Guión: Riyoko Ikeda.
Dibujo: Riyoko Ikeda.
Páginas: 208.
Precio: 7,95 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Marzo 2020.
La recuperación de los clásicos siempre es una buena noticia, por lo que tiene de positivo para quienes ya hayan leído esas historias y por la posibilidad de que las nuevas generaciones puedan asomarse a obras de otros tiempos que les ayuden a entender las maravillas del medio. Viene esto a cuento del arranque de la reedición de La rosa de Versalles, la obra de Riyoko Ikeda que nos muestra la Revolución Francesa desde una óptica distinta. Lo curioso es que, releídos sus primeros capítulos, da la sensación de ser una obra en constante evolución. Cabe pensar, porque así nos lo hace saber la autora, que esto tendría que ser una biografía de María Antonieta, desde que le comunican que va a ser la futura reina de Francia y hasta el final de la revuelta social más popular de todos los tiempos. Pero es más que eso. La introducción de una figura femenina de lo más peculiar, Lady Oscar, ambigua desde su misma concepción y por supuesto a través del nombre, y la contienda fría de nuestra protagonista con Madame Du Barry, la cortesana del rey, hacen de esta historia muy singular y sorprendente a cada paso, incluso antes de que se introduzca con fuerza la figura del conde sueco Hans Axel von Fersen. Y, sí, una historia en femenino absolutamente fascinante que muestra los encantos de la corte pero también sus peligros.
Es fácil dejarse llevar por el contexto histórico que nos enseña Ikeda, construido con un mimo espléndido y con una documentación que se nota maravillosa, y probablemente ahí esté la principal razón para la que muchos lectores se asomarían en primer lugar a La rosa de Versalles, pero la historia va mucho más lejos gracias a sus personajes. María Antonieta, desde luego, pero también Óscar, desde luego Madame du Barry y también una joven de la que por ahora vemos poco pero que se antoja fascinante por su traición a su familia y por el papel que ya se intuye que va a jugar en el futuro del drama palaciego que ya está más que servido. Ikeda logra mostrar la vida palaciega desde una perspectiva muy interesante. Lejos de dejarse llevar por los elegantes vestidos y las suntuosas fiestas, va mucho más allá. Y tampoco se limita a mostrar una historia de amor, la que se intuye ya al final de este primer volumen. Página a página, secuencia a secuencia, se va viendo que esta es una historia mucho más compleja de lo que parece a simple vista, y que eso es lo que ha hecho que se convierta en un clásico de su género, un manga que ha amasado seguidores y con razón. La forma en la que la autora captura la esencia de la época y la traslada a unos personajes descritos desde una modernidad notable incluso para su momento de publicación.
El dibujo, además, tiene una cualidad de simpatía enorme. Es facilísimo dejarse capturar por cada uno de los personajes, Ikeda es capaz de hacer que veamos lo que están pensando incluso antes de que leamos diálogo alguno. Vemos desde el principio la ilusión adolescente de María Antonieta, pero sobre todo la dureza de Madame Du Barry, disfrutamos con la planta de Óscar y, en general, todo hace que nos sintamos dentro de la época descrita. La comedia tan propia del manga a nivel visual, además, funciona bastante bien, seguramente mejor de li que cabría esperar en una historia de trasfondo histórico y muy adulto. Si hay un mérito indudable en La rosa de Versalles es la personalidad que tiene cada uno de sus personajes. No hay modelos que copiar, Ikeda despliega una enorme variedad de rostros y de registros emocionales, y en todos ellos se siente verdad. Cuando lo que se pone en juego en la historia son las emociones, esta forma de dibujar es un valor enorme para que el relato crezca. La rosa de Versalles es, efectivamente, un clásico, y lo que se ve en estos primeros episodios es una espléndida muestra de ello. Y eso que es solo una presentación, un punto de partida, uno en el que incluso se puede notar que estamos lejos de la auténtica historia que se nos quiere contar, pero que funciona a la perfección, ahora como hace casi 50 años.
Shueisha comenzó a publicar Versailles no bara en la revista Margaret en 1972. No tiene contenido extra.
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