Cine – ‘Valentine. Venganza oscura’, de Ubay Fox y Agus Pestol

Título original: Valentine.

Director: Ubay Fox, Agus Pestol.

Reparto: Estelle Linden, Arie Dagienkz, Ahmad Affandy, Matthew Settle, Sasky Aisyawara, Fendy Pradana, Leroy Osmani, Indra Birowo.

Guion: Beby Hasibuan.

Música: Izzal Peterson.

Duración: 105 minutos.

Estreno: 23 de noviembre de 2017 (Indonesia), 26 de junio de 2020 España).

Es raro encontrar un país que no haya tratado de crear sus propios superhéroes, en el cómic o en el cine, pero a la vez es exótico encontrar una que haya nacido en Indonesia. No hay nada en Valentine, venganza oscura que no remita de una manera directa al mundo de Batman. La protagonista es una suerte de Batgirl con un uniforme que casi parece copiado del de Spoiler, con un villano que parece Deathstroke y una ciudad que parece Gotham con un comisario que tiene una pinta de Gordon que no se puede evitar, y hay un evidente deseo de lo que hay en la pantalla se asemeje, aunque sea por una simple asociación de ideas, a lo que Christopher Nolan hizo con el Caballero Oscuro en su trilogía. Pero no hay prácticamente nada en la película que dirigen Ubay Fox y Agus Pestol que tenga un nivel ni siquiera parecido, y hay que verla con mucha, mucha ingenuidad, para no destripar las costuras de un guion tan improvisado como inverosímil con el que cobra vida una premisa rocambolesca, que uno no sabe bien si está honrando o parodiando a los orígenes de cualquier superhéroe. Para empezar, quitémonos de la cabeza esa Venganza oscura de la que habla el subtítulo español porque la protagonista es una aspirante a actriz que tiene un claro dominio de las artes marciales y que se convierte en Valentine… para que hagan una película del personaje.

Esa premisa, por supuesto, se olvida pronto, salvo para introducir algún gag recurrente sobre el ayudante del director tratando de conseguir los mejores planos de las peleas de Valentine, y la única razón de ser que sostiene la película es la apuesta en el género por una protagonista femenina, eso que en Hollywood tanto ha costado conseguir, y las coreografías de combate. Son reiterativas, sí, absolutamente inverosímiles en tanto que no provocan heridas y la sangre es inexistente en la película, pero son lo más divertido que tiene la película con diferencia. Puede que cuando se desata la pelea más grande, la de Valentine con tres villanas harlequinnizadas, las ayudantes del malo principal, ya haya algo de agotamiento en este sentido, pero al menos son escenas que, por sí solas, funcionan bastante bien y hacen que la protagonista luzca, tanto en su manera de moverse como en la funcionalidad de un traje que va mejorando poco a poco y que, al final, no es algo que chirríe ni que parezca absurdo. Solventar así el mayor peligro que puede tener una película de superhéroes urbanos que, por cuestiones presupuestarias, no puede aspirar a armaduras de aspecto moderno, es algo que tiene cierto mérito y hace que, en el fondo, visualmente no sea Valentine una película tan ínfima como pudiera parecer al principio.

Claro que, por desgracia, el guion tumba cualquier posibilidad de que nos tomemos en serio la historia por encima de lo que podemos valorar a su protagonista. No es creíble la amenaza de ese gran y misterioso villano porque en realidad no sabemos qué es lo que quiere, como tampoco es verosímil ni está fundamentado el momento en el que descubrimos su identidad, algo que pasa sencillamente porque tiene que pasar para llegar al final de la película. No hay conflicto real, sino impuesto porque no queda más remedio. El drama es impostado, y los giros más grandes de la película no hay manera de sostenerlos. Y por eso, ya lo decíamos, lo único que merece la pena de Valentine es lo que, por ambición y capacidad, logra hacer divertido: las escenas de lucha. No hay grandes efectos especiales, lógico, no hay piezas de acción demasiado grandes más allá de la divertida persecución con las furgonetas, y por eso la única tabla de salvación a la que se agarra la película es la ya mencionada: una mujer repartiendo golpes y justicia. Al final, eso es algo que hemos visto en cientos de cómics, y es normal que en Indonesia también aspiren a encontrar un personaje así. La película, no obstante, parece un borrador a medio pulir, con incontables detalles que se podrían mejorar con una o dos tardes de dedicación. Es una rareza. No especialmente buena, pero rareza en todo caso.

https://www.youtube.com/watch?v=Q7YSHzCrBo4

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