CÓMIC PARA TODOS

‘Conan. La leyenda (integral)’ 4, de Timothy Truman y Roy Thomas

Editorial: Planeta Cómic.

Guion: Timothy Truman, Roy Thomas.

Dibujo: Joe Kubert, Timothy Truman, Tomás Giorello, Paul Lee, Darick Robertson, Mike Hawthorne, Dan Panosian.

Páginas: 616.

Precio: 30 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Diciembre 2020.

Cuando Conan aterrizó en Dark Horse, seguramente pocos apostaron por la serie. ¿Cómo iba a borrar el recuerdo del Conan de Marvel, del más clásico e icónico cimerio que nos ha legado la cultura popular junto al encarnado por Arnold Schwarzenegger en el cine? El caso es que lo hizo, y eso hay que agradecérselo al equipo inicial que formaron Kurt Busiek y Cary Nord con la misma intensidad que a quienes se fueron incorporando al devenir de la serie, escritores como Timothy Truman y dibujantes como Tomás Giorello. Este Conan es, efectivamente y aunque pueda tener cierta connotación de sacrilegio, tan icónico como el de Roy Thomas y John Buscema. En este cuarto y último volumen integral de Conan. La leyenda asistimos al final de la segunda serie del bárbaro, Conan the CImmerian y al desarrollo completo de la maxiserie con la que se dio continuidad a sus viajes, Road of Kings. Esta última tiene la particularidad de suponer el cierre del círculo. Buscema murió en 2002, pero Thomas sigue siendo uno de los grandes nombres de su época que sigue con nosotros. Que él fuera el autor de El camino de los reyes es un maravilloso guiño de despedida, no real, porque el Conan de Dark Horse todavía avanzó más antes de regresar a Marvel, pero sí efectiva, porque suponía el final de una etapa con muchas más luces que sombras.

Thomas y Thomas son, por derecho propio, dos escritores que van a estar ligados siempre a Conan. El primer sentó las bases del personaje para su encarnación en cómic, y con esta historia final demuestra que no le ha perdido el pulso. Su Conan puede resultar más aventurero que el de Truman, más ligero en cierta medida, seguramente deudor de aquel que el escritor nos ofreció en los años 70, pasan más cosas en sus páginas, casi sin solución de continuidad para dar una sensación frenética que funciona francamente bien y sin la necesidad de tener que demostrar objetivos más ambiciosos que los de pasarlo bien. En estos pasajes, se notan que Truman sí quiere ir un paso más allá, juega con el tiempo, abraza el flashback sin dejar de mirar al futuro, y su tono es más sombrío. Hay más fantasía oscura en el Conan de Truman que en el de Thomas, pero los dos saben que Conan necesita acción, necesita mujeres, necesita una espada y de cierta presencia de criaturas o elementos fantásticos que nos recuerden el mundo en el que estamos. La conclusión de lo que en España conocimos como Conan. La leyenda es gozosa, uno no tiene la necesidad de comparar arcos argumentales y decidir si este es mejor o peor Conan que ninguno de los anteriores, sabiendo que no tiene por qué ser un clásico instantáneo, porque todo funciona con admirable precisión.

Acostumbrados en el Conan de Dark Horse al preciosista estilo de Cary Nord y después a la brillante espectacularidad de Tomás Giorello, puede que este volumen sí deje ciertas lagunas en el lector que admire estas revisiones modernas del personaje de Robert E. Howard. Y eso que las primeras páginas que vemos son nada menos que de Joe Kubert, o que más adelante vemos también trabajo del propio Giorello, siempre contundente y maravilloso. Pero es verdad que el desfile de dibujantes, esa maniobra editorial que resta personalidad y autoría a los cómics por mucho que sirva para llegar a tiempo a las librerías todos los meses, juega en contra de series como esta. Mike Hawthorne y Dan Panosian, firmando buenas páginas, apuestan por un estilo distinto, más jovial, a veces incluso caricaturesco, menos severo y recio que aquel al que nos había acostumbrado este Conan, al que vemos todavía en los primeros números de este libro final. El contraste es evidente y seguramente enriquecedor, pero se echa en falta una firma continua que dé al relato la misma cohesión de la que hemos podido hablar en el caso de sus escritores. Sea como fuere, sirva esta conclusión de Conan. La leyenda para reivindicar esta revisión del personaje de Howard, porque tiene mucha más calidad de la que quizá se le puede haber reconocido.

El volumen incluye los números 14 y 16 a 25 de Conan The Cimmerian, los especiales Conan and the Mad King of Gaul y Conan: The Weight of the Crown, y los doce números de Conan: Road of Kings, publicados originalmente por Dark Horse entre septiembre de 2009 y enero de 2012. El contenido extra lo forman las portadas originales, un epílogo de Roy Thomas y otro de Mark Flynn y una galería de bocetos.

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