Título original: Gekijouban Bishoujo Senshi Sailor Moon Eternal.
Director: Chiaki Kon.
Reparto: Kotono Mitsuishi, Ryo Hirohashi, Kenji Nojima, Hisako Kanemoto, Rina Sato, Ami Koshimizu, Shizuka Ito, Taishi Murata, Misato Fukuen, Shoko Nakagawa, Al Maeda, Junko Minagawa, Sayaka Ohara, Yukijo Fujii, YoshistuguMatsuoka, Nanao, Naomi Watanabe, Shouta Aoi, Satoshi Hino, Toshiyuki Toyonaga, Reina Ueda, Sumire Morohosi, Yuko Hara, Rie Takahasi, Mutsumi Tamura.
Guion: Kazuyuki Fudeyasu.
Música: Yasuharu Takanashi.
Duración: 160 minutos.
Estreno: 8 de enero, 11 de febrero de 2021 (Japón), 3 de abril (España, televisión.
A pesar de que vivimos en un mundo audiovisual en el que da la sensación de que tenemos acceso a todo, a veces hasta los casos más publicitados nos recuerdan que no es así. El estreno televisivo de las dos películas que forman Pretty Guardian Sailor Moon Eternal, el anunciadísimo regreso de la franquicia, es, en realidad, continuación de una historia que aún no se ha comercializado en España. Las dos películas, que iban a estrenarse con motivo de los Juegos Olímpicos de Tokio hace un año, llegaron por culpa de la pandemia a los cines japoneses a comienzos de este 2021 y con un mes de diferencia. Muchos las consideran de facto una cuarta temporada de Sailor Moon Crystal, lo que también ayudará a que aficionados y profanos puedan situar adecuadamente una historia que se mueve en las difíciles aguas de exigir conocimiento previo y buscar una identidad propia que pueda convencer a nuevos seguidores. Logra sus objetivos a medias, pero seguramente no por los motivos que podríamos pensar a priori. Y es que el problema que tiene Sailor Moon Eternal está en su duración. Dos horas y cuarenta minutos suponen un metraje excesivo para una historia que parece sencilla y que se acaba haciendo algo farragosa sin necesidad. Y lo más curioso de todo es que la nostalgia es el principal argumento de ese alargue.
Hoy en día parece obvio que ese elemento nostálgico es esencial no solo ya para recuperar franquicias nacidas en otro tiempo, sino incluso para continuarlas, como es el caso. Sailor Moon nunca se ha ido, no ha habido una carestía de las aventuras de este grupo de jóvenes elegidas para salvar el universo, que puede seguir presumiendo de tener uno de los diseños más icónicos, divertidos y acertadas del anime que ha logrado aprovechar los beneficios de la globalización. Sí que es cierto que esta película se ha podido entender como una buena vara de medir para su base de aficionados, y seguramente saldrá triunfante de ese reto. La película, las películas en realidad, empieza con menos fuerza de lo esperado y se guarda lo mejor en casi todos los sentidos para el final. Quizá el gran obstáculo de Eternal está en el enorme número de personajes que hay que poner en escena y esa necesidad que sienten las franquicia de tener que satisfacer la proyección de todos ellos, porque hay elementos que, sin la nostalgia como excusa, bien podrían haberse caído para dejar un montaje algo más aseado. Como la reunión final de todas las heroínas es lo mejor de la película se puede acabar perdonando algún que otro momento de estos que ralentiza demasiado la acción, que los hay en un proyecto que tiene una duración muy ambiciosa y un corte algo artificial.
El festival de transformaciones y despliegue de poderes, no puede haber nada más nostálgico en una franquicia como esta, nos lleva a entender todo el potencial que tiene Sailor Moon. Y es paradójico que lo que ya hemos podido ver en tantas ocasiones antes de ver Eternal sea al final lo más destacable de la película, plasmación definitiva de lo que supone esta aventura. Hay temas que resultan fascinantes, como la enfermedad que aqueja a los protagonistas o la incapacidad para transformarse de algunas de las guardianas, pero no terminan de desarrollarse de tal manera que lleven la película a ese terreno. Lo que busca Eternal es que disfrutemos con el juego de espejos, realidades y sueños que hay en la película por encima de cualquier otra cosa, pero eso mismo, con tantos personajes, sufre de cierta irregularidad. Hay secuencias formidables y otras que no lo son tanto, hay personajes a los que se hace mucha justicia y otros que no la alcanzan aunque tengan tiempo en pantalla, y hay escenas que encajan en la historia y otras que prolongan demasiado arcos que tienen menos significado en el conjunto. El hecho mismo de que encaje en un momento preciso de la historia que muchos no habrán visto resta algo de poder al conjunto, aunque su consumo parece más que garantizado, con o sin su paso previo.
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