Guion: Osamu Tezuka.
Dibujo: Osamu Tezuka.
Páginas: 888.
Precio: 45 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Noviembre 2022.
Es indudable que los nombres de los autores condicionan, es así y negarlo sería absurdo. El de Osamu Tezuka, más que condicionar, llega hasta a intimidar. Puede que a Prime Rose, firmado por cualquier otro, pudiéramos achacarle algún altibajo en el ritmo o algún momento de desconexión con el cuerpo del relato, no en vano estamos hablando de viaje de casi 900 páginas, y eso es algo que las novelas río, y esta lo es, presentan como una característica bastante inevitable. Pero es que Tezuka es Tezuka, y cuando leemos una de sus historias, cualquiera, tenemos que hacerlo siendo conscientes de que el Dios del Manga se siente tan libre como para tener la confianza de contarnos lo que quiera. Y lo que quiere es extenso, complejo, un futuro con elementos de ciencia ficción que tiene un lógico reflejo en la sociedad de su época, una que se enfoca primero en intrigas palaciegas, desemboca ahí también, pero pasa por una fase de autodescubrimiento personal de la protagonista, una princesa que aprende por las malas lo complicada que puede ser la vida. Y todo ello, claro, aderezado por el estilo visual de un Tezuka desbordante ya desde el diseño de los personajes y las arquitecturas, pero que deja las mejores sensaciones con el movimiento, con los combates, con la gigantesca plasticidad que siempre supo darle a unos personajes de apariencia sencilla.
Una intriga palaciega pasada por el prisma de Tezuka es algo que suena muy, muy bien, y de hecho el arranque de la obra es muy potente en ese sentido. Pero Tezuka no se siente en absoluto encorsetado por esa fantasía inicial, y por eso Prime Rose tiene esa estructura tan poco convencional, al menos para quienes esperen los tres actos clásicos. Siendo una novela río, esto obviamente va por otros derroteros. Prime Rose es la clave siempre, en presencia y en ausencia, y el retrato de su vida es tan extenso que cuando llegamos al final de la obra lo que maravilla es su transformación personal, no deja de ser una adolescente que está aprendiendo a ser adulta a pasos forzados. Pero también es vital el mismo cambio social y político que se va produciendo al mismo tiempo, por eso hay tantos momentos climáticos y, de alguna manera, tantos finales, que además, si lo pensamo, tienen mucha lógica. Y por eso el disfrute se va midiendo por momentos y por emociones, porque todo eso es cambiante, los personajes van entrando y saliendo del mundo de Prime Rose y todos dejan su impronta. No es fácil salir de un libro tan voluminoso con la idea de haber aprovechado tanto cada uno de sus pasajes, desde momentos en los que la protagonista está al mando de lo que sucede hasta otros en los que la realidad pasa por encima de ella.
Pero claro, es que hablamos de Tezuka, y lo bien que escribía tenía además un reflejo en su enorme talento como narrador gráfico. No vamos a descubrir a estas alturas al mangaka más popular de todos los tiempos, el más universal, reverenciado e imitado, y por eso afrontamos la valoración de cualquiera de sus obras como la oportunidad de recordar su enorme talento. Y podemos detenernos en detalles precisos, claro. No es nada fácil tener a una protagonista de este calibre, de esta edad y de este porte, y que funcionen en ella momentos tan cambiantes. Es fascinante cómo recurre incluso a su desnudez sin caer en una manera de narrar sucia, o cómo juega con la caricatura cómica hasta en los momentos de mayor dramatismo. Pero lo hemos dicho antes, si hay un Tezuka que logra sobresalir en lo isual de Prime Rose es el más dinámico y cinético, el que imagina unas coreografías de batalla personal que resultan maravillosas, incluso escondiéndolas en una manojo de líneas entintadas para que sintamos eso, el movimiento. Prime Rose puede no ser una de las obras de mayor reconocimiento en la bibliografía de Tezuka, pero es imposible resistirse a sus encantos y, sobre todo, a su protagonista no sólo por su carácter sino por su papel hegemónico en la construcción de todo un universo que funciona en la misma medida que funciona ella misma.
Prime Rose comenzó a publicarse originalmente en 1982. El único contenido extra son unas notas finales de Osamu Tezuka.