Título original: Transformers: War for Cybertron – Siege.
Director: Takashi Kamei, Kazuma Shimizu, KOJI.
Reparto: Jake Foushee, Jason Marnocha, Edward Bosco, Todd Haberkorn, Georgia Reed, Bill Rogers, Linsay Rousseau, Keith Silverstein, Frank Todaro, Mark Whitten.
Guion: George Krstic, F.J. DeSanto, Gavin Hignight, Brandon Easton.
Música: Alexander Bornstein.
Duración: 25 minutos por episodio.
Estreno: 30 de julio de 2020 (Estados Unidos / España, televisión).
Es curioso que apenas hayamos visto en detalle, en cualquiera de las muchas revisiones de Transformers, aquello que da origen a su mitología: la guerra entre Autobots y Decepticons en su planeta natal. Ese es el punto de partida, agradecido e interesante, que nos ofrece Asedio, primer acto en seis episodios de la Trilogía de la guerra por Cybetron, pero es un arranque que por varias razones no termina de alcanzar lo que sobre el papel podría haber sido. Hablamos de la guerra en Cybertron, pero es una miniserie en la que hay bastante menos acción de la que parece, por tanto también menos guerra de la que sugiere su título, y en cambio hay mucho dialogo que no termina de aportar algo nuevo según va alargando la extensión de la historia. Está constantemente anunciando algo grande que no termina de producirse, y se sostiene por el hecho de ser uno de los productos más oscuros, y por ende más pretendidamente adultos, que ha aportado la franquicia. Desde luego, nada que ver con el tono palomitero de Michael Bay o con la diversión aventurera de productos más abiertamente abocados a promocionar la extensa línea juguetera que, de hecho, es la razón de ser inicial de este mundo, y por eso, en realidad, la habilidad transformadora de su robots protagonistas es algo que vemos muy poco.
Cuando la historia arranca da la sensación de que estamos asistiendo a un prólogo de la historia que ya conocemos, a un preludio que tiene que ayudarnos a comprender por qué las huestes de Optimus Prime y Megatron están enfrentadas a muerte entre sí. Pero al final no es eso lo que recibimos, no del todo al menos, aunque ciertas partes sí conecten con habilidad con lo que podamos saber de la franquicia por sus populares manifestaciones. ¿Funciona? Sí, podríamos decir que sí, pero no enamora, y eso se debe fundamentalmente a dos razones. La primera, la necesidad autoimpuesta de moverse en torno a planteamientos muy filosóficos que, a base de ser repetidos, hacen que el ritmo de la serie sea muy irregular. Por ejemplo, ¿es interesante que Prime no sea el líder incuestionable que aprendimos a conocer? Desde luego, pero a base de ser cuestionado en público y en privado por Elita One, Ultra Magnus o Bumblebee, casi al final por todo Autobot que coge algo de protagonismo, llegamos a preguntarnos si su liderazgo es como debiera ser. Y esa sensación se puede extenderse a muchos elementos de Asedio… porque tampoco termina de concretarse todo lo que inspira el título. No es el relato bélico definitivo que uno podía esperar dentro del universo de los Transformers porque vemos menos de lo que nos gustaría.
La segunda razón cuestionable es el aspecto de la serie. Para todos aquellos que no terminaron de entender el amasijo de cables, planchas y junturas que eran los Transformers de las películas de Michael Bay (aquí, crítica de la primera) o para quienes siempre han reclamado un aspecto más cercano al original, al de aquellas maravillosas ilustraciones de las cajas de los primeros juguetes, el diseño de esta serie es muy atractivo. Pero en movimiento, cuando les vemos en acción en la pantalla, chirría. La animación, lejos de parecer moderna, da la sensación de ser más bien tosca y pesada, en terrenos muy alejados de lo fluido que podía ser el movimiento de series como la original o como algunas de las más modernas revisiones animadas. Quizá la oscuridad que preside la serie desde lo argumental se lleva por delante algo del tono clásico en este sentido. El caso es que consigue sus objetivos a medias, sobre todo cuando logra conectar con lo más reconocible, con la chispa vital, con el Arca con la que los Autobots dejan Cybetron, con el cambio de piel de Jetfire o con la traicionera y desmedida ambición de Starscream. Pero en general, incluso asumiendo que es un tercio de la historia de esta trilogía, puede dejar bastante frío al espectador medio.
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