‘Perceván. Integral’ 1, de Jean Léturgie, Xavier Fauche y Philippe Luguy

Editorial: Norma.

Guion: Jean Léturgie, Xavier Fauche.

Dibujo: Philippe Luguy.

Páginas: 152.

Precio: 32 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Febrero 2021.

Si nos atenemos a las palabras de Éric Adam que recoge Antoni Guiral en su introducción, y estamos hablando de tipos que saben lo suyo a la hora de hablar de cómic, Perceván estaría entre Johan y Pirluit (aquí, reseña de su primer libro) y La búsqueda del pájaro del tiempo (aquí, su reseña). Hablamos de grandes nombres, de Peyo, de Le Tendre y de Loisel, pero no seremos nosotros quienes quitemos méritos a la obra de Jean Léturgie, Xavier Fauche y Philippe Luguy. Es, efectivamente, una fantasía medieval de acción que se mueve con un grupo de personajes bastante más reducido de lo que podría parecer a simple vista, una que regresa a lo básico para que el héroe asuma un papel claro como tal, una que tiene imaginación, aventura y comedia a partes iguales. Perceván cumple ahora cuarenta años de vida, que se dice pronto, y sigue siendo una lectura muy entretenida. Quizá lo que entonces fue una serie que buscaba a un público joven hoy encontrará más aprecio entre lectores de mayor edad, porque los gustos cambian y la oferta se adecua a lo que se demanda, pero tampoco seremos nosotros los que digamos que no es un relato magnífico para que los chavales descubran un mundo espléndido y, sobre todo, montado con inteligencia. Ya desde el primero de los tres álbumes que forman este primer integral, todo parece encajar a la perfección.

Para ver lo que nos puede ofrecer Perceván, quizá lo mejor es detenerse en el primer álbum, Las tres estrellas de Ingaar, y en el tercero, La espada de Ganaël, los que escribe en solitario Léturgie. En el primero se sientan las bases de este universo de una manera brillante, con esa combinación de aventura y diversión que se convierte en la mejor interpretación posible de este universo, y en el tercero nos muestra cómo puede avanzar en su mitología, más allá de la historia original. Que todo arranque con el canto de un trovador es un punto de partida muy agradable, y que casi sin solución de continuidad Léturgie nos presente al villano y al héroe de la función hace que la cosa mejore aún más. Apenas han pasado un puñado de páginas y ya estamos plenamente integrados en un mundo muy entretenido. Dado que el segundo álbum es continuación directa del primero, la ventaja del tercero es que permite empezar de nuevo… y otra vez Léturgie se muestra como un escritor de pluma ágil, de mucha imaginación, que tiene muchas ganas no solo de hablar de un héroe sino de establecer una mitología muy extensa. Se puede aducir que el protagonismo de la mujer en Perceván es muy limitado, incluso con ciertos tintes machistas y tópicos, pero esa mirada contemporánea no es la que necesita una obra tan adecuada como esta, una que el paso del tiempo no ha mermado.

No lo ha hecho, desde luego, en su dibujo. Luguy sabe manejar todas las situaciones que le plantean Léturgie y Fauche, y sobre todo sabe hacerlo desde una caricatura que conecta Perceván con el cómic francobelga más clásico, también desde el color, pero a la vez le da un estilo personal e identificable. A veces da la sensación de que sus personajes, incluso los heroicos, son menos realistas de lo que le podría convenir a los momentos más épicos de la historia, porque parece que las cabezas superan las proporciones de los cuerpos, pero es una manera muy divertida de recordarnos en qué universo estamos. Luguy sabe expresar humor y acción cuando toca y a veces incluso entremezclados, cuando la fantasía se desborda tiene momentos muy notables, y el mismo diseño de los personajes, de todos ellos, desde el propio Perceván a Morgana, suma para que esta sea una de esas lecturas por las que da gusto pasar, incluso después de tanto tiempo de la publicación original. Dicen que cuarenta años no son nada, y no es verdad, es una barbaridad de tiempo en el que han ido cambiando las modas, los gustos y hasta la misma forma de hacer cómics, pero precisamente por eso es un buen momento para darnos cuenta de que Perceván es una de esas delicias que podemos degustar de mil maneras, independientemente de la edad que tengamos.

El volumen incluye los tres primeros álbumes de Percevan, Les trois etoiles d’Ingaar, Le tombeau des glaces y L’épée de Ganaël, publicados originalmente por Glénat en septiembre de 1982, octubre de 1983 y marzo de 1984. El contenido extra lo forman una introducción de Antoni Guiral y las portadas originales de Philippe Luguy.

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