Guion: Keiko Yoshikawa.
Dibujo: Keiko Yoshikawa.
Páginas: 192.
Precio: 7,50 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Mayo 2021.
Pocas veces vamos a encontrar un título más ilustrativo de lo que nos vamos a encontrar en el interior de un cómic, en este caso de un manga, que el que nos brinda Keiko Yosshikawa en Diario de nuestra vida entre gatos en Kamakura. Efectivamente, lo que nos cuenta en sus páginas son las peripecias de una pareja de recién casados, que de hecho está todavía descubriéndose y conociéndose en muchos sentidos, en una nueva casa, debido al traslado laboral de él, y con un puñado de felinos como mascotas, gatos que tienen su propia voz y que generan divertidas situaciones. Es lo que nos cuenta, sin dobleces, sin miedos y con un afán, como dice el título, de convertirse en un diario de la pareja. Es un costumbrismo en estado puro en el que los problemas que estallan son de lo más cotidiano, y tienen que ver con situaciones que cualquiera podemos conocer, sobre todo aquellos que vivan con gatos pero también a nivel general, como los momentos en los que ella duda de haber hecho lo correcto dejando su carrera para seguir a su marido o cuando se debaten en la forma y en el tiempo en el que ambos quieren convertirse en padres. A lo puramente realista, Yoshikawa añade invenciones con los gatos que aportan un toque de comedia bastante agradable y que hace que estos animales se comporten como lo que son, sin humanizarles en exceso.
Se trata justo de eso, de que Diario de nuestra vida entre gatos en Kamakura sea un fiel reflejo de la vida cotidiana. Yoshikawa no se pierde en demasiados artificios o en tramas demasiado complejas a priori porque sabe que necesita conectar con la realidad de una manera clara. De entre todas las palabras que forman el título, la que más le importa es la de “Diario”, y aunque su estructura narrativa no es esa, simplemente coloca a los lectores en una ventana para poder ver la vida de esta pareja y de sus gatos sin necesidad de cartuchos de texto, se trata de repasar lo cotidiano. Es curioso cómo se salta sus propias normas para hacer de los gatos protagonistas de algunos momentos en los que se atreve a leer sus pensamientos desde una visión bastante simple y efectiva de estos animales, pero no hay que perder de vista que el foco no son ellos. Están, son necesarios, mueven algunos sketches, pero de lo que se trata es de seguir a Royo y Mihoko, que así se llaman. Y es verdad que cuanto más avanza el relato, más se les puede querer, por lo que hay que dar por efectivo el mecanismo por el cual les vamos conociendo. Si al principio llaman la atención, y da la sensación de que son los gatos los que nos van a mover en este contexto, según van surgiendo los problemas de convivencia más naturales más convence el relato.
Decíamos que hay una paradoja en la aparición de los gatos, porque añade matices que Royo y Mihoko no necesitan aportan al relato, y lo mismo se puede decir del dibujo. Es curioso como la vida de pareja se enseña desde el más absoluto realismo, aunque desde un estilo manga que nada tiene que ver con el hiperrealismo que podría haber tenido esta historia en otro contexto editorial, y en la comedia felina Yoshikawa apuesta por algo mucho más esquemático, directo y claro. Si los humanos son realistas, los animales apuntan más hacia lo caricaturesco, con rasgos esenciales que nos permitan entender la escena. Narrativamente le ayuda a que la comedia se desenvuelva bien, pero es evidente que el espíritu, el alma de Diario de nuestra vida entre gatos en Kamakura está en lo primero, en que las emociones que sienten los dos protagonistas se puedan ver claramente en sus rostros y en su lenguaje corporal, y ahí, la verdad, Yoshikawa hace un trabajo bastante notable y aporta una sensación de comodidad bastante acusada en el lector a la hora de leer algo que por voluntad propia quiere moverse en el mundo de lo cotidiano. No es esta una lectura que necesita de demasiados sobresaltos, solo de una mirada certera que nos hable con eficacia de algo tremendamente normal y que engancha precisamente por eso, por su accesibilidad.
Shinchosha publicó originalmente el primer volumen de Neko to futari no Kamakura en 2015. No tiene contenido extra.
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