‘Perdidos en el futuro 1. La tempestad’, de Damián y Àlex Fuentes

Editorial: Astiberri.

Guion: Damián.

Dibujo: Àlex Fuentes.

Páginas: 128.

Precio: 13 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Marzo 2022.

Dentro de la gigantesca oferta de cómic que hay ahora mismo en España, a veces da la sensación de que el cómic juvenil e infantil lo tiene un poco más difícil que las historias adultas que pueblan las estanterías. Y eso nos sitúa en un riesgo que sería bueno que evitáramos, el de pensar que en estos tebeos para los más pequeños no hay al menos el mismo talento que en aquellos para lectores de más edad. Damián y Àlex Fuentes no solo han trabajado ya juntos, sino que dominan muy bien ese escenario en Perdidos en el futuro, que arranca con un primer volumen, La tempestad, que más allá de shakespeariano título es una espléndida presentación de una fantasía juvenil muy imaginativa, de esas que empiezan con una casualidad que no necesita mayores explicaciones y que se construye sobre dos pilares: la aventura, la fantasía, lo exótico, algo que llame irremediablemente la atención de los jóvenes lectores, y la personalidad de los protagonistas, algo que permite entablar conexiones con la realidad cotidiana de quien coja este libro entre sus manos. Y eso sin olvidar que estamos ante un primer número, lo que nos deja claro desde ya que hay una voluntad de que dure este viaje por mundos fantásticos llenos de seres extraños, aunque no sea el Dragones y mazmorras animado que sin duda está entre las motivaciones de los autores.

Lo mejor que hace Damián es escribir para niños sin que parezca que se ha sentado a escribir para ellos. Si uno piensa en algunos subtextos o incluso en algunos de los giros que hay en el relato, no parecen los más indicados desde lo socialmente aceptado como correcto para lectores de corta edad, pero ahí están estos detalles que complementan con mucha eficacia una aventura colorista y muy movida. Damián va directo al grano, y solo necesita una sucinta y breve presentación de los cinco muchachos cuyos pasos vamos a seguir en Perdidos en el futuro antes de lanzarnos de lleno al viaje que adelante el título. Poco a poco, el autor nos va hablando de amistad en diferentes grados y con distintos condicionantes, siempre desde la óptica de las necesidades de un grupo de muchachos cuyas vidas están objetivamente en peligro en un lugar que no conocen ni comprenden. No es fácil retratar a niños comportándose como tales en un escenario que les empuja a ser adultos, pero Damián hace un muy buen trabajo en este sentido, sobre todo porque no se olvida de que sus personajes están en constante evolución. Tenue, si se quiere, incluso previsible en algunos momentos (en el fondo, son niños, y unos además que tienen su firma de ser muy marcada), pero muy bien llevada para que esté siempre integrada en la historia.

El dibujo de Fuentes puede parecer algo más chocante para quien espere algo más tradicional, pero no por ello deja de ser adecuado para un cómic infantil. Al contrario, su estilo encaja bien en la forma de este primer mundo que vemos en Perdidos en el futuro, y amplia horizontes, que es algo que también contribuye a la comprensión lectora de los más jóvenes lectores de cómic. Fuentes utiliza una paleta de colores curiosa desde la primera secuencia, la que tiene lugar aquí y ahora y profundiza en estas sensaciones según se va desplegando lo más extraño del tiempo que visitan y se impone la magia dentro del relato. Pero lo bueno es que Fuentes, al igual Damián, nunca pierde el foco de lo importante, que son los muchachos protagonistas. En ellos se centra de una manera firme, y aunque no se acerque al género de una manera convencional, de hecho eso es algo que se agradece mucho, acaba convenciendo con mucha facilidad. La tempestad es un arranque notable para Perdidos en el futuro sobre todo porque consigue partir de un escenario que no nos resulta ajeno, cuántas historias habrá sobre grupos de chavales que se ven arrastrados por casualidad a un mundo extraño, para convencernos de que todo es posible desde la frescura y la originalidad. No se puede pedir mucho más a un primer número que apuesta por convencer al público más difícil, el de los niños.

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