CÓMIC PARA TODOS

‘Historias inconfesables’, de Ovidie y Jérôme D’Aviau

Editorial: La Cúpula.

Guion: Ovidie.

Dibujo: Jérôme D’Aviau.

Páginas: 112.

Precio: 15,50 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Noviembre 2021.

No seremos nosotros quienes le restemos valor a la pornografía o a erotismo como motores narrativos, y no vamos a entrar a evaluar Historias inconfesables con la condescendencia de ver lo que nos ofrecen Ovidie y Jérôme d’Aviau como algo menor porque, al final, sería leerlo como si no pudiera llegar más lejos. Por supuesto, no vamos a caer en la hipocresía de señalar como su mayor mérito que apueste por el sexo como algo que vende. No, no hay nada de esto en realidad en Historias inconfesables. Lo que buscan sus autores es obvio: excitar. Y sí, lo consiguen. No hay nada de malo en reconocerlo, porque además su idea es la de crear una antología juguetona y divertida, prohibida porque se sale de lo convencional. No vamos a ver en sus páginas escenas de sexo, digamos, normales. Vamos a ver una primera experiencia de intercambio de parejas, un juego sexual femenino que no sale del todo bien, una infidelidad que el perro convierte en algo distinto o una manera de excitarse en público que estaría socialmente mal vista. Y todo lo vemos desde un prisma divertido, que aleja cualquier sensación de culpabilidad y que sabe moverse en los parámetros más divertidos del sexo, que tiene que tenerlos precisamente para que el morbo y la excitación funcionen. Teniendo en cuenta todo esto, ojalá hubiera más Historias inconfesables.

La gracia de estos relatos está en que se salen del camino sin parecer, en realidad, algo imposible o siquiera difícil de creer. Puede que la clave esté en el humor. Ovidie cierra cada una de sus historias de manera divertida, con un chiste, como si fuera en realidad una obra todavía más corta de una vieja revista de cómic de humor, y acercándose además a prácticas sexuales muy distintas y protagonizadas por hombres y mujeres por igual. No hay una sexualidad única, ni una idea de perseguir lo prohibido o lo que pueda estar más o menos aceptado. Hay una sensación de libertad en sus páginas que resulta muy intensa y que juega muy a favor de ese propósito excitante que tiene en todo momento el libro. Sí, decíamos que eso lo consigue, y lo hace incluso aunque no conectemos necesariamente con el juego sexual que nos propone en cada uno de los segmentos o de lo explícita que quiera ser la narración de Ovidie en cada momento. Se trata de jugar, de experimentar, de ver a personajes en situaciones en las que incluso el lector puede no verse reflejado. Pero si lo inconfesable, como dice el título, es lo que mueve a los personajes, ponernos en la posición de voyeur que nos otorga la escritora es esencial para disfrutar de lo que estamos leyendo y para reírnos con el chiste final que nos propone.

Y de excitarnos con lo que vemos, claro está. Es una obviedad, pero sin el trabajo de D’Aviau el resultado no sería el mismo. En primer lugar, porque sabe explorar la sexualidad de una manera elegante y divertida, porque sus cuerpos no sienten la necesidad de ser perfectos y encajar en los cánones más extremos para despertar deseo, incluso sabiendo que la belleza es algo trascendente en su forma de dibujar. Pero después, y quizá sea este lo más importante, porque se muestra desinhibido, tan juguetón como lo que escribe Ovidie, con un manejo de los espacios en blanco que potencian precisamente la carnalidad de lo que está dibujado, y dejando que las sombras marquen elementos narrativos y no ahoguen las intenciones divertidas y sensoriales que necesitan estas historias. Por supuesto, su manera de representar el sexo y la flexibilidad anatómica de sus personajes acaban de completar un muy buen trabajo, que responde exactamente a lo que necesitaba la escritora. Historias inconfesables tiene mucho de eso, de inconfesable, de secreto travieso, y precisamente por eso el lector disfruta asomándose por la mirilla, contemplando situaciones que no suelen compartirse y excitaciones que pueden vivirse en solitario o en pareja con la misma facilidad mientras se va pasando las páginas de un libro que apelo a los sentidos de una manera notable.

Delcourt publicó originalmente Histoires inavouables en noviembre de 2013.

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Esta entrada fue publicada en 3 enero, 2022 por en Delcourt, Jérôme D'Aviau, La Cúpula, Ovidie y etiquetada con , , .

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