‘Herbert West. Carne fresca’, de Luciano Saracino y Rodrigo López

Editorial: Dolmen.

Guion: Luciano Saracino.

Dibujo: Rodrigo López.

Páginas: 96.

Precio: 14,90 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Julio 2021.

En la misma introducción que escribe un hombre de terror como Jesús Palacios se recordar que Herbert West no era una de las historias favoritas de H. P. Lovecraft, sino una que escribió por dinero y básicamente para hacer una revisión grotesca del Frankenstein de Mary Shelley. Es curioso que la historia dicte esa sentencia, porque estamos ante una de las historias lovecraftianas más versionadas, lo que habla de un impacto que poco tiene que ver con las pretensiones originales del autor. Viene esto al caso con la edición de la tentativa de Luciano Saracino y Rodrigo López para explicarnos quién era West y que escondía tras su propósito de devolver la vida a un cuerpo ya muerto. Su relato es aterrador, claro está, y el blanco y negro escogido potencia todas las virtudes que tiene su adaptación. Los autores se sienten con la libertad necesaria como para que esta sea una historia tan propia como de Lovecraft, y eso no es nada fácil, y cuando acabamos con las páginas de esta novela gráfica bien estructurada en episodios sí tenemos la sensación de habernos metido en la obsesión de su protagonista, con todo lo insano y aterrador que tiene un propósito como el suyo y, sobre todo, la absoluta inexistencia de límite éticos para conseguir los objetivos que busca. Es ahí, más que en los propios muertos revividos, donde está la fuerza del relato.

Y eso Saracino lo vuelca con mucha habilidad en la obra a través de las conversaciones que mantiene con su ayudante, que es nuestro auténtico guía por este relato. Primero, como nosotros, es espectador, y es quien tiene el valor de sumarse a un proyecto de dudosa moralidad. Sus motivos no tienen mucho que ver con la obsesión de West, pero en ese contraste también hay algo interesante que descubrir. Herbert West. Carne fresca, que así se titula esta versión, pone también mucho hincapié en las víctimas, y quizá esa atención sea la clave del título, porque aquí entendemos que hay un oponente contra su voluntad, un ejército de cadáveres seleccionados por uno u otro motivo para los experimentos de West que toma conciencia de lo que les ha hecho el doctor y quieren su venganza. De ahí el espléndido final que tiene la obra, que nos recuerda, aunque West quisiera dejarlo en una parodia del moderno Prometeo que tiene consecuencias jugar con la naturaleza y quebrar sus normas más básicas. Quisiera o no hacerla una de sus obras más importantes, lo que está claro es que West toca temas de enorme trascendencia, y una puesta en escena más o menos espectacular no puede ocultar eso. Saracino lo sabe y consigue explotarlo con mucha habilidad, enlazándonos con la mente del doctor de una manera bastante macabra.

Lovecraft en general, y Herbert West en particular, tiene un impacto visual tremendo incluso cuando se lee sin imágenes, y quizá por eso el cómic sea un medio en el que el escritor es tan adaptado y generalmente con tan buenos resultados. López los consigue, desde luego, porque entiende la obra, el escenario y al protagonista, porque muestra todo lo crudo que puede ser la experimentación con cadáveres, pero también se asoma a ese ridículo inherente a la obra, por ejemplo al mostrarnos un cuerpo animado sin cabeza. Hablábamos de la importancia del blanco y negro de esta adaptación, y hay que destacar ahí lo bien que utiliza López las tintas negras, para sombrear personajes o los escenarios en los que se mueven. Su caricatura, que exagera rasgos faciales de una manera bastante natural y apuesta por un buen número de primeros planos, es la guinda de un retrato bastante interesante de un doctor caído en desgracia por la locura de unos planteamientos que es capaz de llevar a la práctica pero nunca con la perfección que le hubiera gustado. De esta forma, Herbert West. Carne fresca es una adaptación seria y eficaz, coherente con los planteamientos originales de Lovecraft, respetuosa en su ejecución y muy entretenida para los amantes de la literatura fantástica en general y, claro está, de Lovecraft en particular.

El único contenido extra es una introducción de Jesús Palacios.

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