Guion: M. Chandler.
Dibujo: Linus Liu.
Páginas: 328.
Precio: 18 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Diciembre 2021.
Si en los Clásicos Manga podemos trazar una serie de líneas comunes, la revisión que hacen M. Chandler y Linus Liu de Frankenstein, la novela de Mary Shelley, parece alejarse un tanto de ellas, por su género, por el hecho de aproximarse a una versión primitiva de la historia, con matices distintos de la que se considera definitiva, y porque su ritmo es cambiante, dependiendo de que su narrador sea Víctor Frankenstein o la propia criatura que crea y le atormenta. Cambia mucho entre estas dos caras, y casi siempre da la sensación de que su protagonista es un ambicioso doctor y no una horrenda criatura, sensación mucho más acusada de lo que el cine nos ha dado entender con la notable excepción de la película de Kenneth Branagh. Se puede pensar que esta vía es menos espectacular, pero sí encaja con lo que quieren los Clásicos Manga, que redescubramos obras inmortales de la literatura de una manera entretenida a la par que respetuosa con el material de referencia. El terror, eso sí, está casi siempre como telón de fondo, y no hay escenas verdaderamente explícitas que nos lleven a los códigos del terror más actual. No le hace falta, en realidad, porque los dos personajes protagonistas brillan con la suficiente intensidad como para que destaque su duelo, resuelto con cierta poesía que el género a veces suele olvidar.
Chandler, lo explica muy bien en las notas finales del libro, adapta la primera versión publicada de Frankenstein, que vio la luz más de una década antes que la definitiva. Por eso habrá elementos que sorprenderán a quienes crean conocer al dedillo la historia. En la adaptación de Chandler se pueden ver elementos que parecen apresurados, pero no se le puede negar una contundente pasión en lo que hace, un potente trabajo para tratar de entender a sus dos fuerzas encontradas, las de Frankenstein y su criatura. El encuentro a tumba abierta entre ambos, un diálogo en el que los dos exponen su visión, es el mejor momento de este manga, uno que acepta una larga extensión sin miedo a que la reiteración se asome. No sucede porque el ritmo es bueno, porque los personajes centrales están perfilados con mimo y por esa sensación de estar asistiendo a un duelo entre los dos, incluso aunque eso haga que algunos personajes como el de Elizabeth no terminen de encontrar más que un papel accesorio en esa guerra que entablan Victor y el monstruo. Esa sensación solo cambia precisamente cuando es la criatura la que toma las riendas del relato, cuando le vemos aprendiendo a hablar y razonar, tratando de encontrar el lugar que se le ha negado en el mundo del hombre y forjando el ansia de cariño que será lo que, finalmente, fundamente su venganza más aterradora.
El dibujo de Liu afronta dos retos muy importantes, el retrato de sus dos protagonistas. En ambos casos se nota que el espíritu de este manga es alejarse de cualquier versión previa que podamos tener como dominante en nuestra memoria de entre las muchas que sobre todo el cine nos ha ido dejando a lo largo de los años. Y ahí hay que reconocerle un acierto claro, aunque por momentos, sobre todo al principio del viaje de Víctor y en la misma creación de la criatura, se ve obligado a sacrificar el carisma añadido de esas versiones previas. En general esa es una idea bastante premeditada en este Frankenstein y que tiene lógica. Liu, en todo caso, disfruta mucho más del tercio final, cuando el enfrentamiento entre criatura y creador es ya abierto, cuando sus formas de ver la situación creada chocan con claridad y cuando se apodera de la historia el terror, género del que esta versión intenta escapar en muchos momentos sobre todo para que podamos entender a Víctor. Cada incorporación a los Clásicos Manga sirve para que agradezcamos un poco más tan loable iniciativa, la de convertir obras imprescindibles de la literatura, también de la de género, en vías de entrada para que lectores de toda edad y condición se atrevan a asomarse a sus mundos. Puede que el de Frankenstein no sea el más logrado o el más equilibrado, pero tiene muchos méritos que aplaudir.
El contenido extra lo forman los bocetos de la portada comentados por Linus Liu y unos textos explicativos del proceso de M. Chandler.
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