Guión: Susanna Isern.
Dibujo: Esther Gili.
Páginas: 336.
Precio: 21,90 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Noviembre 2020.
A veces nos gusta mirar tanto en lo ajeno que se nos olvida que lo propio puede llegar a niveles parecidos. Obviamente, no será aquí donde nos paremos a comprar los méritos de Los quebrantasueños con los de otras sagas literarias de fantasía juvenil, esas que ahora todo el mundo parece buscar con ansia frenética como si fuera la panacea de la salvación editorial o cinematográfica, pero sí proclamamos lo mucho que nos está entreteniendo la historia de Susanna Isern. Su segundo volumen, El origen de Terra Nigra, oscurece el planteamiento, algo muy lógico y natural, pero es perfectamente reconocible. Sofi ya tiene 14 años, y eso, aunque sea levemente, hace que el planteamiento cambie. En este segundo libro, una historia más larga, madura de una manera tremenda en muchos sentidos. Sigue siendo la cría a la que conocimos en El secreto de los Dandelión (aquí, su reseña), pero es al mismo tiempo alguien que evoluciona. Y eso se nota no solo en lo que pasa sino en la escritura de Isern, que ha sabido pasar de la ilusión infantil a las dudas juveniles, también las románticas con el regreso de Tin y la introducción de Un, una clara rival emocional con la que tendrá que colaborar. Lo hace con inteligencia y sin mermar por ello la gran historia de fondo que nos va desvelando sobe el mundo que ha imaginado, la que enfrenta a Desola y Lyra, dos mujeres contrapuestas y con objetivos muy distintos.
Como en el primer volumen, la encargada de dar forma visual al libro de Isern es Esther Gili y, una vez más, su trabajo es espléndido. Lo es porque sigue siendo una retratista extraordinaria, sobre todo de personajes femeninos, pero hay un detalle además que distingue El origen de Terra Nigra de otros trabajos anteriores, y es esa oscuridad de la que hablábamos. Gili es sinónimo de belleza, humana y natural, y eso es algo que lógicamente seguimos viendo en este libro, pero a la vez en sus láminas se despliega ese lado oscuro que tiene la historia y que le sirve para mostrarnos en todo su esplendor a Desola, a Uros o a Kat, tres personajes que representan la villanía que hay en este universo de Los Quebrantasueños. Gili tiene esa maravillosa cualidad de dejarnos con ganas de más con cada dibujo suyo que vemos, e ilustrando una novela esa sensación se acentúa todavía más, porque hay muchos pasajes que el lector imagina en los lápices de Gili y no llega a ver por la presencia, lógicamente contenida, de imágenes que colaboren con el lector en el repaso a un libro que mantiene el nivel de la primera entrega en todo. Gili, además, sigue expandiendo su propio universo personal sin traicionar para nada las virtudes de las ideas de Isern, lo que abre la puerta a que siga creciendo en el tercero, que veremos en 2022, o a que veamos un libro de arte independiente.
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