Guion: María Caro, Andrea Cerros, Conchi Fernández, Paula Giménez, Cristina Gutiérrez, Raquel G. Rivillo, Vidal Hernández, Yutaro J. Miralles Kobayashi, Ana Pilar Ramírez, Ariana Staszewski, Sara San Román, Natalia Velarde.
Dibujo: María Caro, Andrea Cerros, Conchi Fernández, Paula Giménez, Crisrtina Gutiérrez, Raquel G. Rivillo, Vidal Hernández, Yutaro J. Miralles Kobayashi, Ana Pilar Ramírez, Ariana Staszewski, Sara San Román, Natalia Velarde.
Páginas: 130.
Precio: Gratuito.
Presentación: Digital.
Publicación: Noviembre 2021.
Cualquier iniciativa que ayude a descubrir nuevos talentos del cómic y, aún más, a animarse a jóvenes autores a descubrir que hay muchas formas de publicar y de dar a conocer sus trabajos, tiene que ser necesariamente bienvenida. Y la mejor manera de hacerlo, es honrar cada idea como si fuera un trabajo profesional en el sentido más estricto de la palabra, que es lo que realmente es, por mucho que la autoedición, el formato digital o la gratuidad de unas páginas inviten a pensar lo contrario. Supersuspenso es justo lo que se dice en su portada, una recopilación de doce historias cortas de otros tantos autores realizadas en el marco de la asignatura de ilustración que imparte Juan Gallego en la Universidad Rey Juan Carlos. Lo que vemos es un trabajo universitario, sí, pero es más que eso, es una sincera carta de presentación de doce autores, pequeños relatos que buscan emociones inmediatas por la brevedad de sus propuestas, que presentan formas de narrar propias de cada uno de ellos detrás de una página de presentación libre y divertida. Y sí, esto que leemos es una puerta abierta al futuro, porque hay mucho que ver, que leer y que interiorizar en estos pequeños universos que nos muestran estos doce autores. Autores, ojo, que no estudiantes. No les quitemos valor. No hay suspensos aquí, ni mucho menos.
María Caro abre Supersuspenso con una historia onírica, fantástica y poética, un sueño precioso, reflejo de temores cotidianos, a los que sabe aplicar un trazo muy bello en su simplicidad. Es curioso que Andrea Cerros entre en su historia en temáticas parecidas, pero por medios tan distintos, con una versatilidad de estilo muy interesante y un estudio de la tristeza de lo más sugerente. Conchi Fernández aporta una mirada fascinante a un problema inevitablemente actual, la violencia de género, generando un contrapunto visual con sus lápices de colores que genera mucha intensidad. Paula Giménez, por su parte, también pone a su protagonista (¿ella misma?) frente al espejo, pero para una aventura mucho más juguetona y divertida, una en la que la protagonista se imagina en otros mundos, con otros vestidos, y que despierta, en todo caso, a la mejor de las realidades. Cristina Gutiérrez muestra con una narrativa muy interesante el paso del tiempo, el daño que nos hizo a todos 2020, con una historia cotidiana y cercana de esperanza y sin mascarillas. Raquel G. Rivillo muestra, probablemente, el estilo visual más arriesgado, colores apagados sobre un negro contundente, letra en inglés durante buena parte de su historia y emociones a flor de piel para enseñarnos a un personaje que busca su propio camino.
Vidal Hernández habla de la pérdida, de cómo la muerte de un ser querido puede afectarnos de formas que la sociedad no parece dispuesta a aceptar, y lo hace con sinceridad, esperanza y un estilo visual muy particular. Yutaro se adentra en el terreno de la fábula para retratar una situación de bullying en un entorno fantasioso pero a la vez muy realista, con una moraleja muy poderosa y el mensaje de que el miedo no puede guiar nuestras acciones. Ana Pilar Ramírez juega con ideas parecidas en una historia más propia del cuento estilo Ghibli y un dibujo muy sugerente, con un muy buen uso del color. Ariana Staszewski sorprende con un estilo muy sencillo e independiente tras una página de presentación que invita a esperar otra cosa, y una historia que habla de tristeza y depresión, pero de nuevo con un tono ilusionante y más vitalista de lo que enseña su blanco y negro. El estilo visual es lo primero que llama la atención de Sara San Román, con muchas líneas, marcando rostros y cuerpos de una manera muy particular, pero rápidamente se impone una historia inteligente y documentada, bien imaginada. Y cierra Supersuspenso Natalia Velarde con un torrente visual y de colores apabullante, complejo y vibrante, que invita a leer y releer sus páginas en más de una ocasión para sacarle todos los detalles a su historia.
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