‘Corto Maltés. Las célticas’, de Hugo Pratt

Editorial: Norma.

Guión: Hugo Pratt.

Dibujo: Hugo Pratt.

Páginas: 160.

Precio: 32 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Julio 2020.

La edición cronológica de las aventuras de Corto Maltés que están en formato de lujo es una auténtica maravilla. No hay por qué andarse con rodeos, porque es la mejor manera de descubrir la creación de Hugo Pratt y ver toda la genialidad que encerraba. El peligro de una serie como esta a la hora de llegar al lector está en dar por sentados algunos elementos, como si lo mejor de Corto Maltés se repitiera sucesivamente en todas sus aventuras. Leer de esta forma sus historias, en integrales como este que contiene seis álbumes, Las célticas, nos muestra la magia que hay en la creación de Pratt y, sobre todo, su enorme versatilidad, su variedad de escenarios y narraciones, lo bien que utiliza al personaje en presencia y en ausencia y la enorme documentación de la que hace gala para que sus aventuras se muevan desde su adorada Venecia hasta la niebla de Irlanda. Siempre podremos poner el mismo debate sobre la mesa, el de si este libro en concreto contiene algunas de las mejores historias de Corto Maltés. Y lo grandioso es que la respuesta da igual, porque siempre se siente que están a un nivel enorme, leídas de manera individual y en el conjunto que permite este volumen integral. Pratt era un genio, y recuperar sus historias de este singular personaje, en color o en blanco y negro, es la mejor manera de honrarle.

Si uno lo piensa con la perspectiva que da el tiempo, el Corto Maltés que mucha gente puede tener en la mente es el de El ángel de la ventana de oriente, uno que investiga misterios, en el que actúa de héroe aunque tenga esa pose altiva y arrogante como para rechazar ese papel, incluso el de Concierto en 0’ menor para arpa y nitroglicerina, el que le lleva a tierras irlandesas para lidiar con el Sinn Fein, aunque esta misma tenga elementos que puedan escapar del tono aventurero clásico de Corto por la crudeza de sus acontecimientos. Pero el riesgo que hay en Corto Maltés es asombroso. No hay más que pasar la página y ver en El sueño de una mañana de verano a Puck y Merlín manejando los hilos de las historias de nuestro protagonista o pegar un salto gigantesco hasta Vinos de Borgoña y rosas de Picardía para ver la presencia del mítico Barón Rojo. O la tremenda locura de En el tinglado de la antigua farsa, en la que teatro de marionetas y fantasía se mezclan de una manera tan extraña que es imposible no entrar en el juego. Y, claro está, el maravilloso recurso de no utilizar a Corto como el centro de la narración que ya hemos visto en historias anteriores y que Bajo la bandera de oro vuelve a enseñar. ¿Se puede cambiar más de tono, de estilo, de argumento y de escenario en tan poco espacio? Se podrá, pero se antoja dificilísimo.

El nexo de unión, el más evidente, no es ya el retrato psicológico de Corto, ese que Pratt supo definir tan bien en sus primeras aventuras que ya no tuvo que volver a tocar, sino el dibujo. Corto Maltés es el dibujo de Hugo Pratt. Sus retratos en primer plano, sus cabezas parlantes, sus perfiles inconfundibles, o la forma en la que todo eso encaja en un escenario dibujo con un mimo histórico y documental fascinante, trufado de detalles que parecen sencillos pero que sirven para transportarse de escenario. Cuando uno abre Concierto en O’ menor para arpa y nitroglicerina ya sabe que Corto no está en sus escenarios cotidianos. Cuando el Barón Rojo entra en juego, uno ya sabe que va a ver acrobacias aéreas formidables. Y da igual que leamos todo esto en color o en blanco y negro, porque el dibujo de Pratt funciona de las dos maneras. Corto es creíble, lo imaginemos como lo imaginemos, y eso es algo maravilloso para el lector, que puede zambullirse sin miedo en cada una de sus historias con el absoluto convencimiento de que va a encontrar algo fresco y nuevo que a la vez encaje con todo aquello que le ha convencido desde el principio. Sin entrar en ese juego de las clasificaciones, Las célticas es un libro espléndido, lo es para lectores acostumbrados a la narrativa de Pratt y también para aquellos que busquen adentrarse en el maravilloso mundo de Corto Maltés.

El contenido extra lo forman un artículo introductorio de Paco Linares Micó y las ilustraciones y fotografías que lo acompañan.

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