‘La guía gaming con Gema Gamer’, de Álvaro Terán

Editorial: Fandogamia.

Guion: Álvaro Terán.

Dibujo: Álvaro Terán.

Páginas: 104.

Precio: 15 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Noviembre 2022.

A estas alturas ya tendríamos que tener más que asimilado que podemos reírnos de todo. No saber hacerlo es, probablemente, lo que fomenta que el fandom suela parecer que esta de uñas en redes sociales, ojo avizor para aquel pobre incauto que decida arremeter contra aquello que más nos gusta. Y en realidad, es mucho más sano disfrutar con todo, incluso con la sátira. Si no, revistas como El Jueves no podrían existir y autores como Álvaro Terán tendrían un poquito más complicado hablar de lo que realmente les apetece. En este caso, La guía gaming con Game Gamer encaja en todo lo dicho porque lo tiene todo. Una mujer hablando de videojuegos… y de aquella manera, riéndose de lo que para otros puede ser hasta sagrado. Pero hay que reírse y la forma en la que Terán lo hace, aunque a simple vista pueda parecer muy bestia, en realidad es bastante respetuosa. Uno no se puede reír de esta manera de algo que no conozca e incluso disfrute, y aunque tengamos en las manos una evidente comedia, una caricatura clara y sana ofrecida en píldoras que se autolimita a una página de extensión, al final cumple con esa función de guía para entender hasta dónde es capaz de llegar ahora mismo la industria del videojuego y, sobre todo, sus aficionados. Y sin mencionar Tomb Raider, que tiene su mérito.

En la variedad, desde luego, está el gusto de una aventura como la que propone La guía gaming con Gema Gamer, y eso supone hablar de los juegos más distintos entre sí, de la épica de Elden Ring al deporte de FIFA, pasando por el terror de Silent Hill, las peleas de Mortal Kombat, las risas de Super Mario Bros., el gamberrismo de Grand Theft Auto o el realismo de The Sims. Pero no solo de juegos vive el gamer, aunque sea obvio que en realidad es así, y el libro, el paseo que damos de la mano de Gema Gamer, se asoma también a su cultura, a las cosas que hacen, a los vicios que adquieren, a las diferencias que muchas veces solo ellos pueden ver entre consolas o mandos, a cómo afecta un juego a las relaciones personales o el sexo que hay en las pantallas. Hay de todo. Variedad, decíamos, y Terán lleva eso a rajatabla para que de verdad nos sintamos dentro del mundo de los aficionados a los videojuegos, seamos o no uno de ellos. Por eso, la principal virtud de La guía gaming es que, por sorprendente que pueda parecer, es un libro para todo el mundo, para reírnos con lo que sabemos y de lo que averiguamos, para entender por qué esta es la industria del entretenimiento que más dinero mueve y las razones por las que para tanta gente puede llegar a ser tan importante como la vida real.

Y eso, que casi podría inducirnos a pensar que es porque está tratado con una seriedad documental, se hace desde el punto de vista de la comedia, lo que, insistimos, tiene mérito y hasta una pizca de osadía que hay que tener en cuenta. La caricatura de Terán, no obstante, contribuye a relajar mucho el tono y la manera en la que se puede percibir el chiste. Si es una parodia, no tiene por qué ofender a nadie. Y si lo hace… Bueno, eso también está en la naturaleza de la parodia, pero no se puede decir que Terán engañe a nadie. Sus exageraciones visuales son evidentes desde el principio, desde la misma cubierta del libro, y por mucho que este sea un recorrido más o menos real sobre este mundo del videojuego, también es evidente que su estilo como dibujante tiene que quedar patente. Gema Gamer, casi como si fuera la conductora de una revista de terror clásica (otro elemento que se puede sacar de su parodia), nos cuenta tantas cosas que casi parece mentira que este sea un libro más o menos corto. Lo que está claro es que es intenso y divertido, que realiza un viaje muy completo sobre una realidad ante la que no se pueden cerrar los ojos y que cualquier tendría que poder entender como lo que es, un cariñoso tirón de orejas a lo que tiene este sector y a la vez un cálido canto de amor al uso de las maquinitas, de las viejas y de las modernas.

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