Cine – ‘Dr. Strange’, de Philip DeGuere

Título original: Dr. Strange.

Director: Philip DeGuere.

Reparto: Peter Hooten, Jessica Walter, Anne-Marie Martin, Clyde Kusatsu, Philip Sterling, John Mills, June Barrett, Sarah Bush, Diana Webster, Bob Delegall, Larry Anderson.

Guion: Philip DeGuere.

Música: Paul Chihara.

Duración: 93 minutos.

Estreno: 6 de septiembre de 1978 (Estados Unidos, televisión).

Casi no hace falta decir que la primera tentativa de llevar al Doctor Extraño a la pantalla fue bastante mala, teniendo en cuenta que hablamos de lo que tendría que haber sido el episodio piloto de una serie que, como ya se sabe, no llegó a ver la luz. Y aunque Doctor Strange tiene elementos que resultan interesantes y simpáticos, adolece del ritmo necesario para que pueda parecer algo atractivo y cambia demasiadas cosas como para que no podamos ver en esta versión ni al Hechicero Supremo ni las magníficas amenazas sobrenaturales a las que tiene que hacer frente. Puede que la causa de todo esto haya que buscarla en las limitaciones de la época, en cuanto a medios y presupuesto, pero aún todo da la sensación de ser demasiado intrascendente, apenas suceden cosas en la hora y media de metraje e incluso la presentación de Extraño es demasiado distinta del personaje que conocemos de los cómics como para que nos la podamos creer. Todo es, por decirlo de alguna manera, demasiado terrenal. Y con el Doctor Extraño ese es el mayor de los males, cúspide de una serie de problemas que nos lleva a concluir que quizá los únicos que se tomaron la película tan enserio como debían fueron los integrantes de su reparto, de largo lo más salvable de esta olvidable pieza de fantasía de la prehistoria de Marvel.

Lo más hiriente para el lector de cómics es que se prescinde de elementos definitorios de Strange como su carácter. Aquí es un héroe altruista desde el principio, no hay salto desde el cinismo egoísta que se le supone como cirujano y que después cambia al conocer el lado oscuro del universo en el que habitamos. Eso no existe, como tampoco su faceta de cirujano. Aquí es un psiquiatra. Y uno, además, que no tiene una posición dominante en su hospital, puesto que la película le crea un mando superior que contradice sus prescripciones… y que no tiene ningún papel real en la historia. Hay cambios radicales en la forma en la que Extraño se convierte en el Hechicero Supremo, hay una entidad cósmica que no pasa de ser un remedo oculto en niebla de un monstruo de película japonesa de los años 50, tenemos al interés romántico del protagonista con el nombre de Clea sin que tenga nada que ver con la del cómic, y tenemos lo mejor de la película en la figura de Jessica Walter, que da vida a Morgan Le Fey, una hechicera que planea conquistar la Tierra y cuya presencia no recibe la justicia que merece de un guion simple y pobre en todo momento. ¿Y el protagonista? Peter Hooten, adecuado en su aspecto y en su actuación, aunque se lamente y mucho que no tenga la posibilidad de mostrarnos a este doctor arrogante y herido que el personaje necesita ser antes de nada.

Doctor Strange no da en ningún momento la sensación de que realmente estemos ante un combate milenario entre el bien y el mal, porque el bien se presupone con demasiada simpleza y el mal tiene el gigantesco lastre de una producción bastante deficiente, excepción hecha del trabajo de vestuario, el que luce fundamentalmente Walter y que da pie a la escena más rica e interesante de todo el filme, aquella en la que intenta seducir a un Extraño que todavía no sabe en qué mundo se está metiendo y que luce ahí una curiosísima versión del traje del cómic… que la escena final decide obviar para crear algo inadecuadamente colorido. El problema real de la película es que se nos ha contado un enfrentamiento sin base, que no se explica de ninguna manera qué lleva a Extraño a abrazar las artes místicas o la importancia que tiene su figura en este combate entre las fuerzas del bien y del mal. La trama romántica es tan endeble que asusta, y lo único que realmente puede llevar a pensar que de aquí podría haber salido algo interesante es lo onírico. Sencillo, sí, pero al menos eficaz y con ciertas dosis de imaginación. Esto, no obstante, es insuficiente para salvar una película para televisión de hora y media que tendría que haber sido concebida para convencer del potencial del material. Lástima, porque es jugoso imaginar esa serie, ero es que esto no hay por dónde cogerlo.

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