CÓMIC PARA TODOS

‘Buenos días, tristeza’, de Frédéric Rébéna

Editorial: Planeta Cómic.

Guión: Frédéric Rébéna.

Dibujo: Frédéric Rébéna.

Páginas: 112.

Precio: 22 euros.

Presentación: Cartoné con sobrecubierta.

Publicación: Noviembre 2020.

Hay muchas maneras de encarar Buenos días, tristeza, y seguramente todas serán muy personales. Podemos hacerlo sabiendo que Françoise Sagan escribió esta novela que ahora adapta al cómic Frédéric Rébéna con solo 18 años. O podemos hacerlo con el temor que siempre genera la adaptación de una historia literaria a otro medio. Pero en realidad Rébéna disipa temores bastante pronto, porque afronta la historia como lo que es, una concreta y cerrada, una sobre los celos de una hija que está a punto de perder la vida que conoce y adora junto a su padre por la irrupción de una mujer que amenaza su estabilidad. Es imposible no pensar en la Lolita de Valdimir Nabokov, contemporánea total de Buenos días, tristeza, mientras nos asomamos a esta vida de lujo y seducción en la que entramos sin necesidad de saber demasiado y con la clara idea de que se nos va a contar una historia a modo de flashback después del choque definitivo entre los dos egos femeninos que dan forma a este drama. De Rébéna podemos destacar con facilidad la sencillez con la que se asoma al material original, convirtiéndose casi más en espectador que en narrador y dejándonos a nosotros, los lectores, un papel similar, en el que asistimos con interés a las maquinaciones emocionales de unos y otros, más bien de unas y otras, esperando el final para juzgar a cada cual.

Con su título, es fácil entrever que no vamos a ver una historia precisamente alegre. No hay pasión, salvo la sexual, en casi ninguno de los protagonistas de la obra. Solo Anne, y no es precisamente un personaje puro, parece moverse realmente por el corazón, entendido este como el órgano que nos permite amar. Cécile es la cría a la que seguimos desde el principio, una muchacha malcriada entre lujos y que tiene la sensación de poder hacer lo que quiera sin miedo a las consecuencias. Y esas consecuencias son las que Rébéna lleva con mucho acierto a los silencios, dando el hueco al lector para que se sienta como le pueda salir en cada momento, en sus miradas, en sus lágrimas, en su casi total desnudez o incluso en sus besos. Lo mejor del trabajo de Rébena está precisamente ahí, en que adapta con mucha libertad, sin que por ello se pierda fidelidad al relato original, para que nosotros sintamos lo mismo al leer su trabajo. Rébéna, además, consigue esa mezcla tan fitzgeraliana de carisma y lujo que se puede apreciar en El gran Gatsby sin que la historia parezca un calco de otras, porque le da un ritmo pausado y a la vez propiciando que pasen cosas, que las personas parezcan objetos de usar y tirar. Todo moviéndose entre la melancolía y el total desprecio por el ser humano, incluso el autodesprecio, que es lo verdaderamente desolador de la historia.

El dibujo apuesta por una sencillez evidente y que encaja muy bien con las pretensiones del relato. Pocos elementos, pocos personajes, un lugar prácticamente cerrado y único para contar lo que está sucediendo, esa villa en la que se da rienda suelta a las relaciones entre Cécile, su padre, su joven amante, la más madura Anne (hay mucha sutileza e inteligencia a l hora de mostrar cuerpos femeninos de distintas edades y atributos) y el muchacho que busca ganarse el corazón de la protagonista sin saber en qué mundo se está metiendo. Todos dibujados con una sutil mezcla imposible de frialdad y calidez, frialdad por su apariencia y por sus maquinaciones y calidez por lo que sentimos que llevan en su interior, que es lo que se manifiesta por la forma en la que Rébena dibuja a cada uno de ellos, sobre todo a ellas, en una conjunción casi perfecta con sus palabras. La variedad emocional que exprime se puede ver, por ejemplo, en el distinto significado que sabe dar a las lágrimas, las de Cécile y las de Anne. Y dentro de esa sencillez aparente, lo que sorprende para bien es el uso de las sombras y de los negros, que adquieren una cualidad narrativa bastante intensa. Es la guinda de un buen trabajo de adaptación de Buenos días, tristeza, una obra que deja mal cuerpo por lo que vemos y por toda la reflexión posterior sobre la naturaleza humana a la que da lugar.

Rue de Sèvres publicó originalmente Bonjour tristesse en abril de 2018. El único contenido extra es una introducción de Frédéric Beigbeder.

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Esta entrada fue publicada en 28 diciembre, 2020 por en Frédéric Rébéna, Planeta DeAgostini, Rue de Sèvres y etiquetada con , .

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