Guion: Tatsuki Fuyimoto.
Dibujo: Tatsuki Fuyimoto.
Páginas: 208.
Precio: 9 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Abril 2023.
No es nada fácil hablar de un manga cono Goodbye Eri poque la etiqueta de experimental se la podemos asignar sin miedo alguno desde su primera secuencia. Es difícil no pensar también en la obra de Tatsuki Fujimoto como una película de corte minoritario, y de hecho juega con esa idea haciendo que el cine sea uno de los ejes principales sobre los que pivota. Lo hace en su historia, la de estudiante que crea una película en torno a la muerte de su madre que causa hilaridad entre sus compañeros pero no en una muchacha que siente fascinación por ella y le anima a rodar una segunda cinta. Y lo hace también en su enfoque narrativo, porque hay mucho lenguaje cinematográfico en las páginas de Fujimoto, de forma totalmente intencional. Pero volvamos al principio y retomemos la etiqueta esencial, la de experimental. No es fácil entender dónde están las fronteras de Goodbye Eri, dónde está la realidad y dónde empieza la ficción, qué quiere adentrarse en la esfera de lo íntimo y personal de sus dos protagonistas, que de alguna manera se asoman a una singular historia de amor, y qué se limita a ser una provocación en toda regla. Y ojo, este mismo carácter obliga a estar siempre con la guardia alta, porque es una lectura más compleja de lo que pueda sugerir su alto ritmo de lectura o incluso la edad y ambiciones de sus dos actores principales.
No se puede pensar en Goodbye Eri como en una historia convencional. Puede parecer algo evidente, pero la razón principal es que no lo es. Sencillo, ¿verdad? Pues no lo es. Una historia como esta tiene muchas lecturas distintas, y en todas podemos recibir mensajes muy diferentes, incluso contradictorios. ¿Es el muchacho a quien seguimos un genio o un fraude? ¿Es real la chica a la que conoce o no es más que un constructo de su imaginación en busca de una segunda película tan llamativa al menos como la primera? Podríamos seguir con las preguntas, porque una historia como esta deja muchas, y no siempre con respuestas, al menos no respuestas evidentes, aunque eso es algo que sobre todo queda claro tras una página final que tiene el propósito de socavar cualquier creencia que hayamos podido afianzar durante la lectura del manga. El caso es que, siendo tan experimental y jugando con reglas que no siempre son fáciles de entender, hay un disfrute evidente durante todo el viaje. La marginalidad en la que se mueven sus actores contribuye a que asimilemos la rareza, a que nos sintamos por momentos incluso partícipes de ella y que cada giro de guion, estemos o no dentro de una película, nos haga cuestionarnos muchas cosas, empezando por nuestra propia valoración hacia el filme con el que se abre el manga.
Fujimoto, de hecho, sabe volcar sus inquietudes en una forma muy atractiva de contar su historia. Sería exagerado hablar de que consigue emular el lenguaje del cine, pero desde luego se acerca a sus fronteras todo lo que puede. Y tiene mérito que lo haga sin la esencia del cine, el movimiento, pero no resulta difícil imaginar Goodbye Eri como un filme impreso, uno que desde luego quiere honrar a dos formas narrativas distintas pero hermanas. Tiene ideas visuales que funcionan así, planos fijos que sugieren que estamos delante de una pantalla, y todo ello está plasmado con mucha elegancia, con personajes bien diseñados y con una narrativa fluida que sabe asimilar esos dos lenguajes distintos sin aparente esfuerzo, dejando que nos concentremos en la historia. En esa elegancia hay un elemento casi imperceptible pero vital, y es que aprendemos a mirar a los dos protagonistas a través de los ojos del otro. Sutil, muy sutil, pero un elemento decisivo para que apreciemos el gran trabajo que hay em Goodbye Eri. Y sí, no deja de ser un manga raro y bizarro, uno que probablemente nos llevará a arquera las cejas en varias ocasiones y a tener que pensar cómo queremos diferir lo que nos cuenta. Pero eso mismo es el gran reto que nos propone. Reto del que sale más que airoso, dentro eso sí del cajón experimental del que hablamos.
Shueisha publicó originalmente Sayonara Eri en 2022.
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