‘La bibliotecaria de Auschwitz’, de Salva Rubio y Loreto Aroca

Editorial: Planeta Cómic.

Guion: Salva Rubio.

Dibujo: Loreto Aroca.

Páginas: 144.

Precio: 20 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Abril 2022.

No, no vamos a ser injustos con La bibliotecaria de Auschwitz, no queremos serlo, y lo vamos a dejar claro desde el principio. No vamos a juzgar este cómic únicamente por ser lo primero que se nos dice en su cubierta, que es la adaptación de una novela, la de Antonio Iturbe, ni pensar por ello que forma parte de una corriente de traslaciones literarias a las viñetas como si fuera una moda, aunque lo pueda ser de alguna manera. No vamos a pensar tampoco que Salva Rubio ha encontrado un escenario de confort en las historias peculiares que acontecen en campos de concentración por mucho que también sea el autor de la notable El fotógrafo de Mauthausen (aquí, su reseña). Tampoco queremos ceder a la tentación de evaluar a Loreto Aroca solo por el hecho de que esta sea su primera novela gráfica, como si eso pudiera eximir a la autora de un análisis más severo. ¿Y sabéis por qué no hacemos todo eso? Porque si solo dijéramos esto, se nos podría pasar lo esencial, que esta es una historia espléndida, que está adaptada de lujo y que está dibujada con un cariño impresionante. Eso cuenta más que las etiquetas, los encasillamientos, las referencias o los juicios apriorísticos de los que hablamos, y por eso es importante que, aún mencionando todo esto, que es cierto, haya que dar más valor a la notable experiencia que supone la lectura de La bibliotecaria de Auschwitz.

Nunca es sencillo separar los méritos de la novela original de los de su adaptación a cualquier otro medio, y quizá en el cómic es aún más difícil de hacer que en el cine, la televisión o el teatro, por lo menos a la hora de evaluar su guion. Pero hay que hacerlo de manera positiva, sobre todo en cuestiones de ritmo. Se entiende que una de las primeras labores del escritor del cómic está en la síntesis del material original para adaptarlo al espacio que da una novela gráfica, siempre inferior al de una novela, y ahí Rubio se maneja con mucha comodidad. ¿El mejor síntoma? Que no da la sensación de que nos hayamos perdido nada en esa transformación, que todo lo que es importante se ve y se siente. La historia sigue teniendo la fuerza que necesita y sobre todo coherencia en las relaciones humanas que giran en torno a la pequeña Dita, auténtico motor emocional de la obra y conductora del relato a través de unos cartuchos de texto siempre adecuados en presencia y contenido. Por supuesto, lo más importante es el personaje principal y el grado de credibilidad que le demos en el marco en el que acontece el relato, el más terrible de los campos de concentración nazis, y teniendo en cuenta además que lidiamos con hechos reales. Y aunque casi parezca ciencia ficción ante semejante leyenda, todo funciona con admirable facilidad.

Si depende de él en alguna medida, cosa que siempre queda en los despachos editoriales que no trascienden de primeras, Rubio tiene buena mano para elegir dibujantes, porque Aroca, y aquí sí vamos a tirar de tópico, no da la sensación de estar enfrentándose a su primer gran cómic. Es cierto que un primer paso fundamental en su trabajo es el retrato de la protagonista, encantador y maravilloso, el elemento más natural y admirable de su trabajo, y eso puede nacer de su experiencia como diseñadora de personajes, o incluso de una ambientación espléndida e histórica, reconocible y notable. Pero todo eso se tiene que mover a través de las viñetas, y su narrativa es también sobresaliente. No solo dibuja una historia, sino que nos mete de lleno en ella, en su terrible marco y en lo que percibe Dita, y se muestra como una ilustradora versátil, capaz de hacernos partícipes de cualquier proceso emocional que haya dentro de una historia. Así, y por si no ha quedado claro, La bibliotecaria de Auschwitz es un relato apasionante, en su formato original y en su traslación al cómic, que habla muy bien de dos autores jóvenes que tienen las ideas muy claras y que ojalá sigan mostrándonos obras de este calado. Rubio, de ocupaciones muy versátiles, ya lo había hecho, pero Aroca se suma a esa proyección con una firmeza que merece todos los elogios.

El contenido extra lo forman un dossier histórico de Salva Rubio y bocetos de Loreto Aroca.

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