CÓMIC PARA TODOS

Entrevista con Teresa Valero: «No hubiera podido hacer ‘Contrapaso’ sin una gran compañía que tiene detrás un gran mercado ni sin la garantía de coeditarse en España»

No vamos a ser nada originales al proclamar que Contrapaso. Los hijos de los otros (aquí, su reseña) es claramente uno de los cómics del año. La obra de Teresa Valero es fascinante a todos los niveles, por su retrato del franquismo, por el crimen que centra la historia, por sus personajes protagonistas y por sus diálogos. Y por eso, aunque ya hace algunos meses que Norma editó en España la obra, queríamos hablar con la autora para que nos detallara algunos aspectos de la creación de un tebeo que, de verdad, no vamos a dejar de recomendar.

Cuentas que tuviste que cambiar la idea inicial tras la aparición de una serie de televisión que se parecía demasiado a tu plan original. Solemos tener más conocimiento de esas cosas cuando pasan, por ejemplo, en el cine, pero está claro que el cómic no se escapa a ese peligro de que alguien piense algo parecido. ¿Sientes que has renunciado a contar algo o que, por el contrario, has explorado un nuevo camino por lo menos igual de atractivo que el que imaginaste en primer lugar?

Cuando suceden estas cosas, que suceden todo el tiempo, siempre es un pequeño drama, porque ya has invertido un cierto tiempo buscando documentación, creando personajes y escenas, y porque cuando una idea se encuentra al principio de su desarrollo, cargada de potencial, una siempre piensa que eso va a ser lo mejor que escriba nunca. Así que en ese momento sí, me pareció que renunciar a contar la historia del periódico El Caso tal y como había sucedido, con los auténticos periodistas que habían trabajado allí como personajes y los casos reales como trama, era una gran pérdida. Pero no pasó mucho tiempo antes de que me diese cuenta de que los personajes ficticios de Contrapaso, el periódico ficticio en el que trabajan y el caso de asesinato ficticio que investigan, me resultaba mucho más atractivo. Además, me daba una libertad enorme, y muy divertida, para inventar todo un pequeño universo y la oportunidad de añadir una carga importante de significado tanto a los personajes como a las situaciones.

Confiesas que tu mayor miedo era aunar novela negra y franquismo para que no pareciera frívolo el retrato de la posguerra y la dictadura. Obviamente, has triunfado en ese sentido, pero ¿cómo fuiste viviendo ese equilibrio mientras escribías y dibujabas? ¿Hay algo que quitaras o añadieras de la historia por estos temores?

Sí, cuando has conocido o convivido con personas que vivieron la guerra o sufrieron sus consecuencias posteriores, tanto a uno u otro lado, creo que es inevitable sentir un cierto temor a causarles un nuevo daño, sobre todo haciendo un relato de género, lo que tiende a identificarse, erróneamente, con algo frívolo o superficial. Yo tenía claro que no quería hacer un relato absolutamente histórico, sino usar la ficción para hacer un retrato, lo más fiel posible, de cómo es la vida bajo un régimen dictatorial, cómo afecta la falta de libertades, que hoy damos por garantizadas, a todos los órdenes de la vida de la gente, desde lo más básico, como hacer la compra o besar a tu pareja, como a lo más arriesgado, que es hacer un periodismo libre. Para sentirme cómoda a este respecto necesitaba sentirme cómoda también con la información que manejaba, sentir que conocía lo suficiente el marco histórico y los hechos reales con los que estaba construyendo mi ficción como para hacer una ficción honesta y respetuosa pero crítica, y no un libelo.

Feminismo, política, libertad de prensa… Para ser una historia ambientada en la España de hace casi setenta años, Contrapaso tiene temas muy actuales… Y me imagino que es algo buscado, ¿verdad?

Creo que el aspecto más valioso de interesarse por la Historia es precisamente que ayuda a entender mucho mejor el presente y a poder imaginar un poco el futuro, lo que a menudo resulta inquietante y hasta desalentador. Pero sí. Yo quería, sobre todo, que quienes vieran el punto en el que todos esos temas estaban en nuestro país, hace no mucho, pudieran hacer comparar con como están ahora y hacer una reflexión.

¿Consideras una espina clavada que una historia como esta, que se desarrolla en la España de los años 50, tenga que ser publicada primero en el mercado francés? ¿Sigue siendo tan difícil que el sector en nuestro país pueda apostar por sus propios autores?

