Guion: Kei Sanbe.
Dibujo: Kei Sanbe.
Páginas: 192.
Precio: 9 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Marzo 2021.
La sombra de Desaparecido (aquí, reseña de su primer volumen) tiene que ser necesariamente alargada cuando su autor, Kei Sanbe, regresa con una nueva serie. Es lo lógico cuando una serie ha logrado no solo buenas críticas sino incluso una rápida transición a otros medios. Cometeríamos un error si valorásemos Por el chico que veía en sueños, mucho más después de haber leído un solo volumen, comparándola desde el principio con Desaparecido, así que trataremos de evitarlo. Sanbe, de hecho, apuesta por una narración distinta, por un protagonista diferente y por una motivación que nada tiene que ver con la de Desaparecido para construir su nueva intriga. Triunfa a medias, al menos con lo que hemos visto en esta primera entrega. Lo cierto es que el nivel de enganche que genera no es el mismo que en Desaparecido, porque más allá del impacto inicial, el del asesinato con el que arranca la historia, no hay todavía demasiados elementos que den claridad a la propuesta. Se intuyen cosas, algunos personajes resultan llamativos… pero de momento no sabemos hacia dónde vamos, y no porque Sanbe esté ocultando misterios, cosa que lógicamente hace, sino porque no hay tanta conexión con lo que se nos está contando, la que hay depende mucho de lo que está por venir.
Quizá ese es el pecado de Sanbe, o una consecuencia de leer su historia por volúmenes y no de forma completa, pero es la sensación que deja la primera entrega, la de que hay demasiado pendiente, muchas promesas que se tendrán que resolver en el futuro. Y no es que Sanbe las maneje mal, no, las ganas de seguir leyendo permanecen intactas, pero es verdad que el principal argumento de Por el chico que veía en sueños salta de su planteamiento al futuro. Hay secuencias, las que nos tendrían que convencer aquí y ahora, que llegan casi sin que uno sepa muy bien por qué. El personaje de Senri, el protagonista, está bien establecido, y de hecho el autor emplea mucho tiempo en los flashbacks para que le conozcamos de manera clara, pero quizá lo que no funciona con la misma fuerza, al menos de momento, es todo lo que le rodea. Es el presente de Senri el que flaquea en el arranque, porque no se entiende del todo su asociación con criminales o la relación que tiene con el principal personaje femenino de la trama, que aparece y desaparece sin demasiado sentido. Son piezas de un puzle, eso está claro, pero cuando no se ve la imagen final es más difícil comprender el valor década una de sus partes. Puede ser un problema, sí, o también algo que Sanbe corregirá en cuanto nos haya ofrecido todo el panorama. Habrá que esperar.
Y mientras lo hacemos, el dibujo de Sanbe es buen consuelo. Tiene mucha habilidad para mostrarnos el interior de los personajes, y cuando una serie se vuelca tanto en lo introspectivo como lo hace Por el chico que veía en sueños resulta todavía más importante que sintamos con el protagonista. Eso lo brinda el autor con mucha eficacia, porque sabe definir muy bien a los personajes. Incluso aquellos a los que la historia todavía no ha dado la oportunidad de brillar, los presenta visualmente de una manera muy atractiva, y eso hace que estemos más conectados con el relato de lo que realmente nos permite lo que estamos leyendo. La puesta en escena de los momentos más impactantes, de una manera muy parecida a lo que sucedía en Desaparecido, suponen esos puntos de inflexión e impacto que necesita una historia de esta naturaleza, y la manera en la que gestiona las escenas sin diálogos, que no son pocas, demuestran que es un narrador fantástico. Pocas quejas podemos manifestar en lo visual, aunque resulta evidente que Por el chico que veía en sueños tiene todavía mucho recorrido por hacer. No cabe duda de que Sanbe sabe intrigar, pero en este caso es cierto que hace falta una marcha más, un objetivo un tanto más claro, algo a lo que podamos agarrarnos más allá de la promesa de alguna revelación impactante.
Kadokawa comenzó a publicar Yume de mita anoko no tameni en 2017. No tiene contenido extra.
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