‘Loba Boreal’, de Núria Tamarit

Editorial: La Cúpula.

Guion: Núria Tamarit.

Dibujo: Núria Tamarit.

Páginas: 224.

Precio: 27,50 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Junio 2022.

Por paradójico que pueda parecer, la eterna precariedad del cómic en España lleva ya tiempo desembocando en una prolífica cantera de autores que no se agota. Aún más, crece de una manera fascinante, con nuevas miradas, con ideas frescas, con artistas que llaman a la puerta de una manera contundente. Cuando nos asomamos a Loba boreal, esas son las sensaciones esenciales, las de estar ante una obra de una autora importante, Núria Tamarit, que sin embargo desborda juventud y que por ahora tiene un número muy reducido de obras publicadas. Y no es ese su mérito, no se trata de destacar algo por estar en los primeros pasos de una trayectoria artística, aunque desde luego haya de tenerse en cuenta por la firmeza de una narrativa que parece tener muchos más años como sustento, sino que Loba boreal funciona por la enorme sensibilidad con la que narra Tamarit. La suya es una obra que sabe utilizar la naturaleza como marco y como esencia, que tiene un evidente mensaje feminista, reivindicativo pero bien aplicado a la aventura y al género, y que sabe jugar con personajes complejos, con historia pasada pero jugando con un presente muy atractivo. Loba boreal no es una sorpresa, porque Tamarit es una realidad, pero sí merece los mayores elogios por su construcción y por su mensaje.

Más allá del envoltorio de género que utiliza, que es una notable reconstrucción de varias leyendas y mitos de origen natural, lo que de verdad importa en Loba boreal es el abanico de emociones y sentimientos humanos que va desplegando. Sí es cierto que hay un cierto uso del arquetipo en el que los personajes masculinos se convierten en el enemigo, pero no es algo que estorbe al mensaje. De hecho, le da cierta funcionalidad para entender por qué las mujeres a las que seguimos tienen que tomar las decisiones que toman y juegan el papel que les ha tocado en un mundo de codicia y poder, aunque sea en esferas reducidas, aquellas en las que la fuerza es el único argumento de los tiranos. Loba boreal es una lucha por la supervivencia a varios niveles, pero también una metáfora sobre la codicia humana, sobre la locura a la que nos vemos abocados cuando el oro está sobre la mesa y cuando la debilidad no frena a quien lucha por salir adelante. Tamarit despliega todos estos elementos teniendo claro que los saltos en el tiempo le son útiles, que sus personajes, siendo claros, no son planos, y que su historia, aunque nos vaya conduciendo a un clímax más o menos esperado aunque de resolución incierta, tiene un poder en su planteamiento y desarrollo que hace que se pueda desmarcar su juicio de la presencia o no de alguna sorpresa final.

En su propuesta visual, Loba boreal no se queda atrás. Tamarit diferencia bien las escenas del pasado, mucho más luminosas, de las de un presente que se intuye más peligroso y desesperanzado, y de esa manera, a nivel casi inconsciente, consigue que haya en Loba boreal algo por lo que pelear, un objeto de deseo que puede asemejarse a un paraíso imposible. La sencillez de los personajes fluye dentro de su narrativa, e incluso sabe convertir la naturaleza en un personaje más, uno con distintas caras, escenarios y criaturas. Esa manera de interconectar los elementos narrativos que pone en cada página hace que Loba boreal consiga sorprender en cada paso que da, en cada episodio, en cada mensaje que quiere trasladar. Su mensaje, su manera de reivindicar el papel de la mujer en historias en las que tradicionalmente no juega uno destacable, la forma en la que eso tiene sentido dentro de una historia y no como parte de una reivindicación vacía, es lo que eleva Loba boreal a convertirse en algo más que una nueva historia de género. Lo es, desde luego, y una muy eficaz, pero no es su única esencia, y eso hace que estemos ante un trabajo estimulante de una autora que sigue mostrando un nivel muy alto, con talento para contar historias y para crear personajes que sean significativos.

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