CÓMIC PARA TODOS

‘La flor que parecía bailar’, de Saki Tsukahara

Editorial: Arechi.

Guion: Saki Tsukahara.

Dibujo: Saki Tsukahara.

Páginas: 224.

Precio: 9 euros.

Presentación: Rústica con sobrecubierta.

Publicación: Abril 2022.

La sensibilidad es la baza más evidente de La flor que parecía bailar, la que se intuye en su historia desde la sinopsis y la que casi podemos notar desde su mismo título, metafórico y poético en toda su extensión y bellísima representación de esta historia de amor prohibido y negado en la primera mitad del siglo XX. Para alcanzar esos objetivos, Saki Tsukahara conjuga una narración muy íntima y por esa misma vía pausada con una manera puede que algo rápida de resolver toda la trama. No es un equilibrio fácil, porque habrá quien piense que la historia podría haber sido más trascendente de haber contado con más páginas que explicaran y justificaran la relación de amor que hay entre los dos protagonistas, y tambien quien entienda que incluso con esta extensión el ritmo es demasiado tranquilo, pero en general parece que las decisiones de Tsukahara son las correctas para conseguir lo que quiere, un retrato preciso del momento en el que los dos actores principales se reencuentran y que sirve para mostrar una faceta cultural japonesa fascinante y poco habitual. Y es que no solo de geishas viven los relatos de esta categoría, aunque sean ellas las que más suelen frecuentar la ficción narrativa que apuesta por este escenario y esta época. Bien está que, aprovechando la coyuntura homosexual del relato, se dé rienda suelta a otro tipo de personajes.

Con estas premisas, se puede entender que La flor que parecía bailar no es un manga sencillo como ya hemos comentado. Sus puertas se abren con la portada, la que nos sitúa en el espectro correcto y nada malinterpretable, aunque durante muchas páginas pueda haber cierta ambigüedad en la base del relato. Lo que Tsukahara nos quiere mostrar es un amor entre dos hombres. Ni amistad, ni admiración. Y eso, sumado al escenario, tiene mucha fuerza e incluso un carácter de clara vocación rompedora, más enfocada eso sí a lo social que a lo narrativo, a lo que acontece dentro del manga que a lo que pueda mover entre quienes asistimos al paso de sus páginas. A partir de ahí, con un ritmo claro y pausado, uno en el que cuenta tanto lo que se nos explica como lo que podemos inferir de cada escena a nivel emocional, la historia fluye y son los sentimientos los que hacen brillar casi todos los elementos del relato, y especialmente los que tienen que ver con el baile y la caracterización. Eso es lo que al final da sentido al amor y al desamor, que son los dos motores indiscutibles de lo que acontece en este manga. Volviendo a lo que mencionábamos antes, es verdad que hay ideas más ambiciosas de las que normalmente se suelen resolver en un volumen único como el que tenemos en las manos.

Siendo como es esta una historia tan profundamente íntima y emocional, guion y dibujo están obligados a ir de la mano. Sin enredarse demasiado, sin entrar en terrenos ambiguos Tsukahara sabe hacer un retrato eficaz a todos los niveles, en lo que tiene que ver con la documentación historia y, sobre todo, cuando los personajes entran en juego. El camino más fácil para dejar que los sentimientos afloren en la historia son los primeros planos, pero la autora no abusa de ellos, los usa cuando enfatiza, pero no tanto cuando insinúa, porque en esos momentos prefiere un lenguaje corporal más amplio o incluso un escenario que ayude a contextualizar el momento. No hay demasiado detalle en esos fondos, y la presencia de abundantes blancos en ese sentido da una imagen casi etérea en ciertos momentos, muy artística en consonancia con el escenario en el que tiene lugar la historia. La flor que parecía bailar juega con una habilidad notable para que los sentimientos soterrados se sientan a este lado de la página como si estuvieran a flor de piel, y da de esta manera un sentido narrativo a secuencias que, en el momento, parecen no sumar tanto como a lo mejor debieran si tenemos en cuenta esa teórica brevedad del relato. A cada traba, Tsukahara parece encontrar una buena solución, lo que sirve para que el despliegue narrativo sea más que convincente.

France-Shion publicó originalmente Makotoshiyaka ni Mau Hana wa en 2020.

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Esta entrada fue publicada en 24 agosto, 2022 por en Arechi, Manga, Saki Tsukahara y etiquetada con , .

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