‘La materia oscura. La daga’, de Stéphane Melchior y Thomas Gilbert

Editorial: Astronave.

Guion: Stéphane Melchior.

Dibujo: Thomas Gilbert.

Páginas: 264.

Precio: 24,95 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Junio 2021.

Segundo integral de La materia oscura y segunda oportunidad para lanzarnos de cabeza y sin miedo a una de las adaptaciones literarias más ambiciosas que se ha visto en el cómic europeo en los últimos tiempos.  Lo que Stéphane Melchior está haciendo es un trabajo de gran intensidad, de enorme respeto por la obra de Philip Pullman y mucho, mucho entretenimiento, que en esta ocasión, en La daga, cambia de dibujante. Clément Oubrerie deja su lugar a Thomas Gilbert, y aunque se mantiene una cierta unidad visual también se pueden destacar algunas diferencias, todas para bien porque el resultado es al menos tan bueno como en el primer ciclo de la adaptación. Nunca es fácil valorar el alcance de una visión de material ajeno, pero con La materia oscura es fácil pensar que estamos ante una de esas obras que perduran por méritos propios. Hablábamos de ambición y la tiene, en su extensión, desde luego, que ya que se maneja en espacios muy amplios para que entendamos con todo lujo de detalles este segundo episodio de la trilogía que escribió Pullman, pero también en su narrativa, aparentemente lineal y clásica, pero que a la vez sabe explorar los límites de la viñeta y que utiliza la fantasía del relato con muchísima eficacia, tanto en las secuencias más naturales como en las que apuesta con fuerza por el género.

Melchior nos guía francamente bien por el reino de La materia oscura. Lo había hecho en La brújula dorada (aquí, su reseña) y lo hace también en La daga. Y lo hace, además, jugando muy bien con el ritmo, que es una de las claves de su trabajo, incluso para llevarnos a ese espléndido cliffhangher con el que acaba esta segunda entrega. Cuando se apuesta por una extensión tan notable, es ahí donde se puede caer un buen trabajo en el relato, pero en este caso no sucede. Lo que no se comprende de primeras, siempre intriga; lo que el lector necesita esperar para hilar con la historia, siempre es interesante.  No puede haber mejor manera de acercarse a un referente literario que esta, asumiendo sus logros, pero aportando otros nuevos, sobre todo si tenemos en cuenta que estamos ante una historia de enorme gravedad narrativa pero que al final no deja de estar protagonizada por niños. Melchior, como Pullman, entiende que no se trata de infantilizar el contenido sino de llevar a esos muchachos al corazón de una historia intensa, y que su ciencia ficción fantástica sirve para que se amplíe así el público objetivo de una historia que adquiere significado para lectores muy diversos. Los personajes se mantienen en un punto muy alto, y la información nos va llegando de una manera correcta y adecuada para entender este universo y sus reglas.

Como decíamos, una de las grandes sorpresas de La daga es el cambio de dibujante con respecto a La brújula dorada. Al tiempo que la historia va adquiriendo una gravedad adulta, se entiende este cabio por esa vía. No es que Oubrerie no sacara partido a la parte de la historia que le tocó, ni mucho menos, ni tampoco que Gilbert entienda que su aportación tenga que ser un cambio radical, pero sí hay una distancia entre el trabajo de ambos según progresa la intensidad. La daga es más intensa que La brújula dorada, y el trazo de Gilbert, por decirlo de alguna manera, quiere reflejar esa evolución del relato. Independientemente de las comparaciones, inevitables por tratarse de la interpretación que hacen del mismo escritor, lo cierto es que Gilbert firma un trabajo muy interesante, que sabe sacar partido de la fantasía, de las más oscura, que es la que se aprecia ya desde la portada, y también de la más luminosa, y que aporta mucho carisma a los protagonistas, tan creciente en lo visual como lo es según va avanzando el relato. En las secuencias más movidas, además, Gilbert aporta algo distinto y muy acertado, lejos de las grandes y calculadas coreografías que solemos ver en el género, y apostando por movimientos más reales. Convence mucho el segundo tramo de La materia oscura, y nos pone en el buen camino, esperando ya el final de un viaje apasionante.

El volumen incluye los tres álbumes de À la croisée des mondes, publicados originalmente por Gallimard en noviembre de 2018, enero de 2020 y enero de 2021.

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