Guion: Tomo Kurahashi.
Dibujo: Tomo Kurahashi.
Páginas: 192.
Precio: 9 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Marzo 2022.
Hay una cierta sensación de sorpresa en la lectura de lo que nos cuenta Tomo Kurahashi en ¡Formemos una familia!, y el grado en el que lo percibimos así es lo que nos llevará a concluir con mayor o menos firmeza que estas historias forman parte de lo necesario a nivel social. El protagonismo de este manga es para una pareja homosexual que, casi por sorpresa, se ve obligada a criar a una niña. No vamos a desvelar muchos pormenores del retrato que hace de esta nueva tipología de familia, insistimos, necesario para visibilidad Lizárraga algo que tendría que ser normal y por desgracia todavía no ha terminado de serlo en todos los estratos sociales, pero si es importante hablar de que hay sexo gráfico y explícito en el marco de esta historia. Y es curioso, porque lo hay de una manera relativamente tardía, cuando el manga que tenemos entre manos ya parece que va a tomar otros caminos que no tienen nada que ver con este. Esas secuencias no merman el interés que pueda tener el relato, al contrario, añaden un elemento más que hay que tener en cuenta en la vida cotidiana de una pareja con niños, pero sí choca por cuándo llega, aun con toda la naturalidad con la que se presenta y por la fluidez con la que los diálogos nos recuerdan el realismo que hay en el escenario que vemos, que al final es el aliciente esencial.
El gran valor de la historia de Kurahashi es precisamente ese, el hecho de presentar una historia que pueda resultarnos ajena en muchos aspectos, incluso en alguno que no sea la orientación sexual de los dos hombres protagonistas (¿de verdad sigue haciendo falta insistir en que una historia protagonizada por dos gays no es solo para gays?), pero con la que se puede sentir mucha empatía. O incluso dar ganas de entrar en debates sobre lo que cualquiera de nosotros podría hacer en las circunstancias que se presentan, que eso también lo fomenta este manga. Kurahashi se preocupa de mostrar solo lo que le interesa para construir una historia positiva y optimista, una en la que tener dos padres y una madre ausente no solo no es problema sino que es algo que la pequeña protagonista lleva con orgullo. Es verdad que hay muchas situaciones planteadas que se quedan en simples esbozos, problemas y dificultades que podrían haber actuado como motores principales de otros relatos y que aquí no son más que un telón de fondo, pero esa es la elección de Kurahashi, es consciente y no merma el mensaje que quiere trasmitir, el que se refleja en el entusiasmo de las interjecciones de admiración que hay en el título. Incluso el sexo se presenta como algo tan cotidiano que se acepta con normalidad aunque ya no se esperase.
¡Formemos una familia! es un manga amable, y lo es también en su dibujo. Se trata de que las cuatro puntas del cuadrado vital que vemos generen simpatía, que la madre, la hija y los forzados pero encantados padres de adopción nos guíen por sus vidas de una manera cálida y cercana, y todo eso se consigue con mucha facilidad. Kurahashi sale airoso de uno de los principales retos que le proporciona la historia, el de que los abundantes primeros planos con los que trabaja sean significativos y que desde un primer vistazo podamos sacar rasgos de personalidad de quien centra cada escena. Y en el caso de la pequeña, que la veamos como lo que es, como una niña de corta edad que mira y se mueve como tal, no como una adulta de tamaño reducido. Naturalidad, lo hemos dicho ya, esa es la apuesta de ¡Formemos una familia! y lo que hace que su lectura sea muy agradable. Podemos caer en la tentación de pensar que esa sencillez por la que opta resta algo de cierta trascendencia al conjunto final, pero es justo al contrario, es la mejor vía para que entendamos que, sin necesidad de llevar en la portada la etiqueta de historia real, sí estamos viendo algo que podría suceder perfectamente en la puerta de al lado. Historia y dibujo llegan con una claridad rotunda en ese sentido. Y se agradece.
Takeshobo publicó originalmente Kazoku ni narouyo en 2017.
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