CÓMIC PARA TODOS

‘El escritorio de Emily Dickinson’, de David Aceituno y Esther Gili

Editorial: Astronave.

Autor: David Aceituno.

Dibujo: Esther Gili.

Páginas: 32.

Precio: 15,95 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Abril 2020.

No importa cuantas veces digamos que el arte de Esther Gili es maravilloso, la ilustradora no deja de empeñarse en sacar nuevas obras que lo confirman. El escritorio de Emily Dickinson es un cuento, modesto y pequeño a priori, con el que David Aceituno lanza un maravilloso mensaje de autoafirmación personal para chicas jóvenes… y no necesariamente tan jóvenes. Habla de cumplir sueños, de ser la persona que cada mujer quiera ser, habla de pasiones y de ilusiones que no importa que se salgan de lo convencional. Habla de todo esto en realidad usando muy pocas palabras, pero las que escoge son precisas y certeras, son tiernas y amables. Son, sobre todo, inspiradoras, porque de eso trata el libro, del poder de las palabras y de las ilusiones. ¿Y puede haber una ilustradora mejor que Gili para dar forma este libro? Seguramente no, porque Gili lleva ya mucho tiempo siendo una de las artistas más imprescindibles cuando se trata de dar forma y vida a mensajes de este calado, mucho más cuando son mujeres las protagonistas, y en buena medida las destinatarias, porque sabe insuflar una belleza a sus rostros que casi parece sobrenatural de lo realista que es. Y eso que hablamos de un libro corto, con apenas una quincena de ilustraciones, pero que deja una sensación espléndida cuando lo cerramos.

Lo que Gili aporta a El escritorio de Emily Dickinson es tremendo. Aceituno crea un pequeño cuento muy agradable de leer y con muchos mensajes que merece la pena rescatar. La forma en que Gili transforma esas palabras en dibujos es impresionante. Sobre todo, quizá porque es algo que no estamos tan acostumbrados a ver en su trabajo, es un fascinante estudio sobre el paso del tiempo. Emily empieza el libro siendo una niña y nos deja con una madurez bellísima, en la que sus arrugas no son manchas que ocultar sino una trayectoria vivida y aprovechada al máximo. Ese es el camino que nos deja el libro, un precioso caminar por la vida y por los sueños en el que la paleta de color que utiliza la ilustradora tiene más sentido que nunca. El escritorio es de Emily, sí, pero también de alguna manera de Aceituno y sobre todo de Gili. Todo aquello de lo que habla el escritor es lo que de una manera muy personal ilustra la artista y es imposible no enamorarse de esa pizpireta niña que se deja guiar por su imaginación y por sus ganas de comerse el mundo. Lástima, aunque eso no merma la categoría del libro, que solo sean quince ilustraciones, porque Gili consigue que, al asomarnos a estos momentos de la vida de Emily, tengamos la sensación de que podría haber dibujado muchos, muchos más y trazar un recorrido vital todavía más intenso y emocionante. Una pequeña gran delicia.

No tiene contenido extra.

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Esta entrada fue publicada en 20 noviembre, 2020 por en Astronave, David Aceituno, Esther Gili y etiquetada con , , .

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