CÓMIC PARA TODOS

‘El diablo y el señor Twain’, de Koldo Azpitarte y Mikel Bao

Editorial: Dolmen.

Guion: Koldo Azpitarte.

Dibujo: Mikel Bao.

Páginas: 192.

Precio: 19,90 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Febrero 2022.

Si para un autor ya es complicado meterse en la cabeza de un personaje de ficción y ser fiel a los planteamientos con los que ha sido creado desde cero, realizar el mismo ejercicio con un personaje real es todo un reto que exige de mucho valor para afrontarlo. Lo que Koldo Azpitarte y Mikel Bao nos ofrecen en El diablo y el señor Twain es un ejercicio brillante, de estilo, sí, pero a la vez narrativo y literario. Se trata de entender al personaje real, a un escritor al que todos conocemos por personajes como Tom Sawyer y Huckleberry Finn, pero a la vez a una persona de la que sabemos mucho menos, por no decir nada en muchos casos. La novela gráfica, densa por sus diálogos, por la documentación que ha manejado su escritor y por el ambicioso retrato del ámbito literario y social de su época que nos ofrece, es a la vez una forma sensacional de imaginar algo distinto, que exceda los márgenes de la biografía pero que a la vez sea capaz de responder a muchas preguntas sobre su protagonista, con un dibujo exquisito que sabe apostar por la sencillez para contar algo que no es fácil en absoluto. Es un cómic muy marcado por su protagonista y por su aspecto, pero que no solo no defrauda sino que se convierte en una muy agradable sorpresa que pone en valor todo lo que sus autores imaginan para llenar los huecos de los libros de texto.

El cómic tiene esa virtud y Azpitarte lo sabre y lo ejecuta, siente la libertad de manejar a su antojo a personajes que el lector tiene la posibilidad de conocer por otras vías y que no nos resulten extraños. Junto a Mark Twain vemos a escritores y científicos, sosteniendo largas conversaciones con el protagonista, ayudándonos a conocerle, a él y al diablo que le persigue. La enorme virtud de El diablo y el señor Twain es que tiene una ambición enorme en su planteamiento y, a la vez, no parece alejarse de lectores de todo tipo. Cierto es que se trata de una lectura exigente, pero lo compensa con creces con el enorme interés que tienen todas y cada una de las conversaciones que van construyendo la obra a través de sus episodios, con una estructura clásica y teatral que saben jugar con el género epistolar y con la puesta en escena dramática que requiere una historia de este tipo. Los toques sobrenaturales, porque el diablo no es algo figurado sino muy real, son la guinda a un viaje espectacular, el que nos ofrece Azpitarte para que Twain, a la vez alter ego y pseudónimo de Samuel Clemens con el que la persona está en permanente conflicto también, sea algo más que el conductor narrativo de un relato. No, El diablo y el señor Twain es algo mucho más profundo que eso, denota un gigantesco cariño entre escritores y un gusto por la historia realmente exquisito.

Si las pretensiones clásicas de Azpitarte son evidentes, en el caso de Bao acaban por ser la definición casi absoluta de la obra. El diablo y el señor Twain es uno de esos cómics que tienen un acceso más cómodo por su dibujo, sin que eso quiera decir que su trabajo sea una simplificación en ningún sentido. Sus personajes, sí, son esquemáticos, claros y directos, buscan que reconozcamos a cada uno de los actores de este drama de un simple vistazo, y aún así su eficacia es enorme. No es sencilla la convivencia de esta forma de entender el dibujo con un espacio tan reducido, siempre en viñetas de pequeño tamaño y en una rejilla clásica, sumado a una gran cantidad de texto, y Bao sale más que airoso de la prueba. Mucho más, porque, aunque pueda parecer mentira, a veces incluso podemos prescindir de las palabras para entender las emociones de personajes que se mueven en un mundo en el que las apariencias sociales juegan también un papel determinante. Su paleta de colores ayuda mucho a que entendamos El diablo y el señor Twain como un trabajo fascinante, que sabe jugar con la Historia y con la historia, con mayúscula y con minúscula. Bao entiende muy bien lo que le propone Azpitarte y, desde esa vía, es complicado que el lector no pueda entrar en el juego que le proponen ambos autores.

El único contenido extra son dos textos ilustrados de Koldo Azpitarte y Mikel Bao.

Captura

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Esta entrada fue publicada en 7 junio, 2022 por en Dolmen, Koldo Azpitarte, Mikel Bao y etiquetada con , , , .

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