‘Morder la manzana’, de Leticia Dolera y Raquel Riba Rossy

Editorial: Planeta Cómic.

Guion: Leticia Dolera, Raquel Riba Rossy.

Dibujo: Raquel Riba Rossy.

Páginas: 264.

Precio: 25 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Febrero 2022.

Hay un tópico que se repite una y otra vez al habla de la mujer y es la supuesta rivalidad femenina que tiene que darse de manera natural entre ellas. Tópico y, por qué no hablar con claridad, falsedad, como tendríamos que saber ya cualquiera de nosotros simplemente mirando a la vida real. En todo caso, siempre es agradable ver al mundo del arte, y al del cómic en particular, rompiendo de cuando en cuando ese falso mito, asistiendo a la colaboración entre dos mujeres… y encima trabajando sobre un manifiesto feminista puro, contemporáneo y contundente, personal en definitiva de quien inspira la obra que ahora tenemos entre manos. Eso es Morder la manzana, el libro que escribió la actriz y directora Leticia Dolera para explicar lo imprescindible que resulta ser feminista, pero de verdad, no con etiquetas, y lo es también en la novela gráfica que ha construido Raquel Riba Rossy a partir de ese texto. No es fácil apropiarse de una manera tan sincera de algo tan contundentemente feminista, de un manifiesto que resulta tan íntimo y propio, pero no olvidemos que Riba Rossy, a través de su alter ego Lola Vendetta ha transitado ya con éxito por estos mismos caminos, así que sabe perfectamente de lo que habla. El resultado es un libro que se lee a una velocidad tremenda mientras sus mensajes van calando con una rotundidad tremenda.

Es obvio que Morder la manzana tiene sus dosis de polémica. Es un libro radical en su pensamiento y que nace de realidades que nadie debería negar, aunque los diagnósticos y las soluciones no sean coincidentes en todos los análisis. Está pensado para que se mueva algo más que el simple paso de las páginas. Dolera lo sabia, era su objetivo evidente, y Riba Rossy recoge ese guante sin miedo alguno. Bravo por ellas, bravo en este caso por ella, por Riba Rossy, porque no es tan sencillo asumir la primera persona en un discurso que, aún tratando cuestiones universales, se antoja muy personal. Polémica, decíamos, y la hay, claro, no puede ser de otra manera en un libro que abarca tantas situaciones de nuestra realidad. Lo que está claro es que cada uno de sus capítulos nos va a hacer pensar, y ese es un objetivo irrenunciable de este libro, en formato novela o como cómic. Si no leemos una obra de esta naturaleza con intenciones críticas, y autocríticas también, el gran perjudicado no va a ser el feminismo, sino directamente el pensamiento. Da igual la conexión que uno pueda tener con las autoras a nivel personal, su discurso es legítimo y está muy bien hilvanado. Reconozcamos eso y, desde ese punto, entremos en el juego que propone con inteligencia, en el debate y, sobre todo, en las soluciones a un problema que, perdonen los que aún no lo vean, es real.

Riba Rossy lleva ya años haciendo que su estilo de dibujo sea su marca feminista más primaria, la primera que vemos antes de lanzarnos al contenido de su obra. Ahora parece imposible no ver un cómic suyo y recordar los momentos más salvajes en ese sentido de Lola Vendetta, aunque ella misma ha madurado como autora desde esos años y Morder la manzana se siente casi como una extensión natural en su trayectoria. Su personaje de Leticia es casi una hermana de Lola, y tiene todo el sentido que sea así. Su manera de contarnos lo que Dolera llevó a su libro, a veces con una narrativa secuencial de cómic clásico y a veces con herramientas propias del libro ilustrado, se nos antoja ideal para, de alguna manera, condensar todo lo que hay en la obra original y que al mismo y tiempo deje la sensación de que estamos leyendo un libro de Raquel Riba Rossy. Y sí, lo es. Obviamente, la sinergia manda, y la colaboración es publica e incluso necesaria, compartida hasta en el tamaño con el que el nombre de ambas mujeres aparece en la portada de la novela gráfica, pero el dibujo es tan apasionado como en anteriores obras de Riba Rossy, lo que hace a Morder la manzana digno merecedor de un hueco en la misma estantería desde la que Lola Vendetta sigue velando por las mujeres y por el mismo feminismo que abandera esta obra.

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