Título original: Josie and the Pussycats
Director: Harry Elfont, Deborah Kaplan.
Reparto: Rachael Leigh Cook, Tara Reid, Rosario Dawson, Alan Cumming, Parker Posey, Gabriel Mann, Paulo Constanzo, Missi Pyle, Tom Butler.
Guion: Harry Elfont, Deborah Kaplan.
Música: John Frizzel.
Duración: 98 minutos.
Distribuidora: Universal.
Estreno: 11 de abril de 2001 (Estados Unidos), 7 de septiembre de 2001 (España).
Parece bastante obvio que los cómics de Archie no son la verdadera inspiración de una película como Josie y las Melódicas, porque su factura no es precisamente la fórmula con la que se intentaría atraer a un público nacido del tebeo original, que data de 1963, o de la serie de dibujos posterior de Hanna-Barbera de 1970. Al contrario, el filme que escriben y dirigen Harry Elfont y Deborah Kaplan tiene sus raíces en grupos musicales más modernos como las Spice Girls y el fenómeno fan que estas formaciones desatan. Es una excusa para juntar a un trío simpático de actrices a las que hacer cantar y desfilar con incontables modelos para configurar una comedia ligerísima, muy obvia en absolutamente todo, que tiene una subtrama de fondo que casi parece sacada de Austin Powers y que sirve para que se diviertan Alan Cumming y Parker Posey con sus papeles de villanos y para añadir minutos a una trama que no es más que una simple excusa para lanzar al mercado un disco con todas las canciones de la película. Dicho eso, y sabiendo que no vamos a encontrar aquí el humor del universo de Archie, teniendo claro cuáles son las normas de Josie y las Melódicas, lo cierto es que la película es extrañamente simpática. No es una buena película, no, pero sí puede resultar tan pegadiza como las propias melodías que suenan en ella.
Y eso que da la sensación de que es un filme que absolutamente nadie se toma en serio. La ingenuidad que desprenden las tres protagonistas es tal que ahí sí que parece que estemos ante una comedia ligera de los años 60 y la historia es tan endeble que casi parece mentira que sirva para sustentar hora y media de película. Pero hay que reconocer que esa historia de toda la vida, la de tres chicas de origen humilde que logran el ascenso a la fama, que pasan de tocar en una bolera donde nadie escucha a llenar un estadio con un concierto para el que en realidad no estaban preparadas, es hasta graciosa. Rachael Leigh Cook, Tara Reid y Rosario Dawson encarnan a las tres protagonistas de la película, a las tres chicas de Riverdale que quieren ser estrellas de la música, y lo cierto es que, cada una en su punto, saben encontrar personalidades agradables para ganarse la confianza del espectador. Puede que sean ellas la razón por la que se lleva bien el filme, en su momento y ahora, dos décadas después de su estreno original, porque sin alardes, sin necesidad de ir a aspectos psicológicos rebuscados o innovadores, son esas chicas que caen bien y a las que, en el fondo, sí puede apetecer escuchar. No que en realidad haya mucho más que eso en la película, porque todo lo demás es bastante simple, pero con eso hasta parece bastar.
Lógicamente, esa es la visión complaciente de Josie y las Melódicas, la que admite que el humor con el que juega puede ser simpático. Pero también es cierto que es imposible tomar mínimamente en serio a la película. No por su tono de comedia, ojo, sino porque incluso ahí es muy inverosímil. Lo es en sus villanos, simple y transparentes hasta en la manera en la que van a acabar redimiéndose, lo es en la forma en la que quieren mostrar división entre las chicas del grupo, por supuesto en las escenas que teóricamente tendrían que dar una trascendencia al relato, con especial mención al momento en el que los malos quieren librarse de las amigas de Josie, terriblemente ridículo y montado solo para que aparezcan algunos rostros famosos entre el público de cartón del estudio televisivo en el que tiene lugar dicha escena. Lo es en casi todo lo demás. Lo único que se ha cuidado con esmero en esta muy libre adaptación de cómic es la música, con la que se busca un ritmo rápido, pegadizo y para un público muy amplio, que es lo que se pueda justificar el tono de videoclip que abraza con sentido el filme en algunos momentos y que hace que salgamos de la película con el número musical más marchoso. Claro que para eso igual es mejor comprarse el disco antes que ver una película que presume de su enorme simpleza. Al menos eso lo hace sin complejos.
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