Guión: Mathieu Gabella.
Dibujo: Julien Carette.
Páginas: 172.
Precio: 32 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Septiembre 2020.
Es fácil entender la fascinación que El verdugo produce en la mente de Mathieu Gabella, la potencia que la idea tuvo que tener en su cabeza cuando se lanzó a la hoja en blanco para darle forma. Es un relato que tiene lugar en un París medieval y oscuro, es casi una historia de superhéroes trágicos llevada a ese contexto, y su desarrollo está supeditado a unas normas muy concretas, casi ingenuas y de otro tiempo, que hacen que funcione lo que se viene a llamar el don, por el cual nuestro protagonista puede ejecutar a quien Dios designe y él vivirá incluso con las peores heridas mientras no conozcan su verdadero nombre y su rostro. Pero es igualmente cierto que Gabella tiene mucho que agradecerle a Julien Carette por la forma en la que ha dado vida al relato, porque en lo visual se enjuagan todos los pequeños defectos que acumula El verdugo, sobre todo en un primer álbum que enamora menos de lo que debiera. Es justo reconocer, eso sí, que la historia crece, que va subiendo la exigencia y que llega a un clímax intenso y acertado, pero llegar hasta allí es placentero por el dibujo de Carette, es el salvoconducto con el que Gabella gana tiempo para poder llegar hasta donde quería sin que al lector le entren demasiadas dudas en la introducción. Como leemos la trilogía completa, en un volumen integral, esto se nota menos de lo que realmente importa.
Hay ambición en la propuesta de Gabella, que quiere reescribir la historia de Francia desde el París más siniestro y a la vez crear un icono, más que un personaje, del que vamos viendo no solo su realidad sino también su aprendizaje. No se conforma con mostrarlo, sino que además quiere enseñarnos sus debilidades, rebajando quizá de manera inconsciente el poder de ese icono y buscándole una humanidad que tarda bastante en verse y que, al final, no es lo más importante. Y hay un antagonista, el Bufón, que al principio cuesta ubicar en todo este andamiaje más allá de que parezca que estamos viviendo un Otros mundos de Batman contra el Joker, con un elenco de secundarios disfrazados que casi parece más accesorio que atractivo y que linda con Assassin’s Creed en muchos aspectos. Pero la ambición encuentra frutos con el paso de las páginas, Gabella va encontrando sobre todo en el segundo álbum la mejor manera de entretejer pasado y presente y los detalles que conforman a este personaje y su mundo acaban por funcionar a tiempo para que el clímax en la fiesta de los inocentes sea bastante potente y permita colocar en esa Francia que conocemos de relatos como El jorobado de Notre Dame o El hombre de la máscara de hierro, una reconocible y ligeramente maldita, en la que tienen cabida las figuras trágicas por encima de los héroes de Alejandro Dumas.
Decíamos que Carette eleva las apuestas y es bastante obvio desde el arranque. Lo más llamativo de las primeras páginas es, sin duda, el diseño de El verdugo, pero también la forma en la que este París de hace siglos nos envuelve, desde sus calles, desde sus escenarios religiosos y cortesanos y también desde sus entrañas. Carette, siguiendo storyboards de Viginie Augustin y con decorados de Jérôme Benoit, sabe sacar partido a todos los elementos que conforman la historia. El color de Jean-Baptiste Hostache es la guinda de una trilogía con un aspecto visual formidable, en el que todo parece funcionar al nivel que debe hacerlo, y que con los créditos se antoja que ha sido un trabajo en equipo bastante sobresaliente. Es ahí, en su dibujo, donde El verdugo alcanza un potencial tremendo, porque funciona como relato histórico pero también su parte más fantástica, incluso en esa conexión ya mencionada con el lector del cómic de superhéroes que se antoja tremendamente divertida con la imagen de Notre Dame al fondo. No parecía el París del medievo el escenario más cómodo para desarrollar visualmente una idea como esta, y sin embargo funciona sin reservas. Alguna más le podemos poner al guión de Gabella, pero también hay que reconocerle el esfuerzo de saber llevar la historia donde quería a pesar de que al comienzo cueste entrar en ella.
El volumen incluye los tres álbumes de Le borreau, Justice divine?, Mascarades y La fête des fous, publicados originalmente por Delcourt en mayo de 2016, abril de 2017 y octubre de 2018. El único contenido extra son las cubiertas originales de Jean Bastide.
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