Guion: Jeff Lemire.
Dibujo: Jeff Lemire.
Páginas: 240.
Precio: 25 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Abril 2022.
Nadie discute que hay dos terrenos en los que los autores que trabajan para el mercado norteamericano se desenvuelven casi con la misma soltura. Por un lado está el trabajo para las grandes editoriales, con franquicias y personajes de enorme popularidad y sobre los que hay un férreo control. Y luego están las historias propias, aquellas en las que, en sellos editoriales aparentemente más modestos pero cada vez más dominantes por calidad, los autores dan rienda suelta a proyectos mucho más personales y, seguramente por ello, provistos de una genialidad más común. Si esas etiquetas de verdad existen, El soldador submarino coloca a Jeff Lemire en la segunda de esas categorías. Habitualmente, Lemire suele ponerse en manos de otros dibujantes, pero también nos ha acostumbrado a ser autor completo, y cuando lo es siempre deja sensaciones indescriptibles. El soldador submarino es una historia de padres e hijos, de muertes y nacimientos, de esa fantasía que tanto le gusta a su creador, pero sobre todo de una narración exquisita y emocional, que cuenta algo muy, muy concreto desde temas que son obviamente universales, y con un escenario extraordinario, distintos y fresco. No será seguramente la obra que citará una mayoría de lectores cuando le preguntamos por lo mejor de Lemire, pero pocas le definen con tanta claridad.
Es evidente que hay un ejercicio bastante interesante en la búsqueda del escenario que da título a la obra, porque se sale de lo común, pero lo que de verdad resulta apasionante de El soldador submarino radica en las emociones, en que desde un único personaje protagonista, dominante hasta el extremo, vemos todo un universo incomparable. Esta es la historia de un hombre que va a ser padre y que desde su realidad y desde sus recuerdos comienza a darse cuenta de lo parecido que es a su padre fallecido. Un reloj despierta en él sensaciones que creía olvidadas, y que le acaban definiendo, como una suerte de legado inevitable. La fantasía, cuando se emplea con inteligencia, da lugar a las historias más complejas en lo emocional, pero desde luego eso es algo que se consigue cuando el autor brilla. Y Lemire lo hace porque su comprensión de los personajes es apabullante. No tienen por qué estar haciendo lo correcto, pero les entendemos, porque el autor juega con emociones que podemos asimilar pensando en nuestras propias vidas. El soldador submarino habla de relaciones humanas sin presentar héroes ni villanos, asimilando la realidad desde su imposible escenarios, jugando con fantasmas del pasado y miedos presentes, y su conclusión es tan hermosa que casi parece imposible no emocionarse con ella.
El estilo de Lemire como dibujante es, permítasenos utilizar el término desprovisto de toda connotación peyorativa, algo tosco. Sencillo, en todo caso. Sus personajes no apuestan por la belleza, y sus rostros son complejos, no están pensados para ser adorables. Pero hay tanta poesía en su dibujo que casi resulta una contradicción. Su puesta en escena es una auténtica barbaridad, y El soldador submarino destaca por su manera de narrar más que por el dibujo puntual, aunque incluso en este segundo terreno deja algunas páginas impresionantes, sobre todo aquellas que apuestan por ocultar los rostros y dejar que hablen tanto el escenario como la situación, las que acontecen debajo del agua de manera más obvia pero no exclusivamente. Narrar es eso, independientemente de que la expresividad de los personajes, fuera de toda duda en Lemire, se aleje de una belleza fotográfica. El blanco y negro apuntala la sensación de que esta es una historia muy personal y emocional, y da una fuerza tremenda a un escenario que nace de las emociones más melancólicas, incluso cuando se refiere a acontecimientos felices como el futuro nacimiento de un bebé, y eso hace que este tebeo sea una joya maravillosa, oculta seguramente tras el brillo comercial de otros tebeos de Lemire pero que forma parte de sus imprescindibles.
Top Shelf publicó originalmente The Underwater Welder en agosto de 2012. El único contenido extra es un portafolio de bocetos e ilustraciones comentado por Jeff Lemire.
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