Guion: Damian Bradfield, David Sánchez.
Dibujo: David Sánchez.
Páginas: 104.
Precio: 17 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Noviembre 2021.
Es indudable que Internet ha cambiado nuestras vidas de formas que seguramente ni siquiera somos conscientes en nuestro día a día, y Los años de Internet es una de esas obras que nos lo recuerda de una manera brillante. Internet demanda información y comportamientos que no toleraríamos en la vida real. Esto es así, pro seguramente hasta que no extrapolamos lo que sucede en línea a un entorno mucho más palpable no somos conscientes de ese nivel de exigencia. Y justo eso es lo que nos ofrecen Damian Bradfield y David Sánchez en el cómic, una recopilación de varios episodios que nos hablan de privacidad y control, de una sociedad que, en realidad, asusta. El tono distópico que tiene la obra puede invitarnos a pensar que es una comedia, y seguramente lo es, al menos en parte, porque hay que saber reírse de todo, incluso de nosotros mismos, pero la profundidad de los temas que toca es realmente profunda. Más de lo que pueda parecer con su estilo desenfadado. Y no, no es que sea una historia de terror, pero desde luego sí es un inteligente toque de atención para que nos demos cuenta de lo que estamos haciendo cada vez que entramos en un mundo digital en el que nos sentimos seguros pero que desde luego tiene consecuencias cada vez más imprevisibles para todos los usuarios que tenemos una vida digital.
Las voces de Branfield y Sánchez son más que autorizadas para hablar de todos estos temas. El primero es el creador de Wetransfer, la herramienta de envío de archivos digitales más usada, y el segundo tiene una conciencia social evidente que ya ha mostrado en otras obras anteriores. Entre ambos nos muestran un mundo aterrador con elementos de tragicomedia y casi de ciencia ficción, una sociedad en la que hemos perdido el control de la información y de la privacidad, uno en el que siempre hay una empresa que tiene más información de la que debiera tener y en la que sus agentes se comportan de una manera invasiva. Es un mundo frío, sin emociones. Somos datos, patrones, información, y como tal se nos trata en la sociedad que refleja Los años de Internet. La pregunta que lanzan los autores es si esta sociedad es realmente viable, si podemos soportar lo que hoy en día se demanda de nosotros en la Red, con metáforas y parábolas que no solo podemos sino que debemos extrapolar a nuestro día a día. Hay mucha fuerza en el mensaje que transmite la obra, seguramente mucho más intenso de lo que podríamos imaginar mientras soltamos carcajadas nerviosas ante lo que le está sucediendo a sus protagonistas, asediados por agentes comerciales o en una sociedad en la que no pueden pagar o hacer determinados trámites sin una conexión.
Sánchez es coguionista de la obra y también su dibujante. Su estilo se muestra con una frialdad casi cómica y que encaja a la perfección en el mundo que estamos viendo. Tiene un impacto tremendo para la economía de líneas que emplea, y el uso del color es espléndido. No puede haber una manera más contundente de meternos en esta terrible distopía, porque tiene un manejo espléndido del choque que hay entre los diferentes elementos, entre los mundos del walkman y de las listas de reproducción, entre el consumidor y el dependiente intercambiable y el de un Silicon Valley superado y abandonado y una realidad que remite a la nuestra pero que tiene que ser futura. Sánchez es un dibujante sutil y preciso, que conjuga esa aparente falta de emociones con un mensaje casi radical. Los años de Internet no solo no defrauda sino que además sorprende. Uno espera ver una sátira sobre nuestra realidad de interconexión a través de la Red, pero lo que encuentra es algo mucho más profundo, que sabe utilizar esos tintes de comedia para que nos la creamos sin reservas, pero que a la vez deja sensaciones tremendas cuando cerramos el libro. Quizá no sea un mundo tan distópico el que nos muestran Bradfield y Sánchez y aún no nos hemos dado cuenta. ¿Veis como han logrado algo que hace pensar?
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