Es cierto que la financiación del cómic, el adelanto de derechos, es de la editorial belga Dupuis, pero desde el primer momento se tuvo claro que la publicación del libro se haría simultáneamente en Bélgica, Francia y España. La impresión fue conjunta entre Norma y Dupuis, y Norma hizo un verdadero trabajo editorial, sobre todo con el dossier final. Fue muy interesante asistir a esta colaboración. Además, Contrapaso salió a la venta primero en España y luego en el mercado francobelga. Acaba de editarse en Estados Unidos y sale dentro de poco en Alemania… Según yo lo veo, lo que es importante es que un libro se edite, según su autor quiere crearlo y editarlo. Contrapaso era un libro que necesitaba una factura larga, mucho tiempo de documentación, un libro que yo quería editar en gran formato, con un dibujo realista muy detallado y un tipo de color que requiere muchas horas. No hubiera podido llevarlo a cabo sin el tipo de adelanto de derechos que puede ofrecer una gran compañía que tiene detrás un gran mercado. Pero también es cierto que ese adelanto no hubiera sido el mismo sin la garantía de que el libro se coeditaría en España, por lo que estas colaboraciones entre países son muy deseables para todos. Por otro lado, soy muy optimista con el futuro de la industria española. El mercado de lectores de comics crece y se expande entre diferentes grupos de personas y las editoriales son cada vez más sensibles a las necesidades de los autores y hacen verdaderos esfuerzos por ofrecer cada vez mejores condiciones de trabajo.

Estamos más acostumbrados a verte solo como escritora, y en algunas entrevistas te he leído que precisamente el dibujo es lo que más te ha costado en Contrapaso. ¿En algún momento te planteaste delegar esas funciones en algún ilustrador o tenías claro que querías ser autora completa? Imagino que al lector no le será nada complicado rememorar, por ejemplo, tu exitosa colaboración con Montse Martín en Curiosity Shop

He tenido la inmensa suerte de trabajar con dibujantes de un talento tan inmenso como Montse Martín o Juanjo Guarnido, que eran capaces de hacer absolutas maravillas con cualquier guion que pudieras darles. Pero sí que tenía la necesidad de hacer una historia yo sola y llevarla hasta el final. Es cierto que dibujar me cuesta mucho, nunca estoy satisfecha, sólo veo los fallos y son muy pocas las veces en las que estoy dibujando, sintiendo el mismo placer que siento cuando escribo. Pero ahora que lo he acabado siento que ha merecido muchísimo la pena. Sigo viendo los defectos de dibujo, es una deformación profesional de los tiempos de la animación, pero me quedo con la emoción que transmiten los dibujos y eso me hace sentir muy satisfecha. Cuando consigo tomar distancia, soy consciente de que el dibujo académico, muy correcto, cada vez me interesa menos, mientras que cada vez me interesa más cómo un dibujo puede transmitir emociones muy intensas o sentimientos muy sutiles. Como hay que elegir dónde pone una la energía, prefiero centrarme en explotar esa faceta del dibujo en el futuro próximo.

Dentro del semirrealismo por el que apuestas, tengo la sensación de que mezclas estilos muy diversos y que eso se nota en personajes más creíbles como por ejemplo Léon y otros más caricaturescos, como el mismo Emilio o la pequeña Peky. ¿Cómo se combina todo eso sin que parezca que cada personaje provenga de un mundo diferente?

Creo que eso no es precisamente algo buscado, ja, ja. ja. ja. Después de muchos años trabajando en el mundo de la animación, creo que como dibujante estoy aún en el proceso de afianzar mi grafismo. Contrapaso, que ha sido un trabajo muy largo, me ha dado la oportunidad de aprender muchísimo y de ir desarrollando un estilo de dibujo que cada vez es más coherente y sólido.

Me ha parecido muy interesante leer que fue la editorial francesa, Dupuis, la que quiso que firmaras como Teresa Valero para ser un referente femenino en el mundo del cómic, porque tú querías hacerlo solo con tu apellido. ¿Crees que esos gestos son todavía necesarios, tanto camino nos queda todavía por recorrer para que valoremos a las autoras, con la cantidad de geniales artistas que tenemos?

