‘El cuarto de los milagros’, de Manuel Gasco

Editorial: Oberón.

Guion: Manuel Gasco.

Dibujo: Manuel Gasco.

Páginas: 320.

Precio: 29,95 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Mayo 2021.

Lo que Manuel Gasco hace en El cuarto de los milagros bien podría merecer el calificativo que él mismo desliza en su título, por mucho que su objetivo sea otro bien distinta del que podemos valorar desde aquí. Él quiere presentarnos un mundo de maravillas, y lo que nosotros vemos es una maravilla de mundo. Gasco busca la construcción de una gozosa mitología convenientemente explicada en los textos que acompañan a sus ilustraciones pero que encuentran su definición más radical y contundente precisamente con el juego de líneas y colores que nos propone, un diseño casi demiúrgico, en el que todo surge de su imaginación, todo tiene que diseñarse desde cero y supone un torrente de imaginación desbordante muy difícil de anticipar, incluso con la más que sugerente portada del libro. El cuarto de los milagros es, de alguna manera, una biblia de su propia idea, un manual de su propio universo, un compendio de lo que podríamos encontrarnos si la mente de Gasco fuera una galería de arte a la que pudiéramos entrar. Y lo que es más complicado, es un mundo que tiene sentido. Dentro de sus reglas, por supuesto, ¿pero acaso esa exigencia no nos la plantea cada universo de ficción que visitamos, sea el más realista de todos o el más de ciencia ficción que pueda imaginar un autor?

Gasco nos propone un trabajo mastodóntico, de más de 200 ilustraciones que vemos a página completa siempre, para que no se nos pueda escapar el menor de los detalles. La misma paleta de colores que utiliza es un elemento cargado de significado. No hay uniformidad entre las ilustraciones, no hay universo que pida algo parecido, y sin embargo las reconocemos todas como parte del mismo cosmos. El esfuerzo de Gasco es impresionante, se aprecia en cada lámina de manera individual y, sobre todo, en esa conciencia universal que despierta su trabajo. Porque, insistimos, El cuarto de los milagros no es un lugar desordenado, sino la configuración de un mundo de criaturas extraordinarias, de escenarios imposibles, de mucha alma a pesar de que la humanidad tal y como la conocemos no es precisamente el foco de su trabajo. Si algo puede resumir la obra, es su poder evocador. Tiene su historia narrada, sí, pero al mismo tiempo ofrece posibilidades infinitas al lector para que abra el libro por cualquier página y se imagine el contexto de lo que está viendo. Puede que coincida con lo que imagina Gasco y puede que no, pero lo que está claro es que todo está pensando para incitar a quien se asoma a estas láminas a detenerse en cada una de ellas, a que sienta que el tiempo no pasa, a que descubra cada pequeño detalle que hay en cada dibujo.

No tiene contenido extra.

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