Guion: Tanishi Kawano.
Dibujo: Tanishi Kawano.
Páginas: 160 cada uno.
Precio: 8 euros cada uno.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Febrero / Abril 2023.
Cuando el sexo es el motor obvio de una historia, es razonable pensar que hay una frontera en la que un autor tiene que pensar cómo lo va a afrontar, de qué manera lo va a mostrar y cómo va a marcar la historia. La de Tanishi Kawano en los dos primeros volúmenes de El bombero de los dedos de fuego es muy entretenida de analizar. Por supuesto, su excusa es razón más que suficiente para disfrutar de sus páginas, porque quien quiera calentarse lo va a conseguir sin problemas. Podemos pensar, y ahí es donde empieza esa parte más analizable desde otros puntos de vista, si es o no un manga eminentemente masculino, y por extensión hasta machista, y el caso es que su planteamiento parece llevarnos por esos derroteros. ¿Pero lo es? El detalle es deliciosamente divertido en ese sentido, y abre tantos debates como excitación hay en sus secuencias más explicitas. Porque esta se plantea como una historia en la que el placer femenino es el motor absoluto… aunque sea con obvia resistencia. No, no estamos hablando de que El bombero de los dedos de fuego se asome a conductas delictivas, ni mucho menos, pero sí es un obvio ejercicio de seducción en el que todas las armas están en manos del hombre… o eso parece mientras estamos viendo móviles sexuales. ¿Pero y si hay algo más? ¿Los roles son los mismos?
Esa es la clave con la que juega Kawano y el dilema que va cobrando fuerza con el devenir de las páginas. Bueno, una de las claves, porque, claro, su historia es un evidente juego sexual. Leído en solitario o en pareja, pone. Y lo hace porque, en el fondo, habla de una relación de deseo cruzado y cambiante, como si fuera un juego entre ambos en el que la estrategia lo es todo hasta que empieza el contacto carnal e incluso también a partir de ahí. Es verdad que Kawano transita por fronteras muy finas y hasta peliagudas, porque otorga todo el poder inicial al hombre, hasta el punto de que sólo el enorme placer que confiesa la mujer cambia la perspectiva de la toxicidad que sobrevuela la historia sin llegar a consumarse. Pero tampoco da la sensación de que El bombero de los dedos de fuego quiera ser un tebeo socialmente relevante o plantear debates sobre los roles de género y el deseo sexual, por mucho que sea algo difícil de esquivar. El manga, en sus dos primeros volúmenes, es exactamente lo que parece, un tira y afloja excitante por los momentos y los lugares en los que se produce el sexo. Poco a poco Kawano va introduciendo más elementos, y al sexo se une el flirteo, la necesidad e incluso el amor, y es por ese camino por el que se va enriqueciendo la relación entre los dos protagonistas.
No nos engañemos, el reclamo de dos cuerpos desnudos disfrutando es indudablemente el mejor reclamo y lo que mejor define El bombero de los dedos de fuego, toda vez que la profesión del actor principal masculino no es más que la excusa para arrancar la relación que lo define todo. El sexo es el reclamo definitivo y este manga se maneja muy a gusto en ese escenario. Es en las escenas de sexo donde Kawano disfruta a un nivel superlativo, experimentando posturas de placer y calentando así a su audiencia. La forma en la que dibuja cuerpos anatómicamente perfectos ayuda a que todos sus objetivos en estas escenas queden cumplidos, por supuesto sin que haya ningún atisbo de monotonía a pesar de la abundancia de relaciones sexuales en estas páginas. Queja ninguna en este sentido, porque las normas de Kawano están claras desde el inicio, y su destreza dibujando está a la altura de la excitación que quiere conseguir. Asumiendo el placer como la esencia de la serie, se agradece que lo pornográfico no sea lo único que se puede sacar de estas páginas. Visualmente hay dos personajes muy bien definidos, pero también hay un buen trabajo a la hora de enseñar las debilidades y fortalezas afectivas y emocionales que, en el fondo, forman parte del día a día de las sociedades modernas. Y aunque se llegue aquí por el sexo, se aprecia que haya algo más.
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