Cine – ‘Venom. Habrá Matanza’, de Andy Serkis

Título original: Venom. Let There Be Carnage.

Director: Andy Serkis.

Reparto: Tom Hardy, Woody Harrelson, Naomie Harris, Michelle Williams, Reid Scott, Peggy Lu, Sian Webber.

Guion: Kelly Marcel.

Música: Marco Beltrami.

Duración: 97 minutos.

Distribuidora: Sony .

Estreno: 1 de octubre de 2021 (Estados Unidos), 15 de octubre de 2021 (España).

Era evidente desde la escena postcréditos de Venom (aquí, su crítica) que la película estaba pensada para tener una secuela que tuviera a Matanza como antagonista, por lo que no era más que cuestión de tiempo que llegara. Venom. Habrá Matanza es el sugerente título del filme, pero ahí acaban los elementos ilusionantes y da comienzo un festival de convenciones, tópicos y soluciones bastante rutinarias que dan al traste con las pretensiones de la película. La verdad es que el proyecto ha pintado raro desde el principio, desde que se anunciaron aspectos como el cambio de director hasta que se hizo pública la brevedad de la película, apenas 97 minutos, como si fuera una asumida serie B de estudio pequeño en lugar del nuevo intento de Sony de montar una franquicia propia en torno a Spiderman y su mundo que además pueda conectar de una vez con el Universo Cinematográfico Marvel. Pero con decir que genera más ilusión la escena postcréditos de esta secuela que la propia película que la antecede en su totalidad es más que suficiente para entender que, como mucho, es una cinta levemente entretenida pero que no consigue aportar nada al personaje y que no sabe escaparse en ningún momento de lo más previsible y simple que uno pudiera imaginarse según va avanzando la historia.

La única manera de hacer una película con Matanza es llevarla al público más adulto, y esta secuela hace trampa en eso. Violencia sí hay, sí, claro, pero casi siempre fuera de cámara, lo que ya nos invita a pensar en una rebaja considerable de lo que podría haber hecho de Matanza un personaje interesante. Luego entra en juego un guion que falla estrepitosamente en darle un fondo a Cletus Kasady, más allá de la previsiblemente exagerada actuación de Woody Harrelson, y que desemboca en un final que roza lo absurdo. Casi se puede decir lo mismo del propio Venom. La relación con Eddie Brock, con sus toques de comedia, eran lo que sostenía la primera película. Pues aquí, lo mismo. No hay avances, no hay retos, no hay conflictos. Es un más de lo mismo, como la presencia de Michelle Williams como teórico interés romántico y que no da juego más que para dos o tres chistes. En el cine de superhéroes, o en el de supervillanos, o en el de antihéroes (con numerosas bromas que nos llevan a los cómics de los años 90, sí esa década de infausto recuerdo general para el fan del género), lo mínimo que se pide es una motivación, algo que haga funcionar la historia. Pero aquí no la hay por ningún lado. Las cosas pasan porque lo pone el guion, pero todas ellas podrían no pasar y no habría problema alguno, como bien claro queda en la postcréditos.

Es una pena que Tom Hardy, que siempre pone el mayor de los esfuerzos en que sus personajes sean especiales, se haya quedado atrapado en esta película que empeora con tanta claridad los ya contenidos logros de la cinta original. Él, en todo caso, es lo más salvable de una película que tampoco despunta a nivel visual. Con dos criaturas como Venom y Matanza, lo menos que cabía esperar es una buena pelea, pero tampoco hay nada que se salga de lo esperado, ni siquiera teniendo como director a un Andy Serkis que sabe de sobra lo que es trabajar con efectos especiales y que ha saboreado las mieles del triunfo Marvel con su papel de Klaw. Pero ni por esas. La sensación que deja el filme es la que había que hacerlo para conectar con lo siguiente, sin importar demasiado lo que sucediera en estos poco más de 90 minutos. Y es que ese es el problema, que da todo un poco igual, que no se saca partido a que haya un personaje mutante cuyo poder es un grito sónico, ni a la separación entre Venom y Eddie Brock, ni a la presencia de un psicópata de los grandes con el poder de una máquina simbionte de asesinato en masa. Si alguien esperaba que esto pudiera acercarse al cómic de Matanza máxima, desde luego se va a llevar un chasco. Y puede que también quien, simplemente, quisiera una mejora del original.

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