Yo quería firmar con mi apellido para reivindicar precisamente eso, que no hay por qué saber quién está detrás de la creación de un libro. Siempre he pensado que deberíamos acercarnos a las obras artísticas, y a las personas, sin que su género fuera algo determinante para ello. Pero cuando mi editor me dijo que pensaba que era interesante que en portada apareciera el nombre de una mujer porque podría alentar a otras mujeres, sobre todo jóvenes, a lanzarse como autoras, me pareció algo estupendo.

Con semejante trabajo de documentación como se nota que tiene Contrapaso, ¿consideras que Madrid es un personaje más de la obra? ¿Qué es lo que más te ha costado en el retrato de la ciudad?

Yo adoro Madrid y me encanta pasear sus calles, así que creo que todo el amor que tengo por esta ciudad ha quedado reflejado en el libro. Pero no quería sentirme prisionera de la documentación, tener que consultar como era en 1956 cada calle o cada comercio que saliera en una viñeta. Por eso me refugié de nuevo en la ficción y decidí mezclar sitios reales muy emblemáticos de esta ciudad en aquel tiempo, con una parte de ciudad fantástica que nunca ha existido: es el caso del barrio donde está La Capital, el periódico en el que trabajan Sanz y Lenoir, y las chicas de la revista femenina. A ese barrio se llega por una línea de metro que no existe, está cerca de la parada Pardo Bazán, que nunca ha existido en esta ciudad. Es un barrio un poco mágico, una especie de Brigadoon, que a veces está cerca de la Gran Vía y a veces cerca de Ventas. Este es un juego que disfruto mucho y que además creo que contribuye enormemente a la fluidez del relato.

En un mundo habitualmente tan cainita, y más con un altavoz como el de las redes sociales en el que el odio y la descalificación se dispersan con demasiada facilidad, has tenido la suerte de cosechar elogios prácticamente unánimes. ¿Te sientes una privilegiada por ello o sientes que las críticas pueden estar a la vuelta de la esquina…?

Me siento una absoluta privilegiada, porque siempre pensé que el personaje de Sanz me haría cosechar odios a uno y otro lado, y esperaba escuchar acusaciones tanto de equidistante, como de blanquear el fascismo, como de justificar los desmanes de la República. Es cierto que ha habido algo de eso, pero muy poco y, sobre todo, siempre de parte de gente que no ha leído el cómic y que tiene una idea preconcebida de lo que encontraría en él si lo leyera. Yo solo puedo decir que para hacer Contrapaso he investigado mucho nuestro pasado reciente y he hablado con gente de toda ideología y condición, intentando simplemente escuchar lo que tenían que contarme y comprender lo que decían. Ello ha contribuido enormemente a hacerme más prudente en mis opiniones, menos agresiva, más constructiva… y al mismo tiempo mucho más firme en mis convicciones.

Me imagino que te lo habrán preguntado mil veces, pero es que es obligatorio… ¿Cuánto Contrapaso hay en tu cabeza? ¿Qué viene después de Los hijos de los otros en las vidas de Lenoir y Sanz?

Mientras hacía Los hijos de los otros no había mucho más Contrapaso en mi cabeza, porque este trabajo es muy inestable y es preciso que un álbum se defienda muy bien en ventas para que la editorial te acompañe con el siguiente. Afortunadamente, ya hemos firmado el contrato para hacer el segundo tomo y estoy en plena escritura del guion, con la cabeza echando humo. En esta segunda historia Sanz y Lenoir investigarán un nuevo crimen mientras avanzan también en la historia del Serial Killer que Sanz lleva tantos años persiguiendo. Y todo ello alrededor del mundo del cine, porque la segunda mitad de los años cincuenta es un momento muy interesante del cine en España: los nuevos realizadores luchan contra el régimen por hacer un cine de calidad y con compromiso social, el cine de exaltación nacional-católica está en declive, y las grandes productoras americanas desembarcan en Madrid para rodar superproducciones a bajo coste. Es muy sugerente.

Y aparte de Contrapaso, ¿en qué otros proyectos estás metida o esperas estarlo en un futuro cercano?

De momento no me planteo muchas más cosas, porque soy consciente de que el próximo Contrapaso me va a costar sudor y lágrimas. Pero si tengo un par de proyectos que me gustaría desarrollar a medio plazo: uno es un western femenino y otro una historia de barrio, que me gustaría hacer con estilos gráficos y narrativos muy diferentes a Contrapaso.

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Esta entrada fue publicada en 14 septiembre, 2021 por en Entrevista, Norma, Teresa Valero y etiquetada con , , .

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