son sino la confirmación de que en esta serie hay muchas joyas que descubrir.
La antología siempre funciona, por mucho que sea la percepción que podemos tener hoy de este tipo de recopilatorios de revistas, que es como se publicaron de manera original estos relatos. El hecho de tener una publicación más barata como la de entonces o más lujosa como la de ahora no cambia la lectura, pero sí dignifica el contenido. Al Feldstein es el alquimista que firma la práctica totalidad de las historias que están acreditadas, incluyendo las tres adaptaciones de relatos de Bradbury que mencionábamos y una más de Otto Binder, quien pasó a la historia por sus historias del Capitán Marvel de Fawcett que después absorbió DC. Sería el camino más fácil, aunque quizá tampoco vayamos desencaminados, el de destacar estas como las obras más interesantes del libro, pero no será aquí donde restemos valor a las historias originales de Feldstein. Muchas de ellas se mueven en el espacio, en choques culturales, en civilizaciones futuras, y con temas que resultan muy actuales, como el desprecio al diferente que años después Stan Lee y Jack Kirby convirtieron en la base de sus X-Men. Hay mucha Flash Gordon, pero también influencias de los cómics de terror coetáneos que buscaban el impacto directo en sus finales. En definitiva, lo que hay es una variedad deliciosa, de esa que en las antologías funciona como parapeto extraordinario contra el aburrimiento.
A veces, solo a veces, cometemos el error de ver cómics como los de Weird Fantasy como antiguos, y hay que reconocer que desde esa perspectiva las páginas de estos libros son una sorpresa continua. Sí, se intuye su época, desde luego, se ve que son tebeos de los años 50, pero lo que nos ofrecen artistas como Wally Wood, Joe Orlando o Al Williamson, que ya son viejos conocidos de quienes hayan pasado por las páginas de los anteriores volúmenes de la serie, son trabajos espléndidos. La imaginación es la base, como tiene que ser lógico en una serie de esta naturaleza, pero no olvidemos que las historias de Weird Fantasy ponen mucho hincapié en la naturaleza humana. Por eso, el retrato tiene que funcionar y lo hace, los personajes son carismáticos y la apuesta por el realismo. Y ojo a las sorpresas que esconde el libro, porque algunos de sus relatos tienen páginas dibujadas por un tal Frank Frazetta. Esos pequeños hallazgos, ver nombres como los de Bradbury o Frazetta, son la guinda de un pastel delicioso, que se puede degustar en cualquier orden y tantas veces como se quiera. Esa es la magia de unos tebeos a los que se quiso matar en su momento desde alas conservadoras y que, en realidad, han tenido la misma capacidad de supervivencia que los logros científicos que sirven de excusa para sus historias.
El volumen incluye los números 19 a 24 de Weird Science, publicados originalmente entre mayo de 1953 y junio de 1954. El único contenido extra son las cubiertas originales.
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