Título original: Doctor Strange in the Multiverse of Madness.
Director: Sam Raimi.
Reparto: Benedict Cumberbatch, Elizabeth Olsen, Xochitl Gomez, Rachel McAdams, Benedict Wong, Chiwetel Ejiofor, Julian Hilliard, Jett Klyne.
Guion: Mihael Waldron.
Música: Danny Elfman.
Duración: 126 minutos.
Distribuidora: Disney.
Estreno: 6 de mayo de 2022 (Estados Unidos / España).
El cine de superhéroes ha tenido siempre una losa no reconocida, y es la necesidad de establecer los orígenes de cada uno de los personajes que aparecen en pantalla. Marvel Studios lleva ya nada de una década dando forma a su universo, y ese peaje ya no firma parte de sus obligaciones en cada película, pero, quizá nadie había entendido el espíritu del cómic en ese sentido como lo hace Sam Raimi en Doctor Strange en el Multiverso de la locura. Y lo hace, además, firmando una película de autor, una en la que se reconoce el sello Raimi, el que le sirvió para forjar su trilogía de Evil Dead y la de Spider-Man (aquí, aquí y aquí, críticas de las películas). Es verdad que las expectativas eran elevadísimas, y que no todas quedan del todo satisfechas, pero el entretenimiento que proporciona la película en su ajustada curación de 126 minutos es tremendo. El ritmo es demoledor y es agradable el cariño con el que se trata a todos los personajes, que encajan en los cómics de los que surgen y en la continuidad de lo que hemos visto en el cine. Raimi no firma una secuela del Doctor Strange de Scott Derrickson (aquí, su crítica), sino una nueva aventura, un arco argumental de cómic que se entiende por sí solo pero que a la vez encaja como un guante. Y con tantas sorpresas en su metraje y en sus dos escenas postcréditos, sobre todo en la primera, que es un gran deleite para el fan.
Raimi aporta por fin algo de terror al universo Marvel, de la manera en la que lo quiso hacer en la presentación del Doctor Octopus en Spider-Man 2, pero aplicándolo al mundo de las artes místicas y la brujería que encarnan el propio Doctor Strange y la Bruja Escarlata. No parece necesario explicar por qué ese escenario es tan perfecto para que Raimi despliegue todo lo que sabe hacer y nos recuerde que la autoría no está reñida con el imperio del ratón en el desarrollo del universo Marvel. Y no hace falta explicar que el Multiverso tiene un papel fundamental en la película, es lo que más expectación generó, pero no se lleva por delante lo más importante de la historia, que es la motivación de Stephen y la de Wanda. Ellos son los motores de una historia en la que, sí, podríamos encontrar agujeros de guion si nos pusiéramos quisquillosos, pero en la que lo mejor es dejarse llevar y disfrutar con lo que Raimi ha montado: un espectáculo superheroico de terror que respeta la continuidad, al espectador y al material de referencia, el del cine y el del cómic, y en el que aprovecha todas las posibilidades que tiene la propuesta, las argumentales, las cuales no merece la pena debatir abiertamente para no arruinar a nadie la experiencia, las visuales (asombra que Marvel Studios no haya ganado aún un Oscar a los mejores efectos visuales) y las de un reparto espléndido.
Ya no vamos a descubrir a Benedict Cumberbatch, un actor enorme con una voz portentosa y sin miedo alguno a meterse en la piel de un personaje de cómic como este. Tres cuartas partes de lo mismo habría que decir de la maravillosa Elizabeth Olsen, que dio un paso de gigante en la construcción de Wanda en Bruja Escarlata y Visión (aquí, su reseña) y que aquí corona su obra de manera soberbia, con un trabajo lleno de matices, imponente en muchos momentos. Y entre todo lo que se mueve a su alrededor, hay que destacar el afortunado regreso de Rachel McAdams y la aparición de Xochitl Gómez, dando vida a un personaje, América Chávez, que está llamado a formar parte del relevo generacional de Marvel que está ya puesto en marcha desde Endgame (aquí, su crítica). Raimi, que no duda en llevar todo esto a su terreno, cameo incluido de Bruce Campbell o con una espectacular banda sonora de Danny Elfman, se lo pasa tan bien dando vida a esta historia de corte tan clásico, que consigue minimizar cualquier defecto que pueda tener. La película es una magnífica manera de continuar con la historia del Doctor Strange, de la Bruja Escarlata y del propio Universo Marvel. El Multiverso da juego, se demostró con Spider-Man. No Way Home (aquí, su crítica) y Raimi prolonga sus posibilidades, sumando un terror que no habíamos visto y que supone una gozada visual y argumental.
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