Cine – ‘Ataque a los titanes’, de Shinji Iguchi

Título original: Shingeki no kyojin.

Director: Shinji Uguchi.

Reparto: Haruma Miura, Kiko Mizuhara, Kanata Hongô, Satomi Ishihara, Nanami Sakuraba, Takahiro Miura, Hiroki Hasegawa, Ayame Misaki, Pierre Taki, Jun Kunimura, Shû Watanabe, Satoru Matsuo.

Guion: Yûsuke Watanabe, Tomohiro Machiyama. Manga: Hajime Isayama.

Música: Shiru Sagisu, Shiru Washizu.

Duración: 98 minutos.

Estreno: 1 de agosto de 2015 (Japón), 8 de septiembre de 2016 (España).

Lo que tendría que ser un trabajo más o menos fácil, adaptar al cine un material de calidad y con una notable legión de seguidores a los que se tiene ganados de antemano, en ocasiones se convierte en una tortura difícil de explicar. Algo así podríamos decir de Ataque a los titanes, la película de Shinji Iguchi que se basa en el más que popular manga de Hajime Isayama. Si solo vemos la película, resulta hasta complicado entender el fervor que desata este universo, porque no hay demasiados elementos en su poco más de hora y media que sobresalgan de una manera clara en una historia que acaba siendo bastante convencional. La idea original, sí, la de un mundo postapocalíptico en el que viven unas salvajes criaturas gigantes que nadie sabe de dónde han salido y que comen humanos casi por diversión, pero eso es algo que ya ofrecía el manga. El filme es un imposible ejercicio de condensación de elementos y personajes en el que casi nada tiene el sentido que sus responsables hubieran querido que se viera y sus logros se limitan casi de manera exclusiva a lo visual. Sin tener unos efectos deslumbrantes en las escenas de acción, muy de dibujos animados en el peor de los sentidos de esa expresión para aplicarla a una película de imagen real, sí que hay una integración agradecida de los titanes, que funcionan bastante bien en pantalla.

Cuando el cine se acerca al cómic, tambien por supuesto al manga, existe la convicción de que se puede lograr una saga, una franquicia, un número considerable de secuelas que engorde las cuentas corrientes de sus creadores. Y sí, es maravilloso vivir en la gran pantalla ese concepto de universo que desde hace décadas tenemos en el cómic. Pero no se puede olvidar que una película tiene un principio y un final, y que lo que vemos tiene que ser una historia completa y bien explicada. Ataque a los titanes se olvida de eso. Habla continuamente para devotos, como si fueran los únicos que pudieran entender lo que estamos viendo, y a la vez ellos fueran los que más puedan enfadarse por los cambios que hay en la cinta con respecto al manga que adapta. Es una situación muy loca que solo puede desembocar en la locura que vemos. Ninguno de los personajes consigue despertar la empatía necesaria como para sobresalir en el escenario que se nos presenta, el único reclamo serio que tiene la película, el de esperar un ataque de los titanes en el que se desate una violencia muy, muy gráfica que parece ser el único punto de la historia que se desarrolla con claridad. Ni lo humano, ni lo científico, ninguna de esas dos vías engancha demasiado porque siempre da la sensación de que faltan cosas, de que algunas se dejan para la secuela, de que otras tenemos que buscarlas en el manga original.

Y esa vía, la que parece más sencilla, es la que lleva a un desapego evidente con respecto a lo que vemos en la pantalla. Sin conexión real con los personajes, el clímax no consigue alcanzar las cotas emocionales que debiera tener. Y eso que, lo decimos antes, en lo visual sí consigue cierta eficacia. Las acrobacias de los personajes humanos distan mucho de lo que muestra habitualmente el cine de fantasía americano, y quizá se notan ahí demasiado las limitaciones que puede tener una producción de esta naturaleza, pero al menos ahí hay un sincero intento de hacer que el espectador lo pase bien. En la historia y en sus personajes, en cambio, se condensan todos los muchos y profundos agujeros que tiene el planteamiento. Y sí, es una pena, porque ejemplos hay de sobra en el cine moderno de cómo tratar este tipo de escenarios, hay historias grupales a patadas en las que hay una dinámica muy eficaz entre sus integrantes, y sobre todo hay un manga de referencia que ha gustado ya a mucha gente antes de que esta película naciera. Si se pierde la esencia, se pierde al seguidor. Y sí esto sucede, lo que queda es una de esas rarezas difíciles de entender cuando se ven de manera aislada y que resulta complicado que acerque a nuevos lectores a la serie original. Con mucha claridad, una de las mayores oportunidades pérdidas de las adaptaciones de cómic modernas.

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