Título original: Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings.
Director: Destin Daniel Creton.
Reparto: Simu Liu, Awkwafina, Meng’er Zhan, Fala Chen, Florian Munteanu, Benedict Wong, Michelle Yeoh, Ben Kingsley, Tony Leung, Ronny Chieng, Yuen Wah, Jodi Long, Dallas Liu, Paul He, Tsai Chin, Andy Le.
Guion: Dave Callaham, Destin Daniel Creton, Andrew Lanham.
Música: Joel P. West.
Duración: 132 minutos.
Distribuidora: Disney.
Estreno: 3 de septiembre de 2021 (Estados Unidos y España).
A veces la explicación para todo es la más sencilla. Podría ser difícil entender que un personaje como Shang-Chi tenga ya su propia película de Marvel Studios, cuando no parecen ser capaces de conseguir que Hulk luzca en un filme individual, cuando las franquicias de la Fox no han tenido aún su oportunidad tras ser comprada por Disney o cuando otros vengadores de mayor recorrido quedan relegados a la televisión como forma de expandir su historia, pero es evidente que buscamos la diversidad. Y así, Shang-Chi. La leyenda de los diez anillos es, probablemente, el intento de incorporar a la población asiática al crisol cinematográfico de Marvel, con intenciones no demasiado lejanas a las que tenía Black Panther (aquí, su crítica) con el sector afroamericano. Es la modernidad de los tiempos y quizá haya que asumirlo como algo inevitable. En su momento, Shang-Chi, de hecho, apareció en los cómics por la pujanza que tenían las artes marciales en la sociedad norteamericana, gracias a figuras como las de Bruce Lee y series como Kung-Fu. Hoy en día no existe ese afán de ver películas de este estilo, aunque Tigre y dragón abriera una nueva y mucho más reducida era dorada para este tipo de cine en el que la fantasía jugaba un papel determinante. Choca que esas sensaciones se quieran presentar con un aire de modernidad que, en realidad, dura poco.
Dicho esto, podemos decir sin miedo que Shang-Chi es una película de aventuras más que correcta, francamente entretenida, pero que acaba resultando la más menos Marvel de todas cuantas nos ha ofrecido Marvel Studios, al menos desde el punto de vista del lector de cómics, al que le costará identificar primero a Shang-Chi y después ubicarle en la forma cinematográfica con la que aterriza. Empezando por lo primero, el filme de Destin Daniel Creston, realizador con no demasiados filmes en su haber hasta ahora, está resuelto con bastante eficacia. La historia es de lo más arquetípica y sigue modelos que Marvel Studios ha explorado desde Iron Man (aquí, su crítica), Doctor Strange (aquí, su crítica) o la ya mencionada Black Panther. Es un culebrón familiar en toda regla, algo a lo que Marvel no es en absoluto ajeno, que quiere aunar una tradición exótica con una realidad cercana. Así, Shang-Chi es al principio de la película un simple aparcacoches de San Francisco cuya mayor osadía es salir de juerga a un karaoke cuando le toca turno de mañana al día siguiente. Es curioso el salto fantástico que acaba dando la película en las poco más de dos horas que pasamos por el personaje, como si recorriéramos un periplo que en otros personajes duraría años y varios filmes, pero se nota que hay ganas de dejar el terreno preparado para el futuro.
Y ahí es donde entramos en el mundo de Marvel. Cuando se introduce una serie nueva, el cómic suele recurrir a personajes clásicos para darle un empujón, y el cine, que tanto quiere copiar al cómic aunque lo haya sobrepasado en el ideario popular, está haciendo lo mismo. Referencias continuas a Iron Man, también a El increíble Hulk (aquí, su crítica) y Doctor Strange salpican la película y, la verdad, resultan algo forzadas con el único de darle a Shang-Chi una posición de salida que refuerza la primera de las dos escenas postcréditos que tiene la cinta. Pero ya hemos llegado al punto en el que Marvel quería tener al personaje, punto que, también hay que decirlo, el cómic también ha vivido. Y como hemos llegado con varias escenas de acción bastante espectaculares (incluso una completamente inverosímil en el interior de un autobús en San Francisco), bien coreografiadas y emocionantes, como la película entiende bien la belleza de los movimientos y la filosofía de las artes marciales, y como los añadidos cómicos, por predecibles que sean, no hacen daño a la historia, lo cierto es que el sabor de boca es bueno. Lejos de los títulos más memorables de una saga que sigue creciendo, pero bueno al fin y al cabo. Para haber sacado de una forma tan radical al personaje de su hábitat originario y para el poco conocimiento que se tiene de él, no es poco bagaje, francamente.
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