‘Dugan’, de David Braña, Alberto Cimadevilla y Carlos Mercé

Editorial: Sallybooks.

Guion: David Braña.

Dibujo: Alberto Cimadevilla.

Color: Carlos Mercé.

Páginas: 88.

Precio: 14 euros.

Presentación: Rústica con sobrecubierta.

Publicación: Octubre 2022.

A David Braña le gusta el futuro. Le gusta, por tanto, la ciencia ficción. Y le gusta dar un protagonismo en esos marcos a personajes distintos de los que suelen ser habituales. No es Dugan la historia de un héroe, aunque de alguna manera responda por momentos al estereotipo, tampoco la del ahora tan popular antihéroe, y no es una en la que el escenario quede por encima de la caracterización. ¿Y que es entonces Dugan? Pues determinarlo lo vamos a dejar en manos del lector, porque habrá quien vea esto como una interesante historia cerrada y quien la entienda como un prólogo que quién sabe si algún día tendrá una continuación que, la verdad, pintaría muy bien a priori. Lo que sí podemos decir es que Braña y Alberto Cimadevilla crean algo sumamente entretenido a todos los niveles, muy bien equilibrado y con la sensación de que a la vuelta de cada página hay sorpresas esperándonos. Y eso es lo que es valor a este tipo de historias, la frescura que los autores sean capaces de imprimir a algo que en principio podría sonarnos muy parecido a un elevado número de historias con las que puede guardar cierto parecido. Nada que temer en ese sentido, Braña y Cimadevilla cumplen y cumplen bien, con el misterio, con la adrenalina, con los personajes y con la ciencia ficción.

Braña cuenta toda la historia por medio de flashbacks que rellenan un interrogatorio. La forma determina mucho el ritmo, y este funciona siempre a favor de la obra. Cierto es que eso resuelve cualquier duda sobre el devenir del protagonista, pero eso es lo único que podemos dar por sentado antes de metemos en materia. A partir de ahí, hay un escenario sugerente, una época posterior a una guerra entre humanos y robots, una conversación que se manifiesta a través de diálogos bien afilados y que casi se puede entender como una partida de ajedrez, dos narraciones paralelas que se van intercalando con inteligencia y un ritmo tan cambiante cuando la historia lo necesita como atractivo en su conjunto. Braña acierta con el protagonista, prototipo del personaje que se ve envuelto en una aventura inesperada y que está más allá de sus posibilidades iniciales, perolo hace también en sus acompañantes, en la forma en la que juega con la robótica. Sí hay elementos que, ya lo decíamos, pueden entrar en el terreno del déjà vu, pero cuando eso llega estamos ya tan metidos en el relato que ni siquiera las referencias no buscadas que podamos localizar están esa frescura que hace de Dugan una lectura tan entretenida, que sabe aprovechar sus escenas de acción y, sobre todo, haciendo que el interrogatorio lo guíe todo desde una perspectiva muy cómoda.

Cimadevilla, por su parte, demuestra ser un ilustrador bastante versátil, uno que en una misma historia es capaz de mostrar registros distintos que enriquezcan el resultado final del cómic. Por ejemplo, la presencia de robots y androides en la historia le da esa opción de enseñarnos cosas diferentes, como se ve en las dos inteligencias artificiales que acompañan a Dugan, una concebida desde la seriedad de la ciencia ficción más dura y la otra desde una caricatura animada diferente, con ambas encajando además con brillo en el guion de Braña. Con unas onomatopeyas deliciosamente clásicas y un notable trabajo de color a cargo de Carlos Mercé, que sabe diferenciar las dos narraciones paralelas desde la paleta y también cada secuencia dentro de los flashbacks, lo visual pasa el desafío con nota. Con Dugan no tendremos la sensación de estar leyendo nada que reinvente el género, pero sí es todo lo que promete, uno de esos tebeos que proporcionan un entretenimiento espléndido que, como decíamos, bien podría ser la historia autoconclusiva que de cuando en cuando recuperaremos de la estantería o bien el comienzo de algo mucho más duradero. Solo nosotros, los lectores, podemos pedir más con nuestro apoyo a la obra. Y que Braña y Cimadevilla quieran seguir con el personaje, claro.